Recuerdo ahora una película
del año 1981 dirigida por Lawrence Kasdan (que había sido antes
guionista) y protagonizada por William Hurt y Kathleen Turner (en uno
de sus primeros papeles protagonistas, de los dos) titulada Fuego en
el cuerpo.
Cuenta la pasión que surge
entre los dos protagonistas en un ambiente de un terrible calor. Todo
el mundo habla del calor. El personaje que interpreta Kathleen no
quiere que le hablen del calor para nada. Está cansada de la misma
monotonía porque todo el mundo habla siempre de lo mismo.
El personaje que interpreta
William se siente terriblemente atraído por ella y se acerca durante
una noche de playa. Antes de que diga nada Kathleen le dice: “Háblame
de lo que sea, pero no me hables del calor”. Ya le advierte de su
hartazgo por el mismo tema de siempre.
Y así hace él. Le hace el
cortejo sin hablarle del calor, pero el calor es el que hace que
empiece a nacer entre ellos una profunda pasión. Profunda y brutal
como dice el título de la película: Fuego en el cuerpo.
Planearán incluso el
asesinato del marido de ella para quitarse rivales de encima, tal es
su pasión. Y nunca hablan de calor, pero la pasión les come por
completo.
Es muy habitual en estos días
de verano que se hable del calor. Es un tema recurrente. Muchas
conversaciones se inician con este tema. Si bien el resto del año el
tiempo en general siempre es un tema socorrido de conversación
cuando no se sabe de qué hablar.
Hace escasos días hablábamos
de que no venía la calor. De que estaba el tiempo muy fresquito para
la época del año en que estábamos. No era normal. Pero de pronto
se ha venido la calor y ya estamos en los 35 grados de temperatura
media. La gente se agobia un montón y busca el aire acondicionado,
las bebidas frías, los helados, los ambientes fresquitos, las
salidas de tarde o de noche, todo lo que ayude a combatir la calor.
La calor ya está aquí y no
es precisamente una calor cinematográfica sino una calor real,
pegajosa, que se adhiere a la piel con una profunda fuerza. A mí me
pasa por la mañana: cuando me levanto es cuando más calor tengo y
sudo mucho. Después durante el día sobrellevo mejor la calor. Pero
para mí las mañanas son muy malas. No sé por qué porque hace
menos temperatura. Pero sudo como un condenado. Y tardo en superar la
situación hasta que encuentro un lugar donde me hallo fresquito y
puedo salir adelante.
Cuando estoy sentado en el bar
desayunando el camarero saca siempre el tema del tiempo. Es como un
pregonero de la temperatura. Cuando él habla todo el mundo habla del
calor. Todo el mundo se siente agobiado por lo mismo y nadie sabe
cómo escapar de aquello que es normal en este tiempo del año.
Toca sudar. Ahora mismo estoy
escribiendo el artículo semanal sin calor ninguno porque está
puesto el aire acondicionado. Pero cuando he llegado esta mañana muy
temprano estaba todo cerrado y hacía mucha calor. Y ése ha sido el
primer comentario del día por parte de una funcionaria. La
temperatura que hacía. Pero no podemos esperar otra cosa.
Si estuviéramos en una
conferencia sobre el cambio climático con Donald Trump en ella
seguramente haría una broma sobre la temperatura como ya hizo en la
última cumbre climática. Hizo un chiste de mal gusto sobre la
elevación de la temperatura del planeta y no sé a quién le pudo
hacer gracia el nuevo exabrupto del curioso mandatario republicano.
Está bien hacer chistes sobre el calor si con esos chistes se pasa
mejor los malos momentos, pero no a costa de la salud del planeta.
Todos sabemos cómo es Trump. Robert de Niro diría que este hombre
no riega bien.
Hablar del calor es un buen
motivo para ligar, como hacían en la película Fuego en el cuerpo.
Se entabla una conversación y a raíz de eso puede surgir cualquier
cosa. Además se va más ligero de ropa y eso genera más sensualidad
que posibilita los acercamientos románticos y los arrebatos
pasionales. Muchas personas van excesivamente ligeras de ropa. No por
estar más desabrigado se tiene menos calor. Yo estoy hoy con mangas
largas y no tengo calor. Cuento con el apoyo del aire acondicionado,
pero tampoco tenía calor en la calle cuando venía para la Ura.
En un momento donde no hay
conversación ninguna y el silencio se hace violento es bueno
recurrir al tiempo para romper ese silencio incómodo. A raíz de eso
empiezan a salir temas de conversación con facilidad y todo resulta
más ligero. Es cuestión de empezar y el calor sirve para iniciar
muchas conversaciones.
El calor puede producir
nerviosismos y otras alteraciones orgánicas. No sabe uno dónde
meterse muchas veces y es fácil que surja la violencia. Hay quienes
justifican matanzas y otras barbaridades por el aumento desmedido del
calor. No sé por qué. Científicos hay que estudian estas
reacciones y encuentran los porqués de tan extraños
comportamientos.
El calor genera también
pesadez de cuerpo y otras actitudes que no son nada agradables. Se
suele decir: “Estoy que no puedo con mi cuerpo”. Es debido a esa
pesadez tremenda que deja el cuerpo flojo, como flotando, como
tendido con pinzas en un cordel de la ropa.
Los médicos suelen mandar
complementos vitamínicos para fortalecer el organismo y vencer la
astenia que genera el calor. O mandar otros productos como el
gingseng para dar fortaleza al organismo que está francamente
abatido por el dichoso calor.
Sin querer o queriendo estoy
hablando del calor yo también. Me está sirviendo para escribir un
nuevo artículo . Pero no me hablen del calor. Prefiero otros temas.
La calor llegará un momento en que pase y sea sustituida por el frío
que no sabemos qué es peor. Supongo que tendemos a quejarnos siempre
del tiempo que hace cuando lo más sencillo es aceptar el tiempo que
hace en cada momento y tirar para adelante. No queda otra.
Ahora, por ejemplo, a irse a
la playa, o a las piscinas, o a las grandes superficies que están
muy fresquitas y no hay por qué comprar nada porque nadie te está
siguiendo de cerca como en una tienda pequeña. Hay que combatir el
calor de muchas maneras para disminuir sus efectos nocivos sin darle
más importancia.
Y si surgen pasiones como la
de los protagonistas de Fuego en el cuerpo pues a darles rienda
suelta pero sin matar a nadie. Si se tiene fuego en el cuerpo lo
mejor es apagarlo de la manera más lógica posible. No hay que ir
contra corriente, contra la madre Naturaleza. Ella es más sabia que
todos nosotros.
Dejémonos llevar por la
calor, o por el calor, y sintamos que el tiempo pasa muy deprisa y ya
mismo nos estamos quejando del frío como si el calor nunca hubiera
tenido lugar.
Somos así. Y así un año
tras otro. Invariables. Salud y suerte.
José
Cuadrado Morales
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