lunes, 7 de octubre de 2019

EL CANSANCIO INFINITO 2. SUPERANDO EL T.O.C.

El año pasado inicié el nuevo curso o la nueva temporada de la Ura con la publicación de un artículo titulado Y el cansancio infinito.
Ahora es el momento de publicar la segunda parte en este segundo artículo de la nueva campaña. Y viene a cuento del primer artículo publicado en este ciclo de 2019-2020 titulado Adiós no es siempre adiós donde hablaba de los avances importantes que había realizado durante el verano en mi enfermedad del Trastorno Obsesivo Compulsivo, más conocida como TOC. Se ha hecho hasta una película, comedia para más señas, titulada TOC TOC.
El que haya habido avances no significa que no haya costado trabajo. Ha costado mucho trabajo, muchísimo. Ha habido días en los que he terminado tan exhausto que no me podía mover del sillón para irme hasta la cama. Y juro por mí mismo que no miento. Me sentía tan agotado del esfuerzo realizado que no podía ni moverme. Me quedaba derrengado mirando al suelo y no podía dar ni un paso. Sólo pasado un tiempo reaccionaba y me podía mover hasta alcanzar la cama después de tomarme la medicación nocturna. Era un esfuerzo tremendo el realizado durante todo el día porque cuando se está luchando contra el TOC no hay descanso. Es una enfermedad tan absorbente que no permite ni pequeñas treguas, ni los más mínimos descansos. Te absorbe todo el tiempo y hace que tus fuerzas se vayan gastando progresivamente a lo largo del día. Doy amplia fe de ello.
Esto provoca un cansancio enorme. Un cansancio infinito parafraseando el verso de Pablo Neruda Y el dolor infinito de su libro Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Así lo decía el año pasado. No todo es idílico como decía en mi anterior artículo. Se ven los frutos, pero detrás de esos frutos hay un trabajo tremendo, terrible, una lucha brutal que te deja los músculos doloridos, los huesos semigastados, la cabeza con un enorme dolor, la ansiedad a tope y un largo etcétera de efectos secundarios. En definitiva: un cansancio infinito.

Ahora puedo decir que he superado un 60% del TOC. Me queda aún un 40%. Aún me queda mucha lucha, pero estoy dispuesto a seguir adelante. Estoy optimista, pero resta un esfuerzo tremendo para poder vencer la enfermedad en su totalidad, que creo que nunca se consigue del todo.
Te deja hecho un trapo la lucha. Estás agotado, reducido a la mínima expresión. Vas venciendo los rituales, las revisiones, todo el mecanismo obsesivo que te convierte en un pelele que no sabe si va a salir alguna vez de esta tela de araña tan fuertemente construida por la mente. Es un trabajo arduo, brutal, parece que vas a perder la vida porque te quedas hasta hinchado con el vientre que parece que va a reventar, que parece que te has comido un jabalí y estás haciendo una larguísima digestión. Y a lo mejor te has comido un simple bocadillo y nada más. Pero la ansiedad genera numerosos efectos secundarios relacionados con el TOC que te poseen y te destruyen al mismo tiempo. Hay que luchar contra la enfermedad y contra sus efectos secundarios. Es un trabajo doble. Es un cansancio infinito.
A todos los que padecen esta triste enfermedad quiero transmitirles optimismo desde aquí basado en mi propio sufrimiento. No hay que dejarse vencer en ningún momento. No hay que darse por vencido porque eso es justamente lo que está esperando la enfermedad: que te rindas, que golpees la lona del ring en señal de claudicación. Y no hay que claudicar nunca. Aunque la enfermedad dure toda la vida. Hay que ser un gran fajador, un gran boxeador que aguante siempre hasta el último asalto de cada día.
Viva la vida. Eso es lo que quiero decir siempre. A pesar del cansancio infinito. Hay que minimizar el cansancio y hay que evitar que el cansancio sea infinito.

Tiene que ser un cansancio del día a día, no acumular los cansancios para no estar peor. Hay que poner esperanza en cada día para sentirse fuerte y tirar siempre hacia adelante.
Somos personas finitas con facultades finitas y a veces creemos que la enfermedad es más fuerte porque es inmortal, invencible. Y no es cierto. La enfermedad se puede derrotar. Conozco casos de personas que han contado en primera persona su dolorosa superación personal, pero al fin y al cabo superación. Después, insisto, de ese cansancio infinito.
Ésta es la segunda parte del cansancio infinito. Y quizás haya terceras partes o más. Hasta que llegue el día en que no haga falta más superación porque estaremos curados.
En eso hay que pensar absolutamente optimista.
Somos más fuerte de lo que creemos como siempre me dice mi buena amiga María José.
Mi misión como articulista del blog es transmitir optimismo sobre las enfermedades nerviosas en general, no sólo el TOC. Hablo del TOC hoy porque es la enfermedad que yo padezco. Pero hay muchas y hay que ser fuertes para salir adelante.
Con ESPERANZA.
Salud y suerte.


José Cuadrado Morales



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