Con dos moras hice los ojos,
con dos manzanas las mejillas,
las aguas de un manantial
se congelaron en los labios
le coloreé el pelo
con el color de
azabache,
con arcilla de la
sierra
le construí la nariz.
Aquella tarde robé
al campo todo su
encanto,
cuando te hube terminado
vi que podía
abandonarlo.
José
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