Al igual que mi psicólogo me ha sugerido temas para mis artículos y lo he comentado en este blog, en esta ocasión ha sido mi terapeuta ocupacional y compañero de paseos. Hace 15 días estábamos caminando y salió el tema de que mi hijo iba a cumplir 23 años y yo era todavía un padre joven pues sólo tengo 51, pero él tenía ya 45 años para 46 y una niña de sólo 2 años y se planteaba la idea de que cuando tuviera su niña la edad de mi hijo él iba a ser poco menos que un anciano. Me comentó lo rápido que pasa el tiempo, lo fugaz que es y me dijo que sería un buen tema para un artículo. Recojo el guante y ahí va.
“Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte comprobando cómo se pasa la vida, cómo se viene la
muerte tan callando”. Pocas veces se ha tratado con tanta clarividencia el tema
de la fugacidad del tiempo, que es como decir la fugacidad de la vida. Pocas
veces se ha tratado con tanta claridad el tempus fugit latino, el tiempo que
vuela, que huye, que se fuga entre las manos como si no existiera. La vida pasa
y lo hace a una velocidad cada vez mayor y no podemos detenerlo. Y la muerte se
acerca callando, sigilosa pero segura. La muerte es la democracia perfecta,
igualitaria para todos porque absolutamente todos tenemos que morir. “Cuán presto se va el placer.
Cómo después de acordado da dolor. Cómo a nuestro parecer cualquier tiempo
pasado fue mejor”. El placer, sexual o del tipo que sea pasa muy pronto y
parece que nos da dolor cuando pasa porque ha terminado. Y más nos duele cuando
comprobamos en nuestra imaginación que cualquier tiempo pasado fue mejor, lo
cual no es cierto. Hay que olvidarse de la separación tradicional del presente,
pasado y futuro. El futuro es pensado y ya es presente y el presente es vivido
y ya es pasado. El tiempo es único, indivisible y pasa a toda velocidad. El
tiempo se fuga entre los dedos y no hay que pensar que cualquier tiempo pasado
fue mejor sino vivir un eterno presente. Hay que hablar de la idea del tiempo
según San Agustín: el tiempo no es presente, pasado ni futuro. Sólo existe un
tiempo que es el amor que es el que lo llena todo y a él tenemos que
entregarnos con toda nuestra dedicación.
“Nuestras vidas son los ríos
que van a dar a la mar que es el morir, allí van los señoríos derechos a se acabar
y consumir”. Nuestras vidas son los mares que
van a dar al gran océano de la muerte. Y esta muerte afecta a todos, a
los señoríos que son ricos y tienen muchos bienes y dineros y a los pobres. O
como dice Jorge Manrique en otro pasaje de las Coplas por la muerte de mi padre
“los que viven por sus manos y los ricos”, es decir, los que trabajan y los que
se limitan a vivir de las rentas de sus bienes. El tiempo es único y fugaz y
afecta a todos por igual. Lo que tenemos que hacer es llenar de contenido ese
tiempo para que nuestro paso por la vida sea lo más provechoso posible. Es lo que nos dice Jorge Manrique en las coplas. En
la primera parte hace generalizaciones sobre el tiempo, la vida y la muerte. Y
en la segunda parte habla de las gestas de su padre, de todo lo que ha hecho a
lo largo de su vida. Pues de eso se trata: de llenar la vida de contenido, cada
uno según su capacidad. En mi caso, que soy escritor, escribiendo libros. En el
caso del terapeuta ocupacional dando sus clases y haciendo otras cosas. En el
caso de Cristiano Ronaldo y Leo Messi marcando goles. En el caso de Juan Carlos
Navarro metiendo canastas. Cada uno, insisto, según su capacidad para que
cuando lleguemos ante Dios tengamos las manos llenas de cosas positivas. Es la
parábola de los talentos. Si recibimos diez no podemos presentarnos con menos
porque será señal de que los hemos malgastado. Si nos presentamos con los
mismos será señal de que no los hemos invertido. Si nos presentamos con más de
los recibidos será señal de que hemos sabido invertir los talentos recibidos al
nacer y hemos recogido los frutos. Es lo que le dice Robert de Niro a su hijo
en la película por él dirigida Una historia del Bronx y protagonizada por él
mismo y Chazz Palmintieri, acostumbrados ambos a las películas de mafiosos: “No
hay nada peor que el talento malgastado”. Pues eso digo yo: frente a la
fugacidad del tiempo, sacarle el máximo partido y dar a Dios la mayor riqueza
posible. Y eso vale también para los nos creyentes.
El otro día estaba yo en la barbería
y escuché en la radio un anuncio que me llamó la atención porque utilizaba la
fugacidad del tiempo como tema para vender el producto. Decía tic tac, tic tac
y después una voz añadía. “Cada segundo que pasa tiene un segundo menos para
comprar nuestro producto”. Da igual el producto que fuera, lo importante era
que utilizaba el paso del tiempo como instrumento para comercializar. Y es que
la fugacidad del tiempo y de la vida está metida en nuestra existencia diaria.
Albert Einstein podría decir
mucho sobre la fugacidad del tiempo con su teoría de la relatividad y su
formulación física famosa E= m c 2. Él hablaba de un tiempo
relativo, sin límites, que a lo más podría ser circular y que estuviéramos
viviendo continuamente como si fuera el día de la marmota en la película
Atrapado en el tiempo de Harold Ramis con Bill Murray y Andy MacDowell de
protagonistas. El tiempo no tiene forma y se puede manejar a nuestro antojo. Es
relativo y podemos incluso viajar a través de él como metidos en una máquina
del tiempo. Desgraciadamente es sólo una teoria, brillante porque mereció el
Premio Nobel de Física, pero una teoría preciosa. El tiempo sin formas es un
tiempo fugaz. La vida es fugaz. Estamos condenados a morir y después de la
muerte nadie sabe lo que puede ocurrir con el tiempo. Eso dependerá de las
creencias de cada uno, de la eternidad o del vacío.
Hablando de viajes en el
tiempo se han hecho muchas películas como Los cronocrímenes, Los pasajeros del
tiempos, la trilogía de Regreso al futuro y una de las últimas, La máquina del
tiempo basada en la obra homónima de H.G. Wells protagonizada por Guy Pearce.
En esa película se demostraba el viaje en el tiempo, pero sintiéndonos igual en
cada momento del mismo. Tenemos las mismas sensaciones en cualquier época a la
que podamos ir, da igual la Revolución
Francesa que el Futuro Cibernético. Seremos las mismas
personas con la misma sensación de tiempo fugaz.
Hace unos días vi la película
El genio del amor, protagonizada por Tim Robbins, Meg Ryan, Walter Mathau y
Charles Durning. Walter Mathau hacía precisamente el papel de Albert Einstein y
en una reunión con otros tres sabios se hablaba de que el tiempo no existe. La
no existencia del tiempo nos llevaba hacia su absoluta relatividad, hacia su
absoluta fugacidad. Se menciona continuamente el tema de la no existencia del
tiempo. Aquí podríamos hablar del tiempo objetivo y del tiempo subjetivo de
Henri Bergson, pero ya lo traté en otro artículo.
Vi hace unos días otra
película titulada Clockstoppers: detener el tiempo donde se hablaba de esta
posibilidad. Hasta ahora sólo se puede decir que podemos detener el tiempo con
la criogenización. Se dice que Walt Disney está criogenizado en espera de
encontrar una solución a su enfermedad. Es una cosa para ricos. Se trata de
someter a la congelación a una temperatura
muy baja a los cuerpos para esperar la solución a sus problemas. No hay
constancia de que el tiempo se pueda detener de otra manera. Y cuando existe la
criogenización el tiempo sigue pasando en espera de la solución anhelada. El
tiempo, sea como sea, siempre se fuga, siempre se nos escapa entre los dedos y
no podemos detenerlo, a lo más posponerlo.
Yo escribí hace tiempo un
poema titulado La fugacidad del tiempo perdido. Es lo que hay que evitar: que
el tiempo sea fugaz pero perdido. Tenemos que aprovechar el tiempo lo mejor
posible para sacarle partido a la vida. No sé si el tiempo existe o no, pero sí
tengo la sensación de que el tiempo pasa rápido como dice Jorge Manrique.
Aprovechémoslo y saquemos partido a la existencia que Dios nos ha dado o nos ha
sido dada de la forma que cada uno considere oportuna. Y disfrutad de ese
tiempo para que el paso por el mundo sea lo más feliz posible. Salud y suerte.
José Cuadrado Morales
Precioso tu artículo, José. No dejemos de disfrutar ni un minuto. ¡Un abrazo, compañero!
ResponderEliminarleer el artivculo equivale a plantearse si uno aprovecha su tiempo con determinacion o si se le escapa de las manos.Jose, por lo menos, con tu articulo, consigues que nos planteemos esta disyuntiva. gracias or tiu narracion
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