Cuando en los ámbitos políticos, periodísticos o intelectuales se
lanzan opiniones y soluciones a los distintos problemas existentes,
éstas tienen una intención, una finalidad, y es que responde
desgraciadamente a los intereses de una parte ( sólo ) del conjunto
social al que van dirigidas estas propuestas. Decía Marxs sobre el
conflicto de intereses sociales: “La voluntad de vuestra clase
hecha Ley a través de vuestra fuerza” ; en una sociedad
predemocrática (finales del XVIII y XIX) todavía, el filósofo
alemán intentó aplicar el método científico para comprender cómo
funcionaba la sociedad, los intereses antagónicos y contrapuestos de
las clases sociales cuya supervivencia y prosperidad se sustentaban
en el sometimiento y primacía de los intereses de unas sobre otras.
Un ejemplo: si la riqueza en un espacio y tiempo de una empresa fuera
de 100, estando ésta compuesta por 10 elementos, y a la hora de
repartir tres de ellos se llevan 7 porciones , los otros 7 de la
empresa sólo consiguen 3.
En su desnudez, así es cómo funciona la
economía, y lógicamente los más poderosos no renunciarán a sus
privilegios o intereses. Pero al llegar la democracia universal
cambian las reglas: cada persona es un voto; cuando las sociedades
modernas son muy ricas, y muchos personas tienen un alto poder
adquisitivo, éstas tienden a proteger sus intereses personales,
votando opciones “conservadoras” (conservar lo que tienen),
aunque también se llega a la paradoja a veces del conflicto entre
los que tienen poco, y los que no tienen nada . Nada de lo que se
propone es definitivo, todo es relativo; cuando dicen de subir el
salario mínimo, es totalmente soportable, y además bueno a la larga
, porque las sociedades ricas son las que en sus miembros, éstos, poseen dinero para gastar, funcionando así la rueda económica de la
oferta y la demanda, que se retroalimentan. La historia nos enseña
que todas las aspiraciones se alcanzan, sólo hay que esperar la
voluntad y el momento apropiado.
Diego
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