El año pasado inicié el nuevo curso o la nueva temporada de la Ura
con la publicación de un artículo titulado Y el cansancio infinito.
Ahora es el momento de publicar la segunda parte en este segundo
artículo de la nueva campaña. Y viene a cuento del primer artículo
publicado en este ciclo de 2019-2020 titulado Adiós no es siempre
adiós donde hablaba de los avances importantes que había realizado
durante el verano en mi enfermedad del Trastorno Obsesivo Compulsivo,
más conocida como TOC. Se ha hecho hasta una película, comedia para
más señas, titulada TOC TOC.
El que haya habido avances no significa que no haya costado trabajo.
Ha costado mucho trabajo, muchísimo. Ha habido días en los que he
terminado tan exhausto que no me podía mover del sillón para irme
hasta la cama. Y juro por mí mismo que no miento. Me sentía tan
agotado del esfuerzo realizado que no podía ni moverme. Me quedaba
derrengado mirando al suelo y no podía dar ni un paso. Sólo pasado
un tiempo reaccionaba y me podía mover hasta alcanzar la cama
después de tomarme la medicación nocturna. Era un esfuerzo tremendo
el realizado durante todo el día porque cuando se está luchando
contra el TOC no hay descanso. Es una enfermedad tan absorbente que
no permite ni pequeñas treguas, ni los más mínimos descansos. Te
absorbe todo el tiempo y hace que tus fuerzas se vayan gastando
progresivamente a lo largo del día. Doy amplia fe de ello.
Esto provoca un cansancio enorme. Un cansancio infinito parafraseando
el verso de Pablo Neruda Y el dolor infinito de su libro Veinte
poemas de amor y una canción desesperada. Así lo decía el año
pasado. No todo es idílico como decía en mi anterior artículo. Se
ven los frutos, pero detrás de esos frutos hay un trabajo tremendo,
terrible, una lucha brutal que te deja los músculos doloridos, los
huesos semigastados, la cabeza con un enorme dolor, la ansiedad a
tope y un largo etcétera de efectos secundarios. En definitiva: un
cansancio infinito.
Ahora puedo decir que he superado un 60% del TOC. Me queda aún un
40%. Aún me queda mucha lucha, pero estoy dispuesto a seguir
adelante. Estoy optimista, pero resta un esfuerzo tremendo para poder
vencer la enfermedad en su totalidad, que creo que nunca se consigue
del todo.
Te deja hecho un trapo la lucha. Estás agotado, reducido a la mínima
expresión. Vas venciendo los rituales, las revisiones, todo el
mecanismo obsesivo que te convierte en un pelele que no sabe si va a
salir alguna vez de esta tela de araña tan fuertemente construida
por la mente. Es un trabajo arduo, brutal, parece que vas a perder la
vida porque te quedas hasta hinchado con el vientre que parece que va
a reventar, que parece que te has comido un jabalí y estás haciendo
una larguísima digestión. Y a lo mejor te has comido un simple
bocadillo y nada más. Pero la ansiedad genera numerosos efectos
secundarios relacionados con el TOC que te poseen y te destruyen al
mismo tiempo. Hay que luchar contra la enfermedad y contra sus
efectos secundarios. Es un trabajo doble. Es un cansancio infinito.
A todos los que padecen esta triste enfermedad quiero transmitirles
optimismo desde aquí basado en mi propio sufrimiento. No hay que
dejarse vencer en ningún momento. No hay que darse por vencido
porque eso es justamente lo que está esperando la enfermedad: que te
rindas, que golpees la lona del ring en señal de claudicación. Y no
hay que claudicar nunca. Aunque la enfermedad dure toda la vida. Hay
que ser un gran fajador, un gran boxeador que aguante siempre hasta
el último asalto de cada día.
Viva la vida. Eso es lo que quiero decir siempre. A pesar del
cansancio infinito. Hay que minimizar el cansancio y hay que evitar
que el cansancio sea infinito.
Tiene que ser un cansancio del día a día, no acumular los
cansancios para no estar peor. Hay que poner esperanza en cada día
para sentirse fuerte y tirar siempre hacia adelante.
Somos personas finitas con facultades finitas y a veces creemos que
la enfermedad es más fuerte porque es inmortal, invencible. Y no es
cierto. La enfermedad se puede derrotar. Conozco casos de personas
que han contado en primera persona su dolorosa superación personal,
pero al fin y al cabo superación. Después, insisto, de ese
cansancio infinito.
Ésta es la segunda parte del cansancio infinito. Y quizás haya
terceras partes o más. Hasta que llegue el día en que no haga falta
más superación porque estaremos curados.
En eso hay que pensar absolutamente optimista.
Somos más fuerte de lo que creemos como siempre me dice mi buena
amiga María José.
Mi misión como articulista del blog es transmitir optimismo sobre
las enfermedades nerviosas en general, no sólo el TOC. Hablo del TOC
hoy porque es la enfermedad que yo padezco. Pero hay muchas y hay que
ser fuertes para salir adelante.
Con ESPERANZA.
Salud y suerte.
José Cuadrado
Morales
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