Los
que siguen habitualmente mis artículos habrán observado que insisto
mucho en que tengo 56 años. Me está afectando cada vez más el paso
del tiempo. Me está ocurriendo lo mismo que a mi madre, que siempre
decía que le temía más a la vejez que a la enfermedad. Eso siento
yo cada vez más con más frecuencia.
Con
mi carácter obsesivo-compulsivo esto se está convirtiendo cada vez
más en una obsesión. Y hay cosas que hacen que la idea sea más
fuerte, como lo que me ha ocurrido recientemente.
Hace
unas tres semanas subía un poco deprisa las escaleras de mi casa y
en el último escalón tropecé y me caí. Diversos traumatismos que
se han ido aliviando poco a poco. Pero sobre todo una herida en la
pierna derecha a la que no le eché cuenta. Pasados tres días me
dolía mucho y fui al médico: la herida se había infectado. Tenía
que empezar a curarme.
Hoy
me toca la sexta cura. El problema es que la herida se ha convertido
en una pequeña úlcera, lo cual es más difícil de curar porque
tarda más en cerrarse. Y es que tengo en contra mis problemas de
circulación y mis problemas de azúcar. No sé cuántas curas más
necesitaré. La enfermera dice que va bien la úlcera pero que es muy
lento y necesitaré muchas curas.
Hace
pocos años me habría caído igual pero no se me hubiera formado la
úlcera porque no tenía problemas de circulación ni de azúcar.
Ahora tengo 56 años y veo que mi cuerpo no me responde como yo
quería. Me estoy acercando peligrosamente a los 60 años y tengo un
poco de miedo porque el 6 por delante impone mucho.
Me
veo mayor. Y sólo tengo 56 años. Cuando tenga 70 no sé qué va a
ser de mí si no cambio de mentalidad. Tengo que hacerlo por fuerza
porque si no mi vida se puede convertir en un infierno. Tengo un
julio pendiente una prueba porque tengo una situación de riesgo
cardiovascular. Creo que me la han mandado fundamentalmente para
meterme miedo y hacer que pierda peso (me sobran un buen puñado de
kilos), que me cuide más el azúcar y que me siga tomando, como
hago, las pastillas para la tensión.
La
vejez, aunque mi madre dijera lo que dijera, está asociada a la
enfermedad. Las cosas que me pasan ahora no me pasaban hace sólo 10
años. Y ello me preocupa y me obsesiona. Y no quiero más
obsesiones.
Pero
el paso del tiempo no sólo me afecta a la visión de la enfermedad,
sino a muchas otras cosas. Quiero seguir con mi labor de escritor. No
quiero dispersarme y sí seguir concentrado en mi trabajo de publicar
un libro cada año. Creo que si el tiempo me respeta podré publicar
todos los libros que tengo pensados. De momento el tema va muy bien y
se están cumpliendo todos los plazos. El próximo libro a salir será
mi segunda novela, segunda de una trilogía que empecé el año
pasado.
Estoy
contento con mi trabajo de escritor y me alegra haber superado la
dispersión tan grande que tenía. Estaba perdido en demasiadas cosas
y ahora estoy centrado en la publicación y ya está.
También
me afecta el paso del tiempo en el tema de las relaciones de pareja.
Yo me casé y me divorcié. Y el divorcio me robó muchos años de mi
vida por la depresión en la que caí. Ahora no quiero iniciar
ninguna nueva relación. No quiero volver a sufrir lo mismo ni perder
el tiempo que ese sufrimiento suponía. Tengo relaciones esporádicas
y ya está. No dejan huella. Sirven para lo que sirven y punto. Pero
no quiero ninguna relación seria, aunque también me asusta llegar a
la vejez solo sin nadie que me acompañe y me ayude en todos los
sentidos. De momento prefiero la soledad. A veces sufro, pero menos
que estando acompañado.
He
tenido una relación esporádica con Loli, la chica que conocí de
madrugada después de uno de mis catastróficos fines de semana. Por
cierto que este fin de semana ha sido muy bueno gracias al fútbol:
he visto 7 partidos del Mundial de Rusia y he estado muy distraído.
Estoy cansado durante la temporada de todos los partidos de pago y
ahora puedo hartarme como dice mi hermana pequeña. Pues me estoy
hartando y eso me distrae enormemente que es una de las cosas que más
necesita una persona con trastorno obsesivo compulsivo.
La
relación con Loli ha sido satisfactoria y le estoy muy agradecido al
fin de semana que me llevó al insomnio y a encontrarme con ella.
Sintonizamos y de ahí surgió sin más una relación sin compromiso.
Vernos, estar juntos y cada uno para su casa. Y mientras compartimos
nuestra pasión por la Literatura, los libros, nuestros mutuos
escritos, etc.
El
paso del tiempo lo veo mucho en mi hermana pequeña que tiene
esclerosis múltiple. A medida que pasa el tiempo está peor y la
enfermedad le está anulando progresivamente órganos. Últimamente
han sido los riñones. Tiene que tener sonda permanente puesta para
poder orinar porque los riñones ya no le funcionan. La sonda la
lleva a muchas infecciones y está continuamente con antibióticos.
Es la pescadilla que se muerde la cola. Y no aparecen más
medicamentos nuevos contra la esclerosis. Sigue con la misma
medicación y no mejora. Ya utiliza mucho la silla de ruedas normal.
Le han mandado también una silla de ruedas motorizada para que
aumente su autonomía. A ver cómo evoluciona. Pero veo que el paso
del tiempo se está cebando con ella y eso me afecta psicológicamente
mucho. Y eso lo sabe ella, sabe del sufrimiento que padezco al ver su
propio sufrimiento.
Lo
mismo me pasa al ver a mi hermana mayor. Sus problemas de corazón se
van complicando, así como sus problemas de estómago. Su cuerpo
también empieza a fallar. Tiene 58 años, dos más que yo. Y eso me
asusta mucho. Dentro de nada yo tendré 58. Vivo una carrera a lo
Fernando Alonso contra el reloj. Ya digo que estoy obsesionado. Una
persona normal lo vería de otra forma. Pero yo no tengo ninguna
normalidad a la hora de juzgar el paso del tiempo.
Decía
un abogado Presidente del Ateneo Popular de Sevilla que la juventud
es un defecto que lo cura el paso del tiempo. De eso hace ya 30 años,
cuando yo daba conferencias, pregones, participaba en muchas mesas
redondas y debates. Tenía una actividad dispersa como he dicho
antes. Pues han pasado los 30 años y el defecto se ha curado: ya no
soy joven, aunque tampoco un anciano. Puedo estar tranquilo, pero no
lo estoy. Tengo que centrarme más en mí mismo. Tengo que centrarme
más en curar mi enfermedad, mi TOC para llevar una vida más
saludable, de más calidad. En ello pongo mis fuerzas todos los días
de mi vida. Es una labor constante que requiere un enorme esfuerzo.
Estoy dispuesto a hacer el esfuerzo que haga falta. Me están
ayudando mucho los profesionales y la nueva terapia: entrenamiento
meta-cognitivo.
Lo
que yo pueda resolver por mí mismo lo resolveré. Y el tema del TOC
depende básicamente de mi voluntad, de mi autodominio, del control
de mi voluntad. Estoy luchando lo que no hay en los escritos por
superarlo.
Tengo
que administrar mejor mi tiempo libre para no sentir que lo pierdo.
Ahora lo estoy invirtiendo mucho como he dicho en el Mundial de
Rusia. Cuando pase el Mundial veré lo que hago. Con tranquilidad.
Con diligencia, pero sin obsesionarme. No quiero que el paso del
tiempo se transforme en una obsesión de proporciones mastodónticas
como ha pasado con otras.
Yo
tengo el problema en mis manos. Es decir, yo tengo también la
solución y debo de afrontar el problema con naturalidad y sin
cobardía, aplicando uno de mis lemas: autoestima, flexibilidad, no
todo debe de ser perfecto, seguridad, sin miedo.
Ya
os iré contando poco a poco mi lucha y los logros que voy
consiguiendo. Salud y suerte.
José
Cuadrado Morales
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