Ya
era hora de que le dedicara un artículo a la gran Sara Montiel.
Hacía mucho tiempo que quería hacerlo, pero son muchos los temas
que he ido tratando poco a poco. Pero ya llegó el momento.
Las
últimas generaciones conocen a una Sara Montiel pasto de las
revistas del corazón, del papel couché. Ella vendía descaradamente
su vida, ejercía el mismo descaro que tuvo a lo largo de toda su
vida. Conocerán su matrimonio con Pepe Tous, un hombre al que
realmente amó y con quien adoptó a sus dos hijos. Muerto Pepe Tous
su vida entró en una vorágine de confusión y ostracismo. Después
conoció a un cubano llamado Toni que consiguió conquistarla para
hacerse famoso a su costa con las revistas del corazón.
Con
Toni se casó Sara Montiel. Vivieron un romance que no duró
demasiado tiempo. Sara Montiel era una devoradora de hombres. Lo fue
a lo largo de toda su vida. Pero ya estaba en una época de su vida
en la que se encontraba muy ajada por el paso del tiempo y había
perdido la belleza que la caracterizó durante tantos años de su
vida.
Toni
se aprovechó de ella y Sara hizo lo propio porque volvió a primera
línea de interés público. Cosas del mundo del corazón. Ya no se
le conocieron más amores. Cuando murió Marujita Díaz, otra grande
desconocida para las nuevas generaciones, dijo que se mueren siempre
los grandes. No Marujita. Se muere todo el mundo. Lo que pasa es que
duele más cuando muere una gran persona, alguien que hizo mucho por
vivir y por el arte en general, particularmente sobre todo el cine y
la canción. Porque Sara Montiel fue una de las grandes de este país.
Hay
que conocer a Sara Montiel en su esplendor en España, cuando era una
estrella de cine. Hizo numerosas películas, tanto dramas como
comedias. Estaba dotada para ambos géneros con su impresionante
belleza y sus registros interpretativos. Recordemos por ejemplo entre
sus dramas a Esa mujer y sobre todo El último cuplé. Entre sus
comedias destaca sobre todo La violetera, una bellísima película de
la que destaco la canción Polichinela, una divertidísima canción
que me ha sacado de más de un momento de ánimo alicaído, de bajón
fatal.
Pero
Sara Montiel era una grande y no se conformó sólo con ser la reina
en España sino que dio el salto a Hollywood. Hoy son muchos los
españoles que han dado el salto a Hollywood, pero en esto Sara
también fue una pionera.
Triunfó
en Hollywood con películas como Yuma y Veracruz, donde enamoró al
mismísimo y grande Gary Cooper. Sara fue amada por muchos hombres,
pero ella amó a los hombres que quiso realmente. No hacía teatro.
Eso lo dejaba para el mundo de la interpretación. Era una mujer
bellísima con su cara estilizada y su voz preciosa, musical, que le
permitía cantar con poco volumen pero con sonoridad manifiesta. En
sus películas solía cantar. Lo suyo era la interpretación y la
canción. A partes iguales. Invito a todos a escuchar la canción
Polichinela de La violetera, un prodigio de sencillez y diversión
que , insisto, me ha sacado y me saca de más de un momento de
depresión. No sólo las pastillas te sacan de los momentos
depresivos. La belleza de Sara Montiel y esa canción en concreto me
han ayudado a tirar para adelante en más de una ocasión.
Es
una pena que ahora se la conozca por todos los problemas que ha
generado su herencia. Sus hijos han discutido. Están vendiendo todas
las posesiones de Sara Montiel reunidas a lo largo de una vida
extensa dedicada al mundo del arte. Pero yo no olvido y por eso le
dedico este artículo con un inmenso cariño para recordarla y para
reconocer la mucha valía que tenía como artista.
Hace
poco el programa de televisión cultural Saber y ganar le dedicó un
especial que es lo que me ha inspirado e inclinado a dedicarle
definitivamente un artículo que tenía merecido hace muchos años
desde que empecé esta colaboración semanal para la Ura.
Cuando
ya vio que se belleza se perdía un poco, sobre los 45 años, volvió
a España desde Hollywood y se dedicó a cantar en muy distintos
escenarios. Paseó su arte por toda España. Cantaba sus canciones de
siempre. Recuerdo el arte que derrochaba cantando por ejemplo el
Fumando espero, con una gracia y un donaire sin parangón. Tenía una
fina ironía y hablaba a veces con una forma chulesca, castiza,
madrileña, con la que daba a entender muchas más cosas de las que
decía.
Hay
grandes y grandes. Y Sara Montiel era d
e las grandes grandes de
verdad. Yo la he admirado siempre y paso de todo lo que la rodeó a
lo largo de toda su vida. Me quedo con esa Sara Montiel que actuaba
en programas musicales de televisión cantando sus canciones de
siempre cuando ya la edad no la respetaba como le pasa a todo el
mundo. Pero nunca perdió la dignidad. Siempre la mantuvo con sus
abrigos y sus joyas, con su belleza que siempre la acompañó a pesar
de sus muchos años.
Desde
aquí expreso mi admiración por Sara Montiel. Reconozco abiertamente
mi apetencia por su carrera cinematográfica de la que vi bastantes
películas en los desaparecidos cines de verano cuando era un niño.
Y admiro esas películas de Hollywood donde demostró a la par
talento y gracejo.
Sara
Montiel no está muerta porque sobrevive en su arte, en su forma de
ser, en su sinceridad, en su buen hacer, en su inmensa capacidad de
trabajo.
Quede
constancia aquí de que Sara Montiel está muy viva cada vez que la
televisión repone una de sus películas como ha pasado recientemente
con La violetera. Ahí está Polichinela, un antidepresivo musical.
Apuesto
por el talento bien entendido. Y Sara Montiel lo tenía de sobra.
Salud
y suerte.
José
Cuadrado Morales
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