jueves, 13 de diciembre de 2018

EL YUYU

Tengo un amigo catalán, más concretamente de Mataró, Barcelona, que llama yuyu a todos los problemas relacionados con la salud mental. A todas las enfermedades nerviosas.
Él es budista y ve la vida desde la perspectiva zen que practica y no concede mucha importancia a los problemas nerviosos. Son episodios que no entiende demasiado bien en su visión relajada y tranquila de la existencia.
El otro día me preguntó cuándo me había dado el primer yuyu, es decir, la primera manifestación de mi enfermedad. Le dije que con siete años, cuando mi padre estaba en el clímax de su enfermedad mental. Justo cuando él estaba llegando a su peor momento de su enfermedad mental caí yo en ella, aunque eran cosas diferentes, aunque en un principio compartíamos médico.
Yo no sabía muy bien lo que pasaba porque era un niño. Sólo sé que me sentía fatal, como si un tren me hubiera pasado por encima de lo mal que me sentía y de lo mal que sentía podía llegar a estar. Me daba miedo estar enfermo. Nunca había estado enfermo, pero el yuyu estaba manifestando una enfermedad mental que no me dejaría tranquilo ya el resto de mi vida. Tenía yuyu para rato.
El yuyu se ha presentado en los momentos clave de mi vida. Cuando estudiaba en el instituto quise dejar los estudios, pero entre el jefe de estudios y mi madre me convencieron para que no lo hiciera. El yuyu siempre me llevaba hacia el abismo, hacia abandonarlo todo porque me hacía no tener fuerzas para nada, para soportar lo más mínimo. A pesar de todo saqué el bachillerato con matrícula de honor y pude ir a la Universidad.
Pero en la Universidad no estuve mucho tiempo porque el yuyu se presentó con fuerza y no me dejaba tranquilo. Yo estudiaba dos carreras: Periodismo y Filología Hispánica. Dejé las dos carreras, la primera en tercero y la segunda en segundo. No podía aguantar más el dolor y abandoné. Mis padres lo entendieron muy bien y nunca les estaré lo suficientemente agradecidos por su infinita comprensión.
Estuve después trabajando en un bar y aguanté bien dos años, sin yuyus ni nada. Después estuve trabajando en Estadística. Bien. Sin problemas. Le tenía un poco de miedo a que el yuyu apareciera en cualquier momento pero estaba aletargado. Después entré a trabajar en la Junta de Andalucía, en la Consejería de Economía y Hacienda. Allí estuve siete años hasta que un yuyu apareció de forma brutal en mi vida. No me lo esperaba con tanta intensidad y me dejó completamente destrozado.
Acabé con una baja definitiva y me dieron al final la Invalidez Permanente Total que me permite estar ahora mismo cobrando mi pensión y llevando mi vida adelante. El yuyu parcialmete ha triunfado. Pero hay algo que nunca me ha hecho abandonar el yuyu y es la Literatura. Siempre he sido escritor y he estado escribiendo toda mi vida.
El próximo año publicaré mi libro número 17, la tercera novela de una trilogía titulada Monólogo en clave neurótica. Todavía no tiene título la tercera obra. Pronto va a entrar en fase de corrección, concretamente el día 6 de diciembre.
Lo hago todos los años y todos los yuyus no pueden con ella. Tengo para ello una voluntad de hierro. He abandonado muchas cosas en mi vida pero nunca la Literatura. Siempre hemos permanecido fieles mutuamente y nunca nos hemos abandonado.
De vez en cuando me dan yuyus esporádicos que me duran un día o dos, a veces sólo unas horas, pero aguanto bien. Tengo una enorme capacidad de resistencia y puedo aguantar todos los malos momentos que me hacen vivir.
Los yuyus tienen sus propias reglas y pueden con nosotros en muchos momentos pero en otros muchos somos nosotros los que podemos con ellos. No hay que dejarse abandonar ni dejar de luchar por fuertes que sean los ataques de los yuyus.
Hay que saber resistir a todos los ataques que nos hacen daño y que pretenden destruirnos porque ése es el objetivo final de los yuyus. Pueden ser depresiones, neurosis diversas, esquizofrenias, psicosis, trastornos obseso compulsivos como es mi caso y un largo etcétera. Los yuyus se presentan en muy diversas formas y no hay que tenerles miedo porque igual que vienen con mucha fuerza tenemos que resistir con la misma intensidad.
Los yuyus tienen sus puntos flacos y hay que saber penetrarlos para derrotarlos y que no nos coman el terreno a nosotros. Los yuyus también son vulnerables. Yo estoy vivo y eso es ya una victoria hermosa. El yuyu, mi yuyu no ha acabado con mi vida. Permanezco fuerte a todos sus ataques y me defiendo bien de todas las acometidas que realiza contra mí.
Hay que tener una confianza enorme en uno mismo para no dejarse vencer por los yuyus, sea el que sea.
No hay que rendirse nunca porque entonces el yuyu hará el ataque final y acabará destrozándonos y eso es algo que no podemos permitir porque hemos nacido para ser felices no para ser víctimas de los yuyus.
Hay miles, millones de personas que padecen yuyus y no deben de temerlos en absoluto porque no tienen por qué destruir más vidas. Los yuyus han acabado con muchas vidas y de muchas maneras, pero tenemos que conseguir que no acaben con ninguna vida más. Todos contra los yuyus. Ése es el lema. Y tenemos que tenerlo muy claro para que no seamos víctimas sino verdugos, que no tengamos piedad en absoluto.
El yuyu no tiene piedad, pues nosotros tampoco. A todos los amigos que padecen yuyus, es decir, enfermedades mentales, les invito a estar en esta causa para derrotar todo lo que quiere derrotarnos a nosotros. NOSOTROS SOMOS LOS VENCEDORES. Esto tenemos que meternos en la cabeza. Y que no se olvide nunca. Salud y suerte.


José Cuadrado Morales




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