Tener alguien que nos comprenda, con nuestros altos y bajos anímicos, nuestras virtudes y defectos,
una especie de psicólogo que nos aconseja del mejor modo posible y con quien
podemos desnudar el alma sin temor a ser juzgados.
Amistad, sentimiento que saca lo mejor de las personas y
hace renacer la fe en el ser humano. Cualquier cosa que se haga con un amigo
vale la pena: escuchar sus largos monólogos, prestarle ropa, apoyarle en sus
estudios, reír sin saber muy bien de qué.
Generalmente llegamos a la conclusión que es más lo que
recibimos que aquello que le brindamos.
Entre las anécdotas que recuerdo de la adolescencia están
desde chiquilinadas a grandes gestos que fortalecieron los lazos de afecto. Por
ejemplo:
Estábamos en una estación de trenes con 2 amigas y descendió
del vagón un muchacho guapísimo, así que al unísono lanzamos un silbido de
admiración, el chico se dio vuelta y nos regaló una amplia sonrisa a modo de
premio.
Yo solía escribir semanalmente a mi familia y amigas cuando
estudiaba lejos y eran pocas las ocasiones que respondían, preferían usar el
teléfono o mandar una tarjeta en ocasiones especiales (como mi cumpleaños).
Pero una de ellas hizo los 800 kilómetros que nos separaban solo para
compartir un fin de semana, algo que
nunca olvidaré.
Otra amiga cuando rompió con su primer novio era un mar de
lágrimas y yo sólo pude consolarla llorando a la par de ella. Las palabras
parecían innecesarias.
Una vez fuimos de
vacaciones a la playa con una amiga
llevamos ropa como para un desfile y nos pasamos todos los días con apenas un
short sobre la malla.
Cuando necesité donantes de sangre para mi madre que estaba
recién operada, Laura se ofreció pese a estar en el límite del peso y eso casi
le costó un desmayo. Años más tarde yo
doné sangre para su padre y me sentí fenomenalmente bien de poder retribuirle.
En el secundario no
me gustaba que me llamasen “gallega” (mote de todos los españoles en
Argentina) así que mis amigas me apodaron “tana” y yo tan contenta.
Como cantaba Alberto Cortez “cuando un amigo se va queda un
espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro amigo “. Eso es así
porque cada persona es singular, única, irrepetible, un microcosmos. De ahí que
perduren los recuerdos de quienes compartieron los mágicos momentos de la juventud con nosotros, ¿no creen?’.
Rosa
coincidimos contigo Rosa, nos ha gustado leer tu escrito.
ResponderEliminarque gran forma de ver la vida tienes rosa. eso dice mucho de tu persona. eres grande y quien te conosca lo sabe seguro, espero que este comame tariue pu me haga entraar en el club de gente en la que puedas confiarsa
ResponderEliminarpedro sanchez morilla
Rosa, eres un ejemplo a seguir. Enhorabuena y garcias por compartirlo. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarLos buenos amigos de verdad aún cuando el tiempo ya ni el rostro recordemos, cuando se necesiten hay están. Los buenos amigos a veces son como tu Rosa que hay que regar pero cuando un consejo necesitemos y no tengamos ningún amigo cerca, hablando con la gente y abriéndo nuestro corazón alcanzaremos consuelo porque es parte del alma humana ayudar a los demás, besos
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