lunes, 28 de octubre de 2019

HARRY EL CONEJO

Estas vacaciones de verano han sido bastante atípicas por diversas razones. Ya expliqué en un artículo anterior que no he realizado ningún viaje de 4 ó 5 días como suelo hacer todos los años. Éste ha sido una excepción por problemas económicos y otras circunstancias personales. Madrid y Arcos de la Frontera, mis sitios habituales de viaje, tendrán que esperar a una mejor ocasión. No importa. Soy un hombre que cultiva cada vez más la paciencia y procuro cada vez mejor adaptarme a la realidad. No he echado de menos el viaje. He estado entretenido en casa leyendo libros atrasados y prestados por amigos, y viendo películas y partidos de fútbol en la televisión. Yo no me aburro. Afortunadamente yo no sé aburrirme.
También ha sido atípico porque he tenido un compañero de piso especial durante aproximadamente una semana. El compañero ha sido un conejo. Es de mi hermana mayor. Se llama así porque su hija, mi sobrina, es aficionada, casi adicta a la saga de Harry Potter y le pone nombres de los libros y las películas de Harry Potter a casi todo. El conejo se lo regaló a su madre. Ella se fue de vacaciones a Málaga durante una semana y sólo me tenía a mí para cuidar del conejo y que estuviera bien. Yo le dije naturalmente que sí como el año pasado en las mismas circunstancias.

Así me encontré con este singular personaje de compañero de piso. Es muy bueno. Ha dado poco ruido. Se pasaba el día masticando, mordiendo la jaula como suelen hacer los conejos. Para eso son roedores. De vez en cuando la tomaba con el plato de la comida y le daba unos empeñones tremendos que mandaba el plato a la otra punta de la amplia jaula. Eran sus momentos de malhumor, su protesta quizás por estar encerrado. Me daba miedo sacarlo de la jaula porque tengo las piernas mal por problemas de circulación sanguínea y no quería que me mordiera. Él está acostumbrado a salir con frecuencia en casa de mi hermana. Pero sé que no me guardaba ningún rencor. No tenía miedo de mí. Me miraba con dulzura, con la mirada fija, como un animal que me entendiese perfectamente. Y yo a él, a sus ansias de libertad.
Yo lo acariciaba de vez en cuando y me acordaba de Platero, el burro de Juan Ramón Jiménez, porque tenía la piel muy suave. Tiene dos colores: blanco y negro , y es muy bonito. Ya no crecerá más. Ha llegado a la edad adulta, pero todavía es joven. No sé si echa de menos a una compañera de convivencia o se ha acostumbrado como yo a la soledad. Lo desconozco. Le hablaba, le preguntaba y sólo me contestaba con miradas entre tristes y melancólicas.

Harry es muy travieso. Le gusta jugar con sus juguetes favoritos, unos peluches que no son muy grandes para que no ocupen mucho espacio en la jaula. Los tiene medio destrozados por tantos mordiscos como les lleva dados. Tienen quitado hasta el color. Muerde también los barrotes para practicar con su dentadura en calidad de roedor. Bebe mucha agua. Tiene dos bebederos. Tiene predilección por uno de ellos. Del otro casi no bebe nunca. No sólo tenemos manías los seres humanos. También los conejos. Por lo menos Harry.
Harry es muy cariñoso. Te da trompaditas cuando lo acaricias. No te muerde cuando ya te conoce. La primera vez que intenté acariciarlo sí me mordió, pero después ya se acostumbró a mí y no me ha vuelto a morder. Tiene buenas sensaciones y las transmite. A veces parece que tiene sentimientos incluso. Y parece que está escuchándote cuando le hablas. Y parece también que está mirando la tele cuando la tengo puesta. Parece tener más de humano que muchos seres humanos.
Yo le hablaba mucho y parecía escucharme con sus amplias orejas. Me contestaba a su manera, haciendo unos ruiditos muy característicos, como si estuviera hablándome en el lenguaje de los conejos que yo tampoco entendía. Me recordaba al conejo blanco de Alicia en el País de las Maravillas, tan travieso y tan inteligente siempre, amigo íntimo de Alicia.
Harry no sabe que su nombre es muy famoso. El mago más famoso de la historia del cine ha encontrado un ser vivo donde refugiarse. Es muy bonito que tenga su nombre por mi sobrina. Yo no he leído ningún libro de Harry Potter, pero por ejemplo mi hijo ha leído todos los libros de la saga. Han ido creciendo los volúmenes poco a poco a medida que se ha ido publicando la saga. El último volumen era ya tremendo. No sé hasta cuándo habrán leído sus seguidores.
Y están también las películas que se han hecho basadas en los libros. Harry me dijo que le gustaban sus películas. Decía que eran sus películas porque tenía el mismo nombre que el protagonista. Y es que Harry es muy humano. O a mí me lo parece. Me recuerda, insisto, a ese burro tan especial, Platero, por el que consideraban en Moguer a Juan Ramón como un loco.
Bendita locura la de relacionarse con animales como si fueran personas. Eso sí es muy humano y es muy hermoso al mismo tiempo.
Me llevo bien con Harry y cuando voy a visitar a mi hermana a su casa y lo veo parece que al escucharme me reconoce por la voz y no se siente asustado.
No sé si pasaremos más vacaciones juntos, pero sí sé que nuestra humilde amistad durará siempre. Hay afectos que son tan duraderos como la vida misma.

Salud y suerte.


José Cuadrado Morales


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