MI FAUNA DOMÉSTICA

Mis pollitos, de un mes de vida aproximadamente, viven en un recuadro de 2x2 metros cercado por una alambrada que llega a mi cintura. Pues bien, ahora suben a un escalón, toman impulso y vuelan hasta el borde de la alambrada, cual equilibristas se sostienen y desde ahí otean el horizonte. Como crecen rápidamente, ya se les notan las crestas y las plumitas de la cola. El lunes le abrimos la puerta a los polluelos y ni cortos ni perezosos se lanzaron a explorar los alrededores, seguidos muy de cerca por la gallina. Los más osados saltaron arriba de un andamio o se acercaron al resto de las gallinas, despacito eso sí, porque el gallo los intimida. Comen de todo pero los gusanos son como la cereza de la tarta y  con las cochinitas se entretienen que da gusto, escarbando la tierra húmeda como si buscaran un tesoro.

En cuanto a  la coker, Tina,  podría decirse lo mismo que del burrito Platero, es pequeña, peluda y suave, tan blanda por fuera que se diría de algodón . Pequeña en relación a los dos mastines, peluda  porque tiene el pelo rizado cual modelo, suave porque sus movimientos son lentos, y blanda  porque se puede levantar como si fuera un muñeco de peluche. Pese a su ceguera, recorre los alrededores de la casa con la precisión de un reloj  suizo, sin tropezarse apenas con las macetas y otros obstáculos del jardín. Está siempre atenta a quien está comiendo para ver si le ofrecen un trocito de pan o de fruta, se para en las patas traseras para hacerse notar  y conseguir la atención. A veces tiene ganas de mimos, cuando estoy sentada, así que se acerca  y mete el hocico entre mi brazo y la cintura, hasta que logra poner su cabeza bajo mi mano.

Rosa