Cojo prestada una frase de una canción me parece
que cantada por Joan Manuel Serrat para dar título a este artículo dedicado al
exceso de pensamientos. Estoy harto de estar harto de pensar sobre todas las
cosas y ya me he cansado. He llegado al hartazgo absoluto y tengo que recular y
convertirme en una persona normal que realiza sus actividades con normalidad y
no después de un montón de reflexiones. Tantos pensamientos me han llevado a un
estado tremendo de Trastorno Obsesivo Compulsivo del que estoy profundamente
cansado y que mantiene mi vida hipotecada, a veces totalmente.
Yo desde niño he pensado mucho. Yo empecé a ir a un
colegio de monjas con sólo dos años. Y ellas me enseñaron a leer y escribir con
sólo tres añitos. Cuando otros niños se dedicaban sólo a jugar yo ya me
dedicaba a pensar y a escribir mis pensamientos en unas libretas verdes de dos
rayas, algunas de las cuales todavía conservo en mi archivo de escritos.
Torpemente y con la ingenuidad de un niño iba dejando en esas libretas verdes
mis ideas sobre la vida y sobre el mundo que me rodeaba. Y tenía sólo tres años
insisto cuando empecé.
Así estuve varios años. Llegué a escribir más de
100 libretas, de las que me quedan sólo unas cuantas porque en una mudanza se
perdieron casi todas. Pero en algunas destacan ideas que he tenido toda mi vida
y que he mantenido por encima de todas las circunstancias. Ideas que han
conducido mi vida y que son el fruto de mi pensamiento y de esa visión obsesiva
de la vida que me ha caracterizado durante numerosos años.
No siempre he sido obsesivo. El carácter obsesivo
de mi personalidad empezó a desarrollarse a partir de los veintitantos años.
Entonces los pensamientos empezaron a darme bocados, aunque al principio eran
unos bocados muy tímidos con los que podía convivir. Ahora he llegado a una
situación en la que esos bocados son dentelladas de tiburón blanco que me
arrancan el alma cada vez. Estoy, pues, harto de estar harto y ya me cansé.
Pero no rechazo los pensamientos, sino el carácter obsesivo de los mismos, que
me llevan causados muchos dolores y que me han impedido vivir con la felicidad
que creo me merezco.
Me merezco, sí, ser feliz, por mucho que Francisco
Umbral dijera que la felicidad es una aspiración burguesa. La felicidad es una
aspiración toda del ser humano, de su piel, de sus vísceras, algo que no se
puede soslayar ni postergar y que se tiene que convertir en la prioridad de la
propia existencia.
Sí. La felicidad es la prioridad y no el
pensamiento. Me he cansado de pensar y de llevar hasta sus últimas
consecuencias el proceso de reflexión.
Ya de mayor, y lejanas ya las libretas verdes,
escribí un libro de pensamientos que nunca han visto la luz y que creo que
nunca la verán porque el cansancio afecta también a la publicación de mis
propias ideas. Sé que no voy a entrar en la Historia del Pensamiento, pero mis pensamientos
son míos y han alimentado durante 56 años de vida todo lo que en sí mismo
constituye la esencia de mi existencia.
Doy amparo en mi alma a la reflexión sobre la vida
misma y el pensamiento absoluto que de ella nace. Doy cobijo en mi ser a
cualquier reflexión que haya nacido de cualquier acontecimiento que por pequeño
que sea he podido vivir. Y trasciendo todo hasta llevarlo a un infinito paralelo
a mi esencia de ser humano. Y desde aquí llego al TOC y me convierto en esclavo
de mi propio vivir y quiero escapar y no puedo, y lo intento una y otra vez y
no puedo huir de mí mismo. ¿Cómo huir de uno mismo? Con mucha voluntad, con
mucha capacidad para trascender la propia trascendencia y reducir ésta a una
nimiedad que pueda resultar relativa y me dé la dicha que he buscado mil veces
por numerosos derroteros y que otras tantas veces se me ha escapado de las
manos, del alma misma.
Lo que hay que hacer es no huir de la felicidad, de
la capacidad de superación para hacer frente a todos los obstáculos que se
interponen entre el ser sin más y el ser trascendido por la felicidad. A veces
el pensamiento es un obstáculo para esta felicidad.
Siempre me han dicho que mi poesía tenía mucho de
pensamiento, de reflexión sobre el devenir del ser humano. Ese pensamiento se
ha visto desbordado en mi primera novela, donde el TOC adquiere protagonismo y
el pensamiento obsesivo supone una gran parte de la personalidad del
protagonista principal y casi absoluto.
En la novela he querido reflejar todo mi propio
universo obsesivo, aunque con muchas invenciones que no corresponden a mí, pero
que las hago mías como un juego de la propia estructura narrativa.
La vida en un TOC. Ahora se va a estrenar una
película que se titula TOC TOC y que va sobre el pensamiento obsesivo, sobre el
Trastorno Obsesivo Compulsivo, protagonizada, entre otros, por Rossy de Palma y
Alexandra Jiménez. Tengo ganas de verla, no para lamerme las propias heridas,
sino para ver el tratamiento cinematográfico que se le da a un tema
psiquiátricamente tan importante.
Hay un libro de autoayuda muy interesante que se
llama Tratamiento psicológico del trastorno obsesivo compulsivo. Sus autores,
dos psicólogos clínicos, escriben de una forma llana todas las cosas
relacionadas con este tema e inciden tremendamente en el pensamiento obsesivo y
en cómo un paciente puede llegarse a sentirse harto del propio pensamiento.
Pues eso me ha pasado a mí, y por eso digo que estoy harto de estar harto
porque no es la primera vez que tengo esta sensación de hartazgo, y por eso
digo que ya me cansé.
Pero no renuncio al pensamiento mismo, sino al
pensamiento obsesivo, el que duele, el que no te deja vivir y llevar la vida de
una persona normal.
Yo quiero NORMALIDAD, una palabra mágica para mí
que me da vida cuando puedo aplicarla. La normalidad es la realización de las
cosas de una forma sencilla y sin complicaciones ni trascendencias.
Normalidad es la sencillez, lo contrario
completamente a la
COMPLEJIDAD , que es dar mil vueltas a todo muchas veces para
volver al mismo punto de partida.
Normalidad es un pensamiento NORMALIZADO, un
pensamiento que contribuya a la felicidad burguesa y aleje del deseo de muerte
o de desesperación.
Harto ya de estar harto ya me cansé. Pues voy a
cambiar. Una de las promesas más claras que me tengo hechas es la de cambiar mi
forma de ver y AFRONTAR la existencia. Verla como amiga, no como enemiga. Verla
como colega, no como antagonista. Para eso el pensamiento tiene que ejercer una
función apaciguadora y dar alas para la felicidad burguesa de Umbral.
Iré informando en estas páginas de cómo va el
proceso para que sigáis conmigo la evolución que espero positiva. Tiempo habrá
de escribir más artículos que den sentido a mi perseverancia y a la voluntad
extensa que le suelo poner a las cosas. Salud y suerte.
José Cuadrado Morales
como siempre, un gran artículo, con algunas ideas muy acertadas y que nos han hecho reflexionar. Gracias por escribir y compartir
ResponderEliminarQueridos amigos de Rentería: gracias siempre a vosotros por leerme y tener en tan alto concepto mis artículos y sacar siempre cosas positivas de ellos, que es lo que yo pretendo. En eso ponngo toda mi capacidad y mi buen hacer. Me alegra que mis artículos os hagan reflexionar. Eso da sentido a mi trabajo y me ayuda a seguir adelante. De corazón: gracias. José Cuadrado.
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