En 1982 el realizados Ted
Kotchef dirigió la película Acorralado, titulada en el original
First Blood y basada en la novela del mismo nombre. La película dio
a conocer al personaje John Rambo interpretado por Sylvester
Stallone. Había otros actores importantes en la cinta como Brian
Dennehy y Richard Crenna, que interpretaba al Coronel Truman.
La película tuvo una
excelente acogida y permaneció en los cines Avenida más de un año,
cosa hoy impensable para cualquier película por mucha publicidad que
se le dé. La cinta estaba francamente bien. A mí me gustó
bastante. Era un película de acción bien construida y con la
duración exacta que debía de tener.
Después de Acorralado
vendrían Rambo II y Rambo III. Muchos años después vendría la
precuela John Rambo, todas interpretadas por Sylvester Stallone.
Viene todo esto a cuento de
que Rambo está traumatizado por la Guerra del Vietnam. Tiene
frecuentes pesadillas relacionadas con la guerra. Y le cuesta trabajo
adaptarse a la sociedad después de tanto tiempo en la selva. Creo
que es en la segunda parte cuando el Coronel Truman le pregunta:
“¿Cómo vivirás John?” y Rambo contesta: “Día a día”.
Siempre me llamó la atención esa respuesta escueta y tan cierta.
Día a día. No cabe mayor lección en tres escuetas palabras.
Yo desde entonces he intentado
aplicarme el cuento de la frase y vivir día a día. Creo que es la
mejor manera de hacerlo como enfermo mental. Con los problemas que se
tiene con la mal llamada enfermedad mental lo mejor es vivir
siguiendo las 24 horas del día porque nunca sabes cómo te vas a
encontrar, qué te va a pasar.
Esta noche por ejemplo me he
sentido muy mal con la ansiedad y me levantado a las 0.30. He hecho
unas cuantas cosas y me he ido a la calle, a andar, a pensar, a
rumiar un poco en mi enfermedad. He ido al cajero automático a sacar
dinero que tenía que ingresar por la mañana para hacer frente a
unos pagos. Cuando ha llegado la hora he ido a desayunar y he leído
la prensa deportiva. Me he ido relajando poco a poco y a eso me ha
ayudado tomarme un alprazolam de 1 mg.. Rara vez me tomo una pastilla
cuando tengo un cuadro agudo de ansiedad, pero hoy he necesitado la
medicación adicional.
En el bar me he relajado
bastante. Después he paseado otro poco y he ido al Banco a ingresar
el dinero para esos pagos que me urgen. He vuelto a dar un paseo y me
he venido para la Ura. He tenido relajación y lógicamente me he
quedado dormido. Y ahora estoy escribiendo este artículo contando lo
que me ha deparado la vida en las últimas 12 horas aproximadamente.
Nunca sabes qué te va a
pasar. No se pueden hacer planes con la enfermedad. Ella está como
delante de ti, con poder, con una dictadura terrible en la que somos
esclavos que a veces no podemos hacer nada. Simplemente defendernos
como podemos. Yo me he defendido con el alprazolam y mucha
constancia. Y paseando. Y ahora me siento bastante mejor y tengo
voluntad para escribir este artículo semanal.
Hay muchas veces que tengo crisis de ansiedad. Me rebosa el Trastorno Obsesivo Compulsivo y no sé cómo defenderme. Tengo claro que no quiero empastillarme. No me quiero pasar la vida dormido. Quiero tener los ojos abiertos para poder defenderme mejor de mi enemiga la enfermedad. Me alío con ella y tiro para adelante porque no puedo ir para detrás, no puedo acobardarme porque entonces la enfermedad se apodera más de mí. Es un consejo que doy a todos los lectores: aliarse con la enfermedad y no recular, no ir atrás porque entonces la enfermedad te acorrala y es cuando no sabes verdaderamente qué hacer.
Hay muchas veces que tengo crisis de ansiedad. Me rebosa el Trastorno Obsesivo Compulsivo y no sé cómo defenderme. Tengo claro que no quiero empastillarme. No me quiero pasar la vida dormido. Quiero tener los ojos abiertos para poder defenderme mejor de mi enemiga la enfermedad. Me alío con ella y tiro para adelante porque no puedo ir para detrás, no puedo acobardarme porque entonces la enfermedad se apodera más de mí. Es un consejo que doy a todos los lectores: aliarse con la enfermedad y no recular, no ir atrás porque entonces la enfermedad te acorrala y es cuando no sabes verdaderamente qué hacer.
Otras veces venzo las crisis
de ansiedad escribiendo como ahora lo que siento. Cuento punto por
punto toda mi experiencia con la enfermedad. Ella es mi enemiga y lo
tengo claro, pero a veces hay que hacerla amiga para que no nos hunda
del todo. Hay que estar siempre alerta porque sus poderes son
enormes, sea la enfermedad que sea. La mía tiene mucho poder y en
muchas ocasiones puede conmigo y me dejo arrastrar por su influencia.
Pero otras veces soy yo el que vence y tira para adelante como si
nada hubiera pasado y vuelvo a mi vida normal.
Pero eso no ocurre siempre
así. Muchas veces la enfermedad me puede y me ocasiona un
sufrimiento enorme del que no me puedo defender. No sé qué hacer.
Me desespero. No quiero tomar medicación. Doy vueltas por la casa.
Salgo a la calle. Ando. Me pierdo en el mundo. Soy un ser con
problemas perdido en un mundo de problemas y no sé por dónde tirar.
Pero tiro. Sigo vivo. La desesperación nunca es tan grande como para
pensar en el punto y final. Soy un enemigo del suicidio. Siempre hay
salida. Siempre hay un huequecillo por pequeño que sea, un resquicio
que deja la enfermedad para que puedas liberarte de ella y decir:
estoy vivo y pienso seguir estándolo porque tú no vas a poder
conmigo, yo soy más fuerte que tú y tengo fuerzas acumuladas para
salir adelante.
Es importante decirse a uno
mismo estas frases de apoyo para no hundirse. Uno es el principal
aliado. Hay amigos, personas que apoyan, profesionales que te dan
consejos buenos. Pero uno es el protagonista de la enfermedad para lo
bueno y para lo malo. Lo malo porque la sufres y lo bueno porque la
vas venciendo en sus distintas etapas y sigues vivo. Y seguir vivo es
un arte mayor, un arte que implica mucha dificultad pero eso no
importa. Lo que importa realmente es ser un superviviente. Y hay que
sentirse orgulloso de ello porque no es fácil bregar con una
enfermedad de estos tipos. Renuncio a llamarlas mentales como sabéis.
Digo simplemente enfermedades.
Mi enfermedad nunca va a
acabar conmigo. Me hará pasar malas noches como la de hoy, como
tantas otras malas noches. Y tantos otros malos días como este fin
de semana, que en gran medida lo he pasado sentado en mi sillón
azul. Reflexionando. Meditando. Sufriendo a veces. Cansado. Abatido.
Aburrido de tanta lucha aparentemente inútil de la que no sé muchas
veces cómo defenderme.
Pero soy un superviviente y
pienso seguir siéndolo. Tengo que ser más fuerte que la enfermedad.
Hay que ser siempre más fuerte que cualquier enfermedad de este
tipo. Uno siempre es más fuerte de lo que cree. La enfermedad nos
lleva a situaciones límite. En ese límite vivimos peligrosamente
pero avanzamos con rotundidad y somos valientes obsesivos que
superamos cualquier prueba.
Y no debemos mostrar debilidad
porque entonces la enfermedad es muy lista y busca sus triquiñuelas
para derrotarnos. La palabra derrota no entra en nuestro diccionario.
Y debemos seguir vivos día a día, como John Rambo. No hay otra
manera porque no podemos hacer planes más allá de hoy porque no
sabemos cómo vamos a estar al día siguiente. Exactamente igual que
Rambo con sus traumas bélicos. Pues igual nosotros con nuestra
depresión, nuestra ansiedad, nuestra psicosis, nuestra
esquizofrenia, lo que sea. Da igual de la enfermedad de que se trate.
Hay que tener una actitud positiva y no resignada, y pensar siempre
en el día a día. En cada 24 horas.
Yo vivo así desde 1982 cuando
una película me abrió los ojos y me enseñó que no hay que tener
miedo a la muerte, sino amor a la vida, aunque haya que bregar con un
enemigo terrible que no se rinde nunca. No hay forma de eliminarlo
definitivamente, pero con pequeñas victorias se consigue también
una gran victoria. Es una forma de verlo que me parece muy positiva y
muy real también. Tenemos que ser fuertes y decirnos con frecuencia
esa frase mágica: día a día. Salud y suerte.
José
Cuadrado Morales
Cómo cuesta a veces hacerle frente a la enfermedad, pero no hay que perder la esperanza de que podremos enfrentarnos a todas las batallas que nos tenga preparada. Mucha fuerza y ánimo
ResponderEliminarQueridos amigos de León: sí, muchas veces cuesta mucho hacer frente a la enfermedad, sea la que sea, pero hay que ser más fuerte, más poderoso que ella. No hay que perder en efecto la esperanza nunca porque no es bueno convertirse en seres desesperados que no saben por qué camino tirar. Yo os mando también mucha fuerza y ánimo. Y a vivir día a día. José Cuadrado.
ResponderEliminar