Vemos
continuamente en el cine cómo los actores y actrices interpretan
papeles distintos en cada película y nos parecen verídicos, reales;
; son creíbles y nos lo creemos . Esto de la interpretación da
juego , pues más allá de la ficción , en la vida real tiene mucho
que ver con la actitud cotidiana en que nosotros mismos , y todo el
mundo en general aborda el lance continuo de la interacción con
nuestros vecinos, amigos, pareja, compañeros de trabajo, o las miles
de personas anónimas que cada día se cruzan con nosotros
intercambiando una mirada, y que posiblemente no las volvamos a ver
en la vida, o sí. En la vida diaria actuamos continuamente , así
que está en nosotros aquello que queremos transmitir o lo que
deseamos que los demás perciban de uno. Claro que hay paradojas
como que hay personas con tal talento natural o simpatía que se
interpretan a si mismo, tienen una forma de ser que no suele
producir contestación o rechazo, luego no necesitan esfuerzo en su
devenir diario para expresarse o adoptar papeles para ellos
innecesario, pues su actitud, es aceptada siempre “ naturalmente”.
Pero
yendo a lo que quería exponer, ¿Es lícito para el común de los
mortales, y más para nosotros, con algunos problemas mentales, o
sociales , o de relación con los demás, adoptar una actitud que
fuera fruto de un estudio personal, concienciándonos de nuestras
características físicas y psíquicas, y así potenciar nuestros
valores y rebajar los defectos? Claro que sí, pues nada está
establecido ni predeterminado, y nuestra personalidad puede amoldarse
y podemos comportarnos como queramos.
Esto
requiere primero una reflexión sobre uno mismo diría que casi
simultanea a nuestros actos, y percibir cómo estos actos encajan en
los demás; La aceptación de éstos o su rechazo nos van guiando en
nuestro comportamiento.
Y
por otra parte parece como que si actuamos así no somos sinceros ni
con nosotros ni con el resto: la sinceridad ha hecho y hace mucho
mal; está sobrevalorada, y expresiones como “ Yo soy así y nadie
me va a cambiar” y otras parecidas denotan una falta de disciplina
y flojedad mental grande, además de brutalidad y nula
sofisticación.
Diego.
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