Tengo un amigo catalán, más
concretamente de Mataró, Barcelona, que llama yuyu a todos los
problemas relacionados con la salud mental. A todas las enfermedades
nerviosas.
Él es budista y ve la vida
desde la perspectiva zen que practica y no concede mucha importancia
a los problemas nerviosos. Son episodios que no entiende demasiado
bien en su visión relajada y tranquila de la existencia.
El otro día me preguntó
cuándo me había dado el primer yuyu, es decir, la primera
manifestación de mi enfermedad. Le dije que con siete años, cuando
mi padre estaba en el clímax de su enfermedad mental. Justo cuando
él estaba llegando a su peor momento de su enfermedad mental caí yo
en ella, aunque eran cosas diferentes, aunque en un principio
compartíamos médico.
Yo no sabía muy bien lo que
pasaba porque era un niño. Sólo sé que me sentía fatal, como si
un tren me hubiera pasado por encima de lo mal que me sentía y de lo
mal que sentía podía llegar a estar. Me daba miedo estar enfermo.
Nunca había estado enfermo, pero el yuyu estaba manifestando una
enfermedad mental que no me dejaría tranquilo ya el resto de mi
vida. Tenía yuyu para rato.
El yuyu se ha presentado en
los momentos clave de mi vida. Cuando estudiaba en el instituto quise
dejar los estudios, pero entre el jefe de estudios y mi madre me
convencieron para que no lo hiciera. El yuyu siempre me llevaba hacia
el abismo, hacia abandonarlo todo porque me hacía no tener fuerzas
para nada, para soportar lo más mínimo. A pesar de todo saqué el
bachillerato con matrícula de honor y pude ir a la Universidad.
Pero en la Universidad no
estuve mucho tiempo porque el yuyu se presentó con fuerza y no me
dejaba tranquilo. Yo estudiaba dos carreras: Periodismo y Filología
Hispánica. Dejé las dos carreras, la primera en tercero y la
segunda en segundo. No podía aguantar más el dolor y abandoné. Mis
padres lo entendieron muy bien y nunca les estaré lo suficientemente
agradecidos por su infinita comprensión.
Estuve después trabajando en
un bar y aguanté bien dos años, sin yuyus ni nada. Después estuve
trabajando en Estadística. Bien. Sin problemas. Le tenía un poco de
miedo a que el yuyu apareciera en cualquier momento pero estaba
aletargado. Después entré a trabajar en la Junta de Andalucía, en
la Consejería de Economía y Hacienda. Allí estuve siete años
hasta que un yuyu apareció de forma brutal en mi vida. No me lo
esperaba con tanta intensidad y me dejó completamente destrozado.
Acabé con una baja definitiva
y me dieron al final la Invalidez Permanente Total que me permite
estar ahora mismo cobrando mi pensión y llevando mi vida adelante.
El yuyu parcialmete ha triunfado. Pero hay algo que nunca me ha hecho
abandonar el yuyu y es la Literatura. Siempre he sido escritor y he
estado escribiendo toda mi vida.
El próximo año publicaré mi
libro número 17, la tercera novela de una trilogía titulada
Monólogo en clave neurótica. Todavía no tiene título la tercera
obra. Pronto va a entrar en fase de corrección, concretamente el día
6 de diciembre.
Lo hago todos los años y
todos los yuyus no pueden con ella. Tengo para ello una voluntad de
hierro. He abandonado muchas cosas en mi vida pero nunca la
Literatura. Siempre hemos permanecido fieles mutuamente y nunca nos
hemos abandonado.
De vez en cuando me dan yuyus
esporádicos que me duran un día o dos, a veces sólo unas horas,
pero aguanto bien. Tengo una enorme capacidad de resistencia y puedo
aguantar todos los malos momentos que me hacen vivir.
Los yuyus tienen sus propias
reglas y pueden con nosotros en muchos momentos pero en otros muchos
somos nosotros los que podemos con ellos. No hay que dejarse
abandonar ni dejar de luchar por fuertes que sean los ataques de los
yuyus.
Hay que saber resistir a todos
los ataques que nos hacen daño y que pretenden destruirnos porque
ése es el objetivo final de los yuyus. Pueden ser depresiones,
neurosis diversas, esquizofrenias, psicosis, trastornos obseso
compulsivos como es mi caso y un largo etcétera. Los yuyus se
presentan en muy diversas formas y no hay que tenerles miedo porque
igual que vienen con mucha fuerza tenemos que resistir con la misma
intensidad.
Los yuyus tienen sus puntos
flacos y hay que saber penetrarlos para derrotarlos y que no nos
coman el terreno a nosotros. Los yuyus también son vulnerables. Yo
estoy vivo y eso es ya una victoria hermosa. El yuyu, mi yuyu no ha
acabado con mi vida. Permanezco fuerte a todos sus ataques y me
defiendo bien de todas las acometidas que realiza contra mí.
Hay que tener una confianza
enorme en uno mismo para no dejarse vencer por los yuyus, sea el que
sea.
No hay que rendirse nunca
porque entonces el yuyu hará el ataque final y acabará
destrozándonos y eso es algo que no podemos permitir porque hemos
nacido para ser felices no para ser víctimas de los yuyus.
Hay miles, millones de
personas que padecen yuyus y no deben de temerlos en absoluto porque
no tienen por qué destruir más vidas. Los yuyus han acabado con
muchas vidas y de muchas maneras, pero tenemos que conseguir que no
acaben con ninguna vida más. Todos contra los yuyus. Ése es el
lema. Y tenemos que tenerlo muy claro para que no seamos víctimas
sino verdugos, que no tengamos piedad en absoluto.
El yuyu no tiene piedad, pues
nosotros tampoco. A todos los amigos que padecen yuyus, es decir,
enfermedades mentales, les invito a estar en esta causa para derrotar
todo lo que quiere derrotarnos a nosotros. NOSOTROS SOMOS LOS
VENCEDORES. Esto tenemos que meternos en la cabeza. Y que no se
olvide nunca. Salud y suerte.
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