La batalla de Bailen se libró un caluroso 19 de julio de 1808 y supuso la primera derrota del ejercito napoleónico, en ella se enfrentaron 21.000 soldados franceses contra 24.000 españoles.
Es famosa porque se decidió entre otras cosas, por la ayuda de los garrochistas andaluces, que, gracias a caballos preparados, condujeron manadas de toros bravos por el cañón de Despeñaderos, los caballos franceses, que no conocían a este animal ibérico, cogieron tal pavor, que las columnas francesas se desordenaron.
A esto hay que añadir la llamada guerra de guerrillas, consistente en “picar” e irse, cosa que descompuso a los franceses, acostumbrados como estaban a la guerra en campo abierto. Tambien fue fundamental la ayuda de los habitantes de la ciudad de Bailen que debido al calor extremo de aquel día daban agua a las tropas tanto para beber como para enfriar los cañones, gran parte de los cañones franceses se quedaron inútiles por el sobrecalentamiento.
En fin, la concordancia de estos factores produjo tal sangría entre los franceses, que la batalla se decidió de una manera bastante rápida. Cerca de 17.000 soldados franceses depusieron sus armas, muchos de los cuales fueron deportados a la isla de Cabrera donde mas de la mitad de ellos había fallecido al finalizar la guerra debido a la escasez de alimentos y recursos.
En fin, como dijo Winston Churchill, "Esto no fue el principio del fin, pero sí el fin del principio".
Diego Manuel Molina Frutos
Es famosa porque se decidió entre otras cosas, por la ayuda de los garrochistas andaluces, que, gracias a caballos preparados, condujeron manadas de toros bravos por el cañón de Despeñaderos, los caballos franceses, que no conocían a este animal ibérico, cogieron tal pavor, que las columnas francesas se desordenaron.
A esto hay que añadir la llamada guerra de guerrillas, consistente en “picar” e irse, cosa que descompuso a los franceses, acostumbrados como estaban a la guerra en campo abierto. Tambien fue fundamental la ayuda de los habitantes de la ciudad de Bailen que debido al calor extremo de aquel día daban agua a las tropas tanto para beber como para enfriar los cañones, gran parte de los cañones franceses se quedaron inútiles por el sobrecalentamiento.
En fin, la concordancia de estos factores produjo tal sangría entre los franceses, que la batalla se decidió de una manera bastante rápida. Cerca de 17.000 soldados franceses depusieron sus armas, muchos de los cuales fueron deportados a la isla de Cabrera donde mas de la mitad de ellos había fallecido al finalizar la guerra debido a la escasez de alimentos y recursos.
En fin, como dijo Winston Churchill, "Esto no fue el principio del fin, pero sí el fin del principio".
Diego Manuel Molina Frutos
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