Los recuerdos son como flashes del pasado, imágenes fragmentadas que nos
devuelve la memoria de un tiempo ya ido. Cabe preguntarse qué tan cercanos a la
realidad son, ya que estos retazos de la memoria suelen cambiar según quién los evoque.
Es rarísimo que dos personas coincidan en un mismo recuerdo
porque están sujetos a la subjetividad de cada individuo. Con mis hermanas
suelen desatarse discusiones porque cada una evoca de manera muy diferente el
pasado, según las vivencias de cada cual. Por eso puede decirse que son
engañosos.
El mero paso del tiempo también los desdibuja y lo que
recordamos hoy mañana podemos olvidarlo. Con
la distancia sucede algo parecido, ya que suele borrar los malos
entendidos y recordamos más las cosas positivas que tiene ése ser lejano.
Lo mismo pasa con la afectividad, según sea el grado de
cariño que nos liga a una persona, serán acordes los momentos que nuestra mente
rescate. Tal vez por ello es fácil rememorar las anécdotas vividas con
familiares y amigos, porque son altamente significativos desde el punto de
vista emocional.
Claro que también quedan grabados a fuego los momentos o
frases que nos hicieron daño o los errores gruesos de nuestro pasado, a modo de
lección para no repetirlos.
Hay recuerdos para todos los gustos, desde una imagen
aislada hasta conversaciones de larga duración. Recuerdos que dejan sabor dulce o amargo, según las circunstancias.
Mi primer recuerdo data de los seis años y es triste, pues
me veo en el rellano de una escalera con mi prima, escuchando llantos y
lamentos a viva voz que provenían de la planta baja, donde estaban velando a mi
abuela materna. Después vienen los recuerdos de la etapa escolar primaria, donde se me olvidaron los nombres y
caras de casi todas las compañeras pero recuerdo con mucho cariño la hora de
biblioteca, donde había revistas de los años 50´ y 60´
además de literatura infantil muy
interesante, así que aprovechaba para leer todo lo que caía en mis manos y
resultaba en instante más grato de todo el horario escolar.
Mi compañero de informática rescata con especial cariño el
día de su matrimonio, hace 30 años ya, pese a que no tuvo celebración porque prefirieron invertir el dinero en
amueblar la casa , ése resultó un momento inolvidable para él, así como el nacimiento de sus hijos. Son
hitos en la vida de una persona que quedan grabados a fuego.
Mis hermanas suelen rescatar del baúl de los recuerdos su
infancia en los campos de León llevando la cesta con comida a mi padre que
estaba en arando o haciendo faenas con
los animales, o su tiempo internadas en sendos colegios de monjas. En fín, que
tienen una memoria privilegiada en comparación a la mía, que parece bastante
frágil. Pero como suele decirse, lo importante no es la cantidad
sino la calidad .
Rosa
Qué buen escrito, Rosa. Y qué importantes los recuerdos, que nos hacen ser como somos y nos permiten revivir situaciones buenas, o no tan buenas. Gracias por recordarnoslo.
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