Durante mis muchos años de
relaciones con los psiquiatras en la Sanidad Pública, en las
consultas privadas, en psicoterapias individuales y de grupo , y
otros tipos de psicoterapias más modernas, con tratamientos de
pastillas de lo más variados y con un solo ingreso en una Unidad de
Psiquiatría he aprendido mucho.
Ellos me han hecho ver muchas
cosas importantes como puede ser el tema de la autoestima, es decir,
el valor de uno mismo, el amor que se tiene uno a sí mismo. Es algo
fundamental e imprescindible para vivir. Sin autoestima muchas cosas
fallan, aumentan los sentimientos de culpa y otros desfases que
llevan al enfermo nervioso ( expresión que me gusta más que la de
enfermo mental) a una situación de intolerancia absoluta a la
enfermedad que padezca.
Hay una prioridad en el
tratamiento psiquiátrico de una persona con problemas de nervios:
despertar su autoestima, su amor a sí mismo, con conciencia del yo,
no como acto egoísta, sino como reconocimiento de la importancia que
tiene en el mundo, de que el lugar que ocupa en el mundo no lo ocupa
ninguna otra persona. Es decir, yo soy un ser único e irrepetible,
con concomitancias con otras personas, pero con peculiaridades
absolutas de mí mismo. Yo defiendo mi yo, la supremacía del yo
frente a la enfermedad, la defensa del yo como motor de la curación.
Y eso no le importa a nadie. A
nadie hay que darle explicaciones de cómo somos, no tenemos que
andar con justificaciones de nuestra personalidad, como pidiendo
perdón constantemente, signo muy claro de un problema muy arraigado
de falta de autoestima. No hay que pedir perdón por lo que somos ni
por cómo somos. Simplemente tenemos que mostrarnos con nuestra
propia naturaleza, naturalmente con la intención de cambiar todo lo
que puedan ser defectos que perturben nuestra personalidad y nuestra
relación con el mundo y con todas las personas con las que tenemos
más o menos vínculos de relación.
Es decir: no hay que dar
explicaciones de nuestra personalidad, no debemos andar
justificándonos constantemente. Si hacemos algo mal sí debemos dar
explicaciones, pero un comportamiento natural, normal lleva a la
persona a estar en el mundo cómodamente consigo mismo y con su
entorno, con la ausencia máxima de conflictos, sin grandes
enfrentamientos con la realidad.A nosotros nos importa nuestro
yo. A los demás no tiene por qué importales nuestro ser interior. Y
los psiquiatras y psicólogos potencian el yo como arma fundamental
para luchar contra la enfermedad nerviosa que se padezca.
Si uno reafirma su yo tiene
fuerzas sobradas para luchar contra sus problemas y también contra
las problemas que aparecen en la vida cotidiana, que son muy variados
y que surgen cuando menos lo esperamos. La problemática es
inevitable y tenemos que hacer frente a ella con mucho coraje y con
mucha conciencia del yo individual intransferible.
Soy yo y a quién excepto a mí
le importa. Ése es el lema y así lo tengo escrito en uno de mis 17
libros publicados. El personaje principal defiende la voluntad de su
valor en el mundo, de que ocupa un sitio que nadie más puede ocupar.
Las intervenciones sobre el yo
personal son sólo exclusiva de nosotros mismos. Cuando ese yo está
enfermo surge la enfermedad nerviosa. Hay que curar al yo para que
podamos subir hacia arriba, salir a flote, tener más dignidad, no
atacar a nadie, mejorar nuestra relación con el mundo y con todos
los factores que afectan a la vida cotidiana.
He tenido psiquiatras y
psicólogos que me han enseñado muchos trucos para defender mi yo,
mi propia persona , el valor que yo tengo que cotizar en la Bolsa de
la vida, en la existencia con muchos factores.
Los conflictos que se generan
no debe herir nuestro yo. Y si estamos tristes o ansiosos o
depresivos el yo debe estar al margen para que no caiga enfermo. Y si
cae enfermo debemos curarlo de inmediato para que todo nuestro
equilibrio se restablezca. Si no me importa el yo a mí, a quién le
va a importar. Debemos de ser conscientes de este hecho: nuestra vida
depende fundamentalmente de nosotros mismos y de las decisiones que
tomemos constantemente, que son muchas. Constantemente estamos
tomando decisiones. La vida es eso precisamente: la toma de
decisiones permanente. El yo debe de ayudarnos permanentemente para
que no caigamos en la enfermedad y si caemos curarnos, levantarnos de
nuevo y seguir adelante con la mayor dignidad posible.
Es muy fácil caer en una
enfermedad de nervios. Y es muy difícil muchas veces salir de ella.
Hay que poner mucho esfuerzo y tenemos que trabajar mucho nuestro yo
para tirar hacia adelante. Pero no debemos rendirnos, no podemos
sucumbir por grande que sea la dificultad. Hay que ser duros y mirar
por nosotros mismos porque seguramente los demás estén mirando por
ellos mismos. Se trata de una cuestión de mera y simple
supervivencia. Hay que sobrevivir porque somos seres humanos pero
también supervivientes hasta que llega el momento de morir. Pero hay
que morir con dignidad y vivir con más dignidad aún si ello es
posible.
La dignidad nos hace fuertes
ante la enfermedad . Una persona digna es más sólida para afrontar
un ataque de cualquier enfermedad nerviosa. Y el yo tenerlo siempre a
la defensiva por si algo quiere atacar nuestras reservas de energía.
Que el yo esté vigilante, que sea nuestro permanente guarda de
seguridad, nuestra propiedad privada, nuestro guardaespaldas.
Soy yo y a quién excepto a
mí le importa debe de ser un lema de todos los enfermos nerviosos.
Debemos de tener la fuerza de voluntad suficiente para mantener
siempre alerta el yo para defendernos de todas las crisis que las
enfermedades nerviosas nos plantean.
Hay que estar más seguros de
nosotros mismos. Tenemos que defendernos también de nuestros propios
ataques porque muchas veces somos nuestros propios enemigos y no
somos del todo conscientes de ello.
Así que amigos lectores a
luchar todo lo posible por defender el yo personal e intransferible,
ése que debe de ser lo más importante de nuestra vida. Defiendo el
yoísmo, igual que hago con la Literatura, en la que trato mucho el
tema del yoísmo, de la defensa de la autonomía personal para
sobrevivir en una jungla muy dura como es la vida, de la que se
puede esperar todo lo bueno, pero también todo lo malo del mundo.
Estad alertas siempre a todos
los ataques para que la felicidad sea herida lo menos posible. Y no
preocupaos sólo de vosotros mismos. También de los demás. Porque
el yo no excluye a nadie. Simplemente nos permite ser mejores para
nosotros y para todos los demás. Salud y suerte.
José
Cuadrado Morales
Enhorabuena por esta reflexión, por tu lema, por tus libros publicados, por tu Yo tan valiente. Enhorabuena por quererte, por cuidarte, por hacerte protagonista de tu vida, no muchas personas pueden decir lo mismo.
ResponderEliminarUn saludo. F
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEstimada Flores al Sol: gracias por tu comentario tan elogioso. Me ha costado mucho trabajo llegar hasta aquí y mantenerse cuesta también mucho trabajo, pero espero y deseo conseguirlo. Cuento con el apoyo de personas y lectores. Tú entre ellas. Muchas gracias. José Cuadrado Morales.
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