Se trata de una producción
estadounidense de 2013 dirigida por Peter Segal, un especialista en comedias,
aunque esta cinta no es sólo una comedia, sino que tiene componentes de drama y
es también una película de deporte pues gira en torno al mundo del boxeo. De
entre su amplio reparto destacan Sylvester Stallone, Robert de Niro, la siempre
bella pero algo fría Kim Basinger y el veterano y siempre eficaz Alan Arkin.
Sylvester Stallone y Robert
de Niro interpretan a dos boxeadores de Pittsburgh, Pensylvania, que tienen una
enorme rivalidad entre ellos hasta el punto de que alcanza el nivel nacional.
Los dos han sido campeones del mundo de los pesos semipesados y sólo han
perdido un combate: el uno frente al otro. Así que todo el mundo espera la
revancha entre los dos para comprobar quién es el mejor de ellos. Estamos en el
año 1983 y los dos boxeadores están en su mejor momento, pero resulta que
Razor, uno de los púgiles, anuncia su retiro, haciendo la revancha imposible en
ese momento.
Los dos boxeadores son de
ficción. No es una película sobre boxeadores conocidos como es el caso por
ejemplo de Huracán Carter, una espléndida película de boxeo protagonizada por
el gran Denzel Washington. Sus nombres son: al que da vida Sylvester Stallone
se llama Henry “Razor” Sharp, siendo Razor su apodo que en inglés significa
Navaja. Al que da vida Robert de Niro se llama Billy “The Kid” McDonnen, siendo
The Kid su apodo que en inglés significa El Niño. Treinta años más tarde ambos
reciben una jugosa oferta de una bolsa económica para un posible combate de
revancha y ambos deciden posponer su jubilación porque económicamente no se
encuentran en un buen momento. La bolsa es para un pabellón de 5000 personas,
pero las peticiones son tantas que al final se pasan a un pabellón de entre
15000 y 18000 personas, que acaba siendo también insuficiente el día del
combate. Eso hace que la bolsa suba y que los dos boxeadores tengan más
motivación para luchar.
Desde el momento en que ambos
aceptan pelear por la posible revancha inician los entrenamientos, que son un
poco patéticos porque ambos luchadores están ya muy maduritos. Recordemos que
Stallone tiene ya sobre 66 ó 67 años y Robert de Niro ha cumplido ya los 70.
Físicamente no están bien, aunque Stallone está mejor porque ha basado su
carrera cinematográfica sobre todo en el físico. Pero Robert de Niro está
fondón y se atiborra de tarta con sirope. Está barrigón y con las carnes muy
colgonas. No es muy creíble como boxeador de 70 años. Es una pelea de cine
porque en la vida real no se produciría porque no lo permitiría la Federación
Internacional de Boxeo por los posibles daños cerebrales y
otros posibles daños físicos porque los púgiles tienen ya reúma, artritis y
otras enfermedades. El entrenamiento es un calvario para los dos, sobre todo
para Robert de Niro, alias The Kid, pero no tiene más remedio que esforzarse si
quiere llegar en buena forma física al combate.
Cada púgil tiene su
entrenador personal. En el caso de Stallone se trata del mismo entrenador que
tenía hace 30 años, interpretado muy bien por el siempre eficaz Alan Arkin. En
el caso de Robert de Niro es su hijo quien le entrena. Aquí entra en acción Kim
Basinger, que es la pareja de Stallone, que está algo desangelada y fría y
seria, como si no quisiera interpretar este papel, como si lo hubiera aceptado
de mala gana. Ya está en una edad difícil para una actriz de Hollywood, la
cincuentena, aunque hay actrices a las que parece no afectarle la crisis de la
edad, como es el caso de Meryl Streep, que triunfa ahora con Agosto y a la que
no le falta nunca el trabajo. Julianne Moore tampoco tiene problemas de trabajo
porque aparte de las películas que tiene en cartelera como Carrie donde
interpreta a la madre de la protagonista con poderes telequinésicos tiene
pendientes de estreno cuatro películas. Pero esto no es lo normal. Y Kim
Basinger está incómoda en la película. Y con Stallone hacen un poco la versión
de la bella y la bestia. Ya eran pareja hace 30 años, pero Kim tuvo un desliz
con The Kid y nació el niño que hoy es el hombre que le entrena. Tiene también
un nietecito muy inteligente que le da buenos consejos.
En el caso de Robert de Niro
está Toro Salvaje, sobre la vida de otro boxeador de la vida real. En ella hace
una soberbia interpretación y modela su cuerpo en función de las necesidades de
la película: adelgaza cuando está compitiendo y engorda cuando ya está hecho
una piltrafa. Nada de maquillaje. Todo real. La película está dirigida por
Martin Scorsese, a quien podrían haberle dado el óscar al mejor director por
cualquiera de las cuatro películas realizadas con Robert de Niro: Toro Salvaje,
Taxi Driver, Casino y Uno de los nuestros. Al final se lo dieron por
Infiltrados para compensar los olvidos anteriores, una película confusa y
mediocre que es muy inferior a las cuatro mencionadas anteriormente.
Hay que decir que en Rocky
Stallone se entrena por las calles de Philadelfia, ciudad también del estado de
Pensylvania, como Pittsburg, no sabemos si por casualidad del destino o porque
se ha querido hace un homenaje en la película a la saga de Rocky al tratarse
del mismo estado, Pensylvania.
La película se titula
originalmente Grudge Match, que significa el combate del rencor, nada más lejos
de la realidad porque ambos púgiles se llevan muy bien y no hay rencillas entre
ellos a pesar incluso del desliz de Kim Basinger. Hay sólo una sana y lógica
rivalidad, El día del combate se publicita en camisetas y en una avioneta como
The Grudgement Day, es decir, El día del rencor. No es cierto. Es mucho mejor
el título de la película en español, La gran revancha, y aún mejor sería La
revancha a secas, es más contundente y eficaz. Es como si a la película de
Stanley Kubrik El resplandor le ponemos El gran resplandor.
Perdería eficacia.
Es mucho mejor El resplandor a secas. El día del combate es el 15 de diciembre
del 2013, es decir, hace nada. Cuando llega este día los púgiles ya están
preparados. Se han puesto en mejor forma física y disputan enormemente el
combate. Pero éste no está muy bien rodado por Peter Segal porque apenas hay
golpes en primer plano o en plano corto. Abundan los planes largos. Es quizás
una forma de no enseñar el deterioro físico de ambos púgiles. Sólo se ofrecen
primeros planos al final del combate cuando ya tienen ya la cara de heridas y
de sangre y ocultan las carencias físicas de ambos boxeadores. Si en Rocky
Balboa Stallone perdía, aquí gana. Ya se ha producido la gran revancha con
treinta años de retraso. Ha ganado Razor, el Navaja. Ha perdido The Kid, El
Niño. Pero los dos han aguantado el combate entero, como Stallone en Rocky
Balboa. Ha ganado Razor a los puntos, lo que hace más digna la derrota de The
Kid.
La película está pendiente de
calificación por edades, pero yo le pondría no recomendada para menores de 16
años por aquello de la violencia que supone el boxeo. Dura 113 minutos, un
pelín larga, aunque no se hace larga porque abundan los golpes de comedia. La
cinta casi funciona mejor como comedia que como película de boxeo. Ya hemos
dicho que el director, Peter Segal, es un especialista en comedias. La
fotografía está francamente bien, así como la música. Es lo menos que se puede
exigir a las películas de Hollywood: que estén técnicamente perfectas porque
allí abunda mucho el dinero y el talento igualmente. El director es uno de los
cinco productores de la cinta, así que en cierta manera ha hecho la película
que ha querido al tener el control económico parcial de la misma. La
distribuidora es la potenta Warner Bros Pictures, que ha hecho una buena
campaña publicitaria de la cinta en televisión, lo que está haciendo que la
gente esté yendo mucho a verla. Está ocurriendo lo contrario que con la
anterior cinta que criticamos, la española Viral, que efectivamente duró una
semana como ya predije.
La siguiente que criticaré será Mindscape, dirigida por
un español aunque con producción estadounidense, pero también interviene
económicamente Atresmedia, es decir,
Antena 3 y La Sexta
entre otras, que están haciendo una gran publicidad con la película. Está
nominada al Goya a la mejor dirección novel. Y está teniendo buena acogida por
parte del público, sobre todo debido a esa difusión televisiva.
En definitiva, La gran
revancha es una película entretenida, para echar un rato, para pasar la tarde y
poco más. Cinematográficamente merece por nuestra parte un regular y le concedo
dos estrellas. Podía haber sido mucho mejor con otro director. Pero está bien
el duelo entre Stallone y de Niro, que es una de las razones por las que he
querido ver la película. Disfrutadla si la veis. Salud y suerte.
José Cuadrado Morales
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