El último día que salimos de tiempo libre, el jueves 5 de mayo, estuvimos en las setas de la Encarnación. Nos fuimos desde aquí andando, dando un paseo reconfortable por las calles de la ciudad. Intentábamos evitar el tráfico, por lo que íbamos por el centro. Mientras charlábamos el paseo se hizo corto. Cuando nos quisimos dar cuenta ya estábamos en las Setas. Por si no lo sabéis, a los sevillanos no nos cuesta nada, es gratuito.
Esperamos una cola que parecía que no iba a acabar nunca pero iba mas deprisa de lo que parecía. Había dos ascensores. Subimos en dos grupos. Rafa venció su vértigo y se armo de fuerzas para dar el paseo por las alturas. Se hace un recorrido precioso. Se ve toda la ciudad. Es como si la levantasen. Se ve hasta el Aljarafe. Al subir el suelo parece de hormigón, pero no lo es. Te das cuenta porque tiembla. No es un temblor para asustarse, pero si para llamar la atención. No es que lo notes durante todo el recorrido, pero hay lugares en los que se siente. Fijándonos en el grosor de las chapas, deducimos que aquellas deberían de tener como mucho medio centímetro. No quiero ser alarmista, aquello es seguro.
Todos disfrutamos de un agradable paseo a no se cuantos metros por encima de la ciudad pero por lo menos estábamos a veinticinco o treinta metros. Lo que si es cierto es que aquello esta muy mal acondicionado para minusválidos con carrito, porque en la parte de arriba de las setas hay muchos escalones.
La verdad es que cuando estas allí arriba parece que desconectas de la ciudad. Si subes un día soleado, como lo hicimos nosotros, la vista se te pierde en el horizonte. Ves la Catedral, detrás el puente del Quinto Centenario, el puente del Alamillo, la Barqueta. El Aljarafe… ves Sevilla y sus alrededores. El trayecto es embaucador.
La lastima es que todavía no han abierto al público el “Anticuarium” (museo arqueológico). El mercado esta funcionando y si no lo has visto merece la pena verlo. Van a abrir tiendas comerciales debajo de las setas y por lo que dicen los comerciantes de la zona, van casas de firma, como Zara, que al parecer ya tiene un local comprado.
Esperamos una cola que parecía que no iba a acabar nunca pero iba mas deprisa de lo que parecía. Había dos ascensores. Subimos en dos grupos. Rafa venció su vértigo y se armo de fuerzas para dar el paseo por las alturas. Se hace un recorrido precioso. Se ve toda la ciudad. Es como si la levantasen. Se ve hasta el Aljarafe. Al subir el suelo parece de hormigón, pero no lo es. Te das cuenta porque tiembla. No es un temblor para asustarse, pero si para llamar la atención. No es que lo notes durante todo el recorrido, pero hay lugares en los que se siente. Fijándonos en el grosor de las chapas, deducimos que aquellas deberían de tener como mucho medio centímetro. No quiero ser alarmista, aquello es seguro.
Todos disfrutamos de un agradable paseo a no se cuantos metros por encima de la ciudad pero por lo menos estábamos a veinticinco o treinta metros. Lo que si es cierto es que aquello esta muy mal acondicionado para minusválidos con carrito, porque en la parte de arriba de las setas hay muchos escalones.
La verdad es que cuando estas allí arriba parece que desconectas de la ciudad. Si subes un día soleado, como lo hicimos nosotros, la vista se te pierde en el horizonte. Ves la Catedral, detrás el puente del Quinto Centenario, el puente del Alamillo, la Barqueta. El Aljarafe… ves Sevilla y sus alrededores. El trayecto es embaucador.
La lastima es que todavía no han abierto al público el “Anticuarium” (museo arqueológico). El mercado esta funcionando y si no lo has visto merece la pena verlo. Van a abrir tiendas comerciales debajo de las setas y por lo que dicen los comerciantes de la zona, van casas de firma, como Zara, que al parecer ya tiene un local comprado.
Pedro Sánchez Morilla .
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