Desde que no te veo me han pasado muchas cosas. Ahora
trabajo en una pescadería escamas de noche, escamas de día. Trabajo con besugos, salmón y bacalailla y hasta la niña más
chiquitilla se percata de mi olor. En el autobús es asqueroso, porque todos parecen osos con la
nariz de arriba abajo hasta que sin trabajo encuentran, la procedencia salvaje
del mar, del oleaje y por supuesto el tremendo hedor.
Yo me ducho y me restriego pero así no me sosiego porque la
gente se me aleja y es que despechando almejas también se me adhiere el tufo y no es mentira, yo me ducho
para no apestar ya más.
Esta es una historia verídica de las que piensas, "a mi no me va a tocar". No pongas la mano en el fugo porque, hay que joderse vecina que ésta vez la pringué yo.
Sara
Sara a la gente no le importamos somos nosotras la que debemos mirar por nosotras. Me alegro por ti y por tu trabajo. Eres una gran mujer. Besitos tu compi Silvia
ResponderEliminarqué toque de humor le pones, Sara, nos ha gustado mucho tu escrito. Lo importante es si a tí te gusta lo que haces y cómo te sientes. Y qué rico el pescadito...
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