A
menos que uno sea un robot a lo largo de su vida experimentará una
serie indefinida de emociones, tanto positivas como negativas. Los
seres humanos somos tan impredecibles que a veces tenemos
sentimientos contradictorios como amor-odio hacia la misma persona,
variando según las circunstancias. Al amigo que comparte
nuestros secretos le profesamos auténtico cariño, pero eso no es
obstáculo para que alguna vez nos enojemos con él, al sentirnos
defraudados por alguna actitud suya.
Muy
variadas cosas nos emocionan. ¿Quién no ha echado unas lágrimas al
ver una película romántica como “Lo que el viento se llevó”?,
y es porque nos identificamos tanto con los personajes que nos
llegan al alma.
Los
acontecimientos más importantes de la vida suelen emocionarnos con
mayor profundidad, como el nacimiento de un hijo, la muerte de un ser
querido, o el encuentro con la persona amada. Pero también nos
sacuden el corazón cosas más cotidianas como la llegada de una
carta, una buena lectura, la despedida de un amigo, recibir un regalo
inesperado, el abrazo cálido de una madre, o escuchar nuestra
canción favorita.
También
pueden despertarse emociones negativas cuando nos enfrentamos a
situaciones que nos parecen injustas, como el deseo de venganza o la
ira.
Los
enfermos de esquizofrenia no solemos tener buen dominio emocional y
saltamos violentamente de la alegría a la tristeza, del enojo a la
pasividad. Comprender las emociones es una buena fórmula para
aprender a manejarlas, para no ver las cosas en blanco o negro sino
en gris nos ayuda a enfrentar las situaciones con más calma, a
relativizar los problemas.
Recuerdo
una postal con “caritas” que reflejaban todas las emociones
posibles y como las emociones suelen ser efímeras saltamos de
una en otra como si quisiéramos probarlas todas de un bocado . Lo
bueno es no reprimirlas sino encauzarlas.
Últimamente
lo más emocionante que sucedió en mi vida no es subir a una montaña
rusa o haber practicado un deporte extremo, sino el sencillo hecho de
reanudar la amistad vía correo electrónico con dos amigas que viven
en el extranjero. Me emocionó notar que podíamos contarnos nuestros
problemas y compartir nuestros sentimientos como lo hacíamos
en la adolescencia. ¿Qué cosas te emocionan a ti, amigo lector?
Rosa
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