Es muy importante en la vida saber decir que no
para no vernos envueltos en situaciones desagradables o vivir momentos que no
nos proporcionan precisamente felicidad. Hay un libro de autoyuda (seguramente
hay más sobre el tema) que se llama creo recordar Aprenda usted a decir que no.
Es muy importante utilizar esa palabra tan breve, pero que tanto poder tiene.
Yo pienso en las veces que tenía que haber dicho
que no en mi vida. Por ejemplo el día que contraje matrimonio. Quizás tenía que
haberle dicho al sacerdote que no aceptaba por mi esposa a la mujer que tenía a
mi lado. Me hubiera ahorrado mucho sufrimiento posterior y mi vida hubiera sido
muy diferente a como ha sido durante los más de 20 años que llevo divorciado.
No me arrepiento de haber dicho que sí porque estaba enamorado, pero un no
hubiera sido acertado teniendo en cuenta todo lo que he tenido que vivir. Mi
hijo hubiera nacido de todos modos. A mi hijo no renuncio. A él lo quiero con
toda mi alma y estoy orgulloso de él. Es lo mejor que he sacado del matrimonio.
Lo demás: depresiones, crisis de ansiedad, crisis de angustia, conflictos
burocráticos, problemas económicos y un largo etcétera. Tenía que haber dicho
que no. Ya no tiene remedio. Sólo que aprendí la lección y ya no me volveré a
casar. Tengo la extraña sensación de que no volveré a enamorarme. Echo de menos
esa sensación tan mágica y dulce. El matrimonio acabó con mis sueños de
enamorado real y poético. Ahora no sé qué me pasa, no sé exactamente qué es lo
que siento, pero las secuelas son dolorosas y creo que es la última vez que
hablaré de ello.
Últimamente he dicho que no al cine. Por diversas
razones que no quiero explicar en este artículo he renunciado al cine. Lo
explico en mi último libro titulado Sentimientos y emociones, tercero de la
trilogía Monólogo en clave neurótica. Hay razones importantes que me han hecho
decir no al cine. A ir al cine. Al cine no, porque lo veo en la tele, aunque no
con la frecuencia de antes. Ayer vi una película en la tele que hacía tiempo que
no veía y lo pasé muy bien. Es al hecho de ir al cine y la pereza que me
produce y otras muchas razones. No es un no absoluto porque creo que estoy
abierto a un cambio de decisión futura.
Cuando trabajaba en El Correo de Andalucía de
periodista tuve que decir no a seguir trabajando porque quería dedicarme a la Literatura. Quería
escribir libros y la profesión de periodista me absorbía todo mi tiempo. Tenía
pillado hasta mi día libre. No tenía tiempo para escribir mis libros y después
de mucho pensar dije no a seguir trabajando en el periódico. Y también renuncié
a trabajar en la emisora de radio asociada. Me he dedicado durante años a
publicar artículos en periódicos como colaboraciones especiales. Es trabajo
también de periodista, pero no es la constante diaria de estar pegado a una
redacción y la pesadez que eso conlleva. Ahora escribo estos artículos
especiales para el blog de la Ura Macarena
que me hacen muy feliz y me recuerdan mi profesión de periodista, que me hizo
muy feliz. Pero más feliz me hace mi trabajo de escritor. La Literatura no me da
para vivir. Vivo de otra cosa. Pero me llena el alma entera y me siento dichoso
y repleto.
Hubiera querido decir que sí muchas veces en mi
vida a viajar en avión, pero me he visto obligado a decir que no porque me da
miedo volar. He estado en un aeropuerto muchas veces y siempre he estado a
punto de decir que sí, que vuelo, que me voy, pero al final decía que no. En
este caso es un no negativo porque no pasa nada por volar en avión. Hay menos
víctimas por avión que por cualquier otro medio de transporte. Hay otro libro
de autoyuda, de los muchas que existen, que se llama Miedo a volar. Yo tengo
miedo a volar. Y esto cansado de decir que no.
Podría decir muchos ejemplos de decir que no. Por
ejemplo: cuando estaba en el colegio de curas con la enseñanza primaria me
propusieron jugar al rugby sobre una superficie de cemento. Os imaginaréis lo
duro que era jugar sobre cemento. Me dejaba las
piernas todas hechas polvo. Y los codos. Y más partes del cuerpo. Tenía
que haber dicho que no, pero no quería decepcionar al cura que daba clases de
gimnasia y di un sí forzado y nada creíble. Por el contrario dije sí al
baloncesto, al balonmano y al voleibol y me fue muy bien. Supongo que aquí se
aplica la ley de la compensación que se aplica en la vida: las cosas negativas
se compensan con las cosas positivas. Y así vamos viviendo.
Cuando trabajé de funcionario no tenía que haber
dejado de trabajar, pero me pudo la depresión. Tenía que haber dicho que no a
la depresión, sí al trabajo. Estaba con todo el proceso de divorcio y el cuerpo
me pedía no trabajar, pero tenía que haber seguido trabajando. Tenía que haber
dicho que no a la depresión. Todos los días, ahora, cuando me levanto le digo
que no a la depresión, a las crisis de ansiedad, a las crisis de angustia,
aunque puedan conmigo y me dejen hecho polvo. Pero puedo seguir adelante. Pero
yo digo que no. Es un no positivo. No siempre he dicho que no y he sufrido
mucho. Me he cansado de sufrir y ya digo que harto ya de estar harto ya me
cansé. Harto del hartazgo del pensamiento, harto del trastorno obsesivo
compulsivo, voracidad para acabar con todo el sufrimiento que me provoca la
enfermedad nerviosa. Hay que decir que no a la enfermedad nerviosa, sin corte
ninguno, sin miedo, luchando como una bestia contra todo lo que significa esa
enfermedad.
Tenía que haber dicho en mi vida muchas que no a
ciertas relaciones amorosas que estaban envenenadas y que me han provocado
numerosos sufrimientos. Mi madre siempre me advertía porque tenía un sexto
sentido, algo especial. Adivinaba el futuro que iba a tener con las mujeres que
conocía. No todas las relaciones han supuesto dolor. Pero el sufrimiento ha
predominado, en gran medida por la enfermedad nerviosa. He sufrido tanto que ya
llevo mucho tiempo sin llorar y sin enamorarme. Lo echo de menos como ya dije
antes, pero por otro lado me da miedo el dolor del corazón, el dolor de todos
los sentimientos que confluyen en el estar enamorado. Tenía que haber dicho que
no a muchas mujeres porque la
Literatura me ha permitido conocer a muchas mujeres
escritoras o del público cuando daba conferencias, participaba en debates, daba
recitales, etc… Es muy importante y supone una gran responsabilidad decir que
no a una relación amorosa.
A mí me gustaba mucho el alpinismo libre. Subir
montañas con la única ayuda de las manos. Tenía que haber dicho que no porque
me caía muchas veces y en ocasiones me hacía lesiones importantes. Era un
cabezota y siempre quería llegar más lejos, más alto, pero me encantaba el
riesgo, la aventura, la locura. No estaba loco evidentemente. Era un deporte
maravilloso, pero demasiado arriesgado porque me jugaba la vida en cada subida.
Tenía que haber dicho que no.
Y así podría poner más ejemplos, pero con estos es
suficiente para ilustrar el tema de hoy. Pensad siempre mucho las cosas, o lo
suficiente para no agobiaros, antes de decir sí o no a algo por si la respuesta
más adecuada es decir que no. Salud y suerte.
José Cuadrado
Morales
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