Despedía
el curso anterior con un artículo titulado Reflexiones veraniegas. Justo es
empezar el nuevo curso con otro titulado Reflexiones postveraniegas. A mí me
gusta llamar curso a los meses que estoy en la URA haciendo mis actividades, viendo a los
profesionales, asistiendo a las citas con la psicóloga, etc… Así que aquí
empieza oficialmente el curso 2017-2018.
Por
fin es lunes. Me encantan los lunes. Adoro los lunes. Queda, pues, claro que el
lunes es el día favorito de la semana para mí. Aborrezco los fines de semana,
que suelen resultar tediosos y sofocantes, aunque este fin de semana ha sido
especial porque la Selección
española de baloncesto ha conseguido la medalla de bronce en el Eurobasket 2017
al derrotar a Rusia por 8 puntos y Eslovenia y Serbia han protagonizado una
excepcional final de baloncesto.
También
el fin de semama ha resultado especial porque el Sevilla, mi Sevilla, ha
logrado una nueva victoria en Girona por 0-1 con gol de Muriel a pase del
“Mudo” Vazquez, con lo que se ha puesto segundo con diez puntos, sólo por
detrás del Barcelona con 12. Ya he comentado en alguna ocasión que las
victorias del Sevilla suponen una de mis mayores alegrías. Y el Sevilla me ha
dado una nueva alegría este fin de semana.
Las
vacaciones han terminado. Parece que fue ayer cuando las empecé. El tiempo
tiene la manía de transcurrir demasiado deprisa y uno está aquí en parte para
lo que él quiera. Pero ha dado tiempo de muchas cosas que ya comenté en mi
artículo Reflexiones veraniegas.
He
leído varias veces mi primera novela para detectar posibles cosas a mejorar en
la siguiente, segunda de una trilogía titulada Monólogo en clave neurótica. La
primera novela es Historia de una obsesión. La segunda aún no tiene nombre. Se
lo pondré cuando la termine. En realidad está ya terminada, a falta de una
larga y laboriosa corrección. Pues después de leer varias veces Historia de una
obsesión he empezado a corregir la segunda novela. A mano, con mi bolígrafo de
cuatro colores como el protagonista de la trilogía Leocadio Gómez Encías.
Me
queda mucho trabajo por delante, pero no tengo prisa porque no se publicará
hasta el año que viene siguiendo mi costumbre voluntaria de publicar un libro
cada año. Después de la poesía me encuentro ahora mucho más a gusto en el
terreno de la narrativa. Y también se han alegrado mis lectores, que me venían
demandando desde hace tiempo un cambio de género. Y creo humildemente haber
acertado.
Durante
las vacaciones he mantenido mi batalla particular con mi enfermedad, el
trastorno obsesivo compulsivo, mas conocido como TOC. Ha sido dura, pero creo
que he salido vencedor porque he conseguido reducir los tiempos de revisiones y
rituales. Sigo haciéndolos , pero ahora tardo menos tiempo, y eso me hace muy
feliz porque me está costando mucho trabajo, pero el trabajo está viendo sus
frutos, y no siempre en la vida el trabajo da los frutos apetecidos.
He
leído otras cosas. He vuelto a leer, no sé cuántas veces llevo ya, Papillon de
Henry Charriere, la historia real de un preso en las cárceles más terribles del
mundo. Aunque basada en hechos reales la obra funciona perfectamente como una
novela de aventuras. Yo me lo paso pipa con ella desde que la leí por primera
vez cuando aún no había cumplido los 20 años.
Y
esto de los años me lleva a otra reflexión posveraniega. El 26 de agosto tuvo lugar una efemérides muy importante en
mi vida: cumplí 56 años. La verdad es que me siento un poquito mayor y pasé
cabizbajo unos cuantos días. Deprimido nunca. Sólo un bajoncito del que me
repuse. El caso es que parece que fue ayer cuando gané el primer premio
literario de poesía y tenía 26 años, y han pasado 30. Pero han sido 30 años muy
fructíferos en lo personal y en lo literario. En lo literario he publicado 14
libros de poesía y una novela, teniendo ya preparadas las dos siguientes de la
trilogía que he mencionado anteriormente, a falta sólo de la corrección. En lo
personal han pasado tantas cosas que sólo puedo decir que mi vida ha sido muy
rica y me puedo considerar orgulloso de ella.
Y
lo estoy.
He
estrechado lazos con mi hijo. Lo he seguido viendo en verano cada 15 días para
almorzar. Lo llamo todos los viernes porque no quiero agobiarlo nunca. Y ahora,
con esto de los whatsApps, mantenemos una relación más fluida de padre e hijo.
Es un gran invento, lo que demuestra que yo no soy enemigo de las nuevas
tecnologías. Además ya decía Marshall McLuhan que los medios de comunicación se
acumulan no se anulan y cada vez se tiende más a la aldea global, a un mundo cada vez más pequeño en el que abundarán
cada vez más los medios de
comunicación. Y esto de los whatsApps está la
verdad muy bien. Han sustituido en gran medida a los SMS, aunque no los
han anulado como ya he dicho al aludir a
McLuhan.
He
viajado como hago todos los veranos. Y como todos los veranos he ido a
Madrid. No me canso de ir a Madrid. Y no
me canso, entre otras razones, porque para mí Madrid es mi segunda ciudad
después de Sevilla y dedicarle cuatro días al año no me parece excesivo. Me parece
más que normal . Este año he ido del 14 al 18 de agosto, coincidiendo como
siempre con las Fiestas de la
Virgen de la Paloma. Lo
he pasado francamente muy bien. He visitado de nuevo los tres principales
museos de la capital: el Museo del Prado, el Thysen y el Reina Sofía. Lo he
pasado muy bien. En el Prado tuve problemas con dos bedeles que me abroncaron
por hacer cuatro fotos, cosa que sinceramente no sabía que estaba prohibida.
Pero la visita fue jugosa, entretenida y didáctica. Me tomé un cafelito con un
pastel en la cafetería, saliéndome de la dieta que sigo para perder unos kilos
que me sobran.
El
viaje a Madrid este año ha tenido una finalidad excepcional: fotografiar todas
las cosas importantes de la capital y enviárselas por whatsApp a mi hermana pequeña, la que está enferma de
esclerosis múltiple, que por su enfermedad no puede viajar y quería conocer
Madrid. Le he enviado montones de fotos desde los sitios más conocidos como la Puerta de Alcalá hasta
detalles de la vida cotidiana en Madrid de un turista como los sitios donde he
ido comiendo. Mi hermana se ha quedado muy contenta y ha conocido sitios que le
hacían especial ilusión como la
adminitración de loterias de Doña Manolita o el reloj famoso de la Puerta del Sol, o el oso y
el madroño, símbolo de Madrid. Dio tiempo a muchas cosas en cuatro días.
En
cuanto a los viajes también he estado precisamente en casa de mi hermana
pequeña en Pilas. Le prometí que este verano iría unos días para estar
fundamentalmente con ella, aunque también salí para conocer el pueblo, bastante
grande. Aquí también envié fotos por whatsApp, en este caso a un amigo de la Ura para que conociera Pilas y
con quien he estrechado lazos gracias a ese medio de comunicación. En casa de
mi hermana me he sentido como en la mía propia y me ha agasajado enormemente hasta
el punto de que he puesto varios kilos que ahora tengo que perder como me ha
dicho la enfermera de la Ura. En eso
estoy ahora.
He
hecho también un poco más de vida social. He salido con amigos, preferentemente
de la Ura , para
tomar café y charlar un ratito. Me he comunicado por whatsApp con amigos y
familiares. Es decir, que he tenido una relación más fluida que otros años.
También
he estado tiempo en casa. He visto en la tele los programas culturales que me
gustan y he visto muchas películas, preferentemente del ciclo de la 2 Historia
del cine español o del espacio El cine de la 2. También he ido al cine , aunque
no tanto como otras veces. La semana que viene reanudaré las críticas de cine
en el blog. Mi última crítica fue Z La ciudad perdida. Ya veremos cómo está
ahora la cartelera.
Con
mi hermana mayor también he tenido más relación, yendo a almorzar todos los
viernes a su casa y comunicándome más con ella. Tiene un carácter muy distinto
al de mi hermana pequeña, pero bueno, ahí está lo bonito, en la variedad.
He
andado para hacer ejercicio. He puesto peso que ahora tengo que perder porque
no me conviene nada para mis problemas de salud, cosa que resulta un poco más
difícil con la medicación de nervios.
Por
lo demás toda la monotonía de la rutina positiva de la vida la he llevado a
cabo con normalidad. He tenido algunos bajones, pero ninguno ha sido depresión.
Sólo bajones, momentos de peor ánimo pero ya está. Mi problema Principal es la
ansiedad. Ésta es la verdadera enemiga junto con el Trastorno Obsesivo-Compulsivo
de la Personalidad
(TOC), la misma enfermedad de mi personaje del Monólogo en clave neurótica. Es
una enfermedad puñetera, incisiva, contundente, pero estoy luchando contra ella
sin dejar de vivir como me dice la psicóloga de la Ura.
Pues
esto ha sido más o menos mi verano, del que me siento satisfecho, y ahora estoy
aquí dispuesto a empezar ese nuevo curso del que hablaba al principio.
Dispuesto a hacer todas las actividades que contribuyan a mi normalizacion como
ser humano y a la estabilidad como enfermo mental, expresión que no me gusta
pero que empleo para que todos nos entendamos bien. En fin, como siempre digo,
salud y suerte.
José Cuadrado Morales
Que buen resumen de tu verano, un claro ejemplo de recuperación, convivir con los problemas pero no dejar de estar conectado con lo que te rodea.
ResponderEliminarQueridos amigos del Hospital de Día: gracias por vuestro comentario a mi artículo Reflexiones posveraniegas. He intentado dar una visión lo más objetiva posible de mi verano, con esa convivencia como decís de los problemas y las cosas que nos rodean y los acontecimientos que nos pasan. Se puede convivir con los problemas sin dejar de estar en relación con el mundo en que vivimos . Exactamente. Muchas gracias. José Cuadrado.
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