martes, 7 de julio de 2015

RELATO CORTO; "DETRÁS DE CADA COPA" (primera parte).

A esas horas tan tempranas de la mañana la mayoría  de los bares dónde se podía tomar un café antes de entrar a trabajar estaban cerrados.  Solo algunos locos hosteleros se atrevían a abrir sus negocios para ofrecer sus servicios.  Los que iban al trabajo se mezclaban con los que venía de pasar la noche de fiesta.  Los ánimos eran bien distintos y  era cierto que se marcaba en el ambiente cierta distancia entre unos y otros.  Unos tomaban el brebaje matutino y los crápulas apuraban las últimas copas de alcohol que les ofrecía la noche antes de recoger su fantasmagóricos semblantes.  Una brisa de aire fresco acompañaban las horas de despuntar el alba.  Aún seguía siendo noche cerrada. Las calles estaban  desiertas  y los pasos  se escuchaban en el empedrado como toques de tambor antes de la batalla.  Las luces  de las farolas  alumbraban tenuemente el camino que conducía  al  primer café. Todavía era noche plena y en ella se amparaban las sombras de los noctámbulos. Las carcajadas y las voces  estridentes se confrontaban con los silencios  de los sorbos de los sorbos de los cortados y los cafés.  Dentro del local se dibujaba una estampa atípica. 

Hace algún tiempo, que Luís   tenia problemas  con el alcohol.  Sufría una enfermedad  que no era reconocida por la sociedad como tal sino como un vicio o una irresponsabilidad.  Luís  no podía dejar de beber.  Se lo planteaba  detrás de cada copa.  Era para él un autentico infierno, pero lo único que mitigaba su dolor eras las cervezas que se bebía sin control una tras otra.  Había veces que se levantaba por la mañana, después de un día en el que había bebido hasta casi perder la consciencia, y lo primero que le apetecía, antes incluso que un vaso de agua, era una cerveza más.  No era una dependencia  física.  No tenía temblores. Dependía del alcohol de manera psicológica y lo que buscaba no era el consumo y el placer que puede sentir una persona al beber.  Buscaba la anestesia que le  otorgaba ese buche mortal.
Como persona que no gobernaba su vida, Luís salía a horas intempestivas a consumir la droga que calmaba su animo. Había  noches en las que el alba de la mañana le sorprendía presa de su peregrinaje.  Entonces paraba en este bar dónde se mezclaban con personas que desayunaba camino de su trabajo.  El bebía cerveza.  La imagen que ofrecía a aquellos con los que compartían el inicio de la jornada, era la de alguien que había perdido su juicio.  A pesar de todo lo que se pueda pensar.  Luís sabia que tenia un problema pero no encontraba la solución.  Beber era lo único que calmaba sus ansias pero era también la raíz de sus problemas.  Así, que en un extraño momento de lucidez que le dio su consciencia, entre copa y copa, decidió pedir ayuda e intentar romper con esa figura monstruosa en la que se había convertido.  Quería dejar atrás el personaje que vivía escondido detrás de ese universo que era el consumo de alcohol y, por un momento, ansió ser una persona que no dependiese de este brebaje para vivir.  Quería levantar una nueva vida sobre un terreno destrozado.  Quería ser otro y solo no podía.  Así que un destello de luz le alumbró y pidió ayuda a su médico.  No era el alcohólico el que lloraba.  Era el ser humano que estaba detrás de esas nubes etílicas. (CONTINUARÁ...).

Pedro.

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