jueves, 15 de febrero de 2018

DORMIR

Hoy no me meteré con el fin de semana, aunque le dé la bienvenida al lunes como siempre.
He pasado un buen fin de semana. El sábado estuve liado con las tareas domésticas, sobre todo lavar ropa que ya tenía mucha acumulada.
Escribí parte de mi segunda novela, cuyo título ya va tomando forma. Me quedan menos de 70 páginas por corregir. Estoy contento.
Vi dos películas en la tele: Sobran las palabras y 27 vestidos. Dos películas saneadas, aceptables y entretenidas. Me acosté tarde para mi hora habitual: las 12 de la noche, pero dormí poco: sólo 5 horas.
Ayer domingo escribí también parte de mi novela.
Celebré todavía más la victoria del sábado del Sevilla sobre el Español por 0-3. Las victorias del Sevilla es de las cosas que más ilusión me hacen.
Vi otra película en televisión: Love happens, es decir, El amor sucede. Aceptable: una película sobre la aceptación y digestión del dolor.
Pero estuve todo el día amodorrado por lo poco que había dormido la noche anterior. Eso me dio por pensar en el sueño, en el DORMIR, una actividad muy importante que muchas veces no nos la tomamos debidamente en serio.

Yo tengo un lío morrocotudo montado con el sueño. Hoy lunes estoy también amodorrado. Me he quedado dormido en relajación. Han sido unos minutos. Eso me pasa muchas veces a lo largo del día, que me quedo traspuesto varios minutos, períodos de tiempo muy cortos pero que son muy incómodos. Viendo la tele, escribiendo, haciendo otras actividades. 
Se supone, según los cánones clásicos, que hay que trabajar 8 horas, dormir 8 horas y dedicar 8 horas a otras actividades. Yo no sé lo que es dormir 8 horas desde hace muchos años. Lo máximo que he conseguido dormir últimamente han sido 7 horas. Creo que una vez llegué a dormir 7 horas y media. Un milagro, una isla en medio de la realidad.

Yo me suelo acostar muy pronto: a las 10 de la noche. Y pongo el despertador del móvil a las 5.30. Me gusta, como ya sabéis, levantarme temprano. Hago mis rituales de comprobación y salgo pronto a andar y desayunar. Después, claro , me entra sueño y vienen esos períodos de amodorramiento que me resultan incómodos en líneas generales.
Yo nunca he sido de dormir demasiado. Cuando era estudiante solía quedarme estudiando de noche porque me encantaba estudiar. Aunque no tuviera exámenes. Me gustaba la noche. Ahora la noche la tengo en un segundo lugar, aunque como estamos con el horario de invierno anochece muy temprano.
Cuando era bebé lloraba mucho y les hacía pasar unas noches muy malas a mis padres porque me hartaba de llorar y berrear. Me quedaba dormido y nada más que me soltaba mi madre en la cuna volvía al llanto. Y así toda la noche. Después de día, cansado, ya me quedaba dormido. Y mis padres a trabajar. Era un bebé egoísta.
Siempre recuerdo la frase que dijo el actor José María Prada en una entrevista que le hicieron hace muchos años en televisión. El actor ya hace años que murió. Dijo: “Quiero dormir lo menos posible para vivir lo máximo posible”. Mientras menos horas dormía más vivía. Esa era su teoría. Y a mí se me quedó grabada y me influyó porque empecé a salir de noche. Iba al cine a última hora siempre o a la sesión golfa. Me paseaba después por ahí y llegaba a casa muy tarde. Me acostaba a las tantas y me levantaba muy temprano. Era más joven y el cuerpo aguantaba muy bien. Entonces sí me echaba una siesta corta de hora u hora y media. Ahora no duermo siesta. Me sienta mal. Me levanto desubicado, mareado, tengo pesadillas o sueños de malos rollos como yo digo. No me gustan las siestas. Doy cabezadas en mi sillón azul, eso sí.

He leído otras declaraciones de personas que comparten la idea de Prada. Dormir poco para vivir más. Pero según los médicos eso no es bueno para el cerebro. El cerebro necesita descanso, el cuerpo precisa de recargar energía que sólo encuentra en el sueño. Así que hago mal según los médicos durmiendo poco. Pero yo no me obsesiono con el tema. Debe de ser una de las pocas que no me obsesionan.
Me gusta acostarme a las 10 de la noche como he dicho y ver algunas aplicaciones del móvil ya acostado. Me distraigo un ratito mientras me va entrando el sueño. Muchas mañanas amanezco con el móvil entre las sábanas. Me despierto con el despertador del móvil. Está acostado conmigo. No me sobresalto. Le tengo cogida la hora perfectamente.
Hay personas a las que les encanta dormir y se llevan horas y horas en la cama. Recuerdo ahora una película de Woody Allen, creo que Annie Hall, donde el protagonista, el propio Allen, decía: “Yo si no duermo 16 horas después no sirvo para nada”. Humor propio del neoyorkino. Tengo una sobrina que aprovecha todas las horas que puede para dormir. Hay personas que afirman radicalmente que les encanta dormir. A mí me gusta dormir sólo lo necesario porque no hay más remedio. No soy mucho de cama. Creo que tengo la influencia de los años que me pasé con depresión en los que me pasaba días enteros metido en la cama, durmiendo a trozos, doliéndome todo el cuerpo y no quiero volver a vivir esa etapa. No tiene por qué ocurrir, ya lo sé. La depresión quedó atrás. Ahora lo que tengo son problemas de ansiedad y de TOC. No tengo por qué tener miedo de meterme en la cama.
Me gusta muchas veces estar despierto en la cama, sin hacer nada, pensando en las cosas del día que termina y en las cosas que haré al día siguiente y en las cosas importantes en general que me han ocurrido o que me van a ocurrir en los próximos días.
Soy muy perezoso y no me gusta hacer la cama, pero la hago siempre. No me gusta el invierno por el frío, pero también porque hacer la cama es más lento con las mantas, el edredón, etc… Soy un general un poco perezoso para las tareas domésticas, pero las hago. No hay más remedio. Vivo solo.

Mis hermanas insisten con frecuencia en que tengo que cambiar mis hábitos de dormir. Que me acueste más tarde y me levante también más tarde. Me gusta ver amanecer en la calle, en la cafetería donde desayuno. Soy un romántico y me gusta ver como el sol da los buenos días. Me inspira. Me hacer recargar las baterías.
Mi hijo dice que tengo unos horarios muy extraños. No lo discuto. Aunque él también se levanta muy temprano para preparar sus Oposiciones. Después está todo el día también con somnolencia y a veces hasta se queda dormido. No puede dormir siesta para no perder tiempo. Y se acuesta sobre las 11.30 de la noche y más o menos. 8 horitas las duerme.
Mi hermana mayor es clavada a una tía mía: se levanta muy tarde normalmente, a veces incluso a las 12 del mediodía. Y es que se acuesta a las 3, las 4 o más tarde aún. Tienes los horarios de comida cambiados. Desayuna tardísimo con esa hora de levantarse. Almuerza a las 5 de la tarde o más. Y puede cenar de madrugada, cuando yo llevo ya varias horas de sueño.
Creo que no hay dos personas iguales. Que cada una tiene sus hábitos hechos. El ser humano se dice que es un animal de costumbres y el dormir no iba a ser una excepción.
Creo que cada uno debe dormir lo que realmente necesite, aunque yo siga la frase de Prada. Aunque ahora que soy un poco más mayor cada vez puedo cumplir menos la consigna. El tiempo no pasa en balde. Y tengo necesidad de dormir más, así que al final tendré que cambiar mis costumbres.
No hay más remedio.
Dormir es una necesidad. Eso está claro. Si no no se funciona bien, el cuerpo pesa, los ojos se cierran, surge la somnolencia, dolores, etc… No hay más remedio: hay que dormir esas 8 horitas que nos dicen. A ver si lo consigo. Salud y suerte.


José Cuadrado Morales


4 comentarios:

  1. Estoy deacuerdo contigo cuando tenemos sueño estamos de mal humor. Es una sensacion muy desagradable la morriña que se tiene.A mi me pasa con las pastillas que me tomo por la mañana , estoy dormida hasta que se me pasa al cabo de las horas.

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  2. Qué interesante. Qué malnos sentimos cuando no dormimos, o dormimos mal. Nos falta energía y claridad para ver las cosas como son, para sentirnos más optimistas. Yo me cuido mucho el sueño, necesito descansar. si no, lo veo todo negro. Alo

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  3. Gracias amiga anónima por tu comentario a mi artículo Dormir. Es cierto lo que dices: cuando tenemos sueño estamos de malhumor y nos entra esa morriña extraña que nos impide hacer una vida normal porque nos induce a quedarnos dormidos en cualquier sitio. A mí las pastillas ya no me duermen porque estoy acostumbrado a ellas. Duermo mal y me levanto muy temprano y por eso después tengo sueño atrasado. Tengo que cambiar los hábitos. Lo haré poquito a poco. Gracias.

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  4. Querido amigo de la Unidad de Rentería: gracias por tu comentario a mi artículo Dormir. Estoy de acuerdo con todo lo que dices. Es fundamental dormir bien para sentirnos bien después y poder hacer las cosas con la debida lucidez. Yo duermo poco por eso muchas veces a lo largo del día me entra sueño y doy pequeñas cabezaditas. Con esas cabezaditas me voy manteniendo hasta que llega la noche, pero busco siempre la lucidez para poder escribir mis artículos y mis libros continuamente. Muchas gracias.

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