viernes, 11 de mayo de 2012

RELATO

REVISIÓN DE EXAMEN


Salí de la facultad y me dirigía al despacho del profesor con la intención de que me revisara el examen. Desde mi punto de vista, la nota que había sacado era baja y quería revisarlo. Era temprano, las nueve de la mañana, y las listas las acababan de colgar, por lo que todavía no había tenido la oportunidad de hablar con nadie para saber si algún compañero tenia la misma impresión que yo, que esta vez el profesor Roz había puntuado por lo bajo, porque estaba segura de que mi nota no podía ser tan mala. Llevaba mes preparándome este examen y de él dependía que aprobase definitivamente el segundo curso de la carrera. Era muy importante para mi y quería obtener una buena nota, ya había gastado dos convocatorias y no estaba dispuesta a malgastar una mas. Así que decidida, me encamine hacia la parada de autobús cuando tropecé con Sandra.
Sandra también acababa de ver las notas y al igual que a mi , le parecía que su calificación era baja. Ella también iba al despacho del profesor Roz para ver su examen. Empezamos ha hablar, nos dijimos que ya en cuarto de carrera apenas coincidíamos en las clases, que si nos veíamos en la facultad era en la cafetería, o quizás en la biblioteca repasando unos apuntes. También nos veíamos en la copistería o por los pasillos pero por lo general en esos casos llevábamos mucha prisa y hay apenas podíamos pararnos a charlar un rato. Se acabaron los años de las barriladas, de las asignaturas Marías y cosas por el estilo. Ahora importaban otras las cosas, ¡ya no se tienen veinte años! Las dos reíamos.
Yo no sabia muy bien donde estaba el despacho, pero Sandra ya había estado allí mas veces. Ella lo tenía como profesor en otra asignatura y había estado realizando un proyecto con él y otros siete alumnos más de la facultad. Estábamos cerca del hospital. Empezamos a caminar. Mientras charlábamos yo iba distraída y no me estaba dando cuenta hacia donde nos aproximábamos. Cuando reconocí el sitio, casi al instante, ya me entro el pánico y me asfixiaba. Con la voz entrecortada intente explicarse lo a Sandra pero esta no me entendía, la plazoleta era la misma y entonces me vinieron las imágenes a la cabeza y cada vez me ponía más nerviosa y a cada momento me faltaba más el aire. Procure tranquilizarme pero no lo conseguía. Sandra empezó a asustarse y un señor que paseaba con su perro se paró junto a nosotros. Me sentó en un banco y me pidió que me tranquilizara. Sandra me abanicaba con su carpeta y me desabrochó la chaqueta para que pudiera respirar sin dificultad, entonces pude empezar a respirar mejor.
Salimos de allí a los veinte minutos del incidente, Sandra iba blanca y yo roja como un tomate. Entonces no tuve más remedio que contarle mi secreto a Sandra ya que había sido testigo de mi ataque de pánico.
Le conté lo que me había pasado hace ya por lo menos dos años. Iba yo una noche junto a Antonio, mi antiguo novio de la facultad, un chico de Salteras, que estaba viviendo con Juan y Carlos en un piso por aquí cerca, y veníamos de cenar. Íbamos a su casa escuchar un poco de música y nos salieron tres hombres con unas navajas y nos atracaron. A el le pegaron y a mi me toquetearon y me sobaron. Unos jóvenes que pasaban por la calle nos vieron y ellos fueron los que nos ayudaron, asustando a los asaltantes y haciendo que estos echaran a correr, dejando al pobre de Antonio tirado en el suelo y a mi con la camisa desabrochada y con una ataque de histeria que nos se me pasó hasta que vinieron los de la ambulancia y me dieron unos calmantes para que me tranquilizara. Si no llega a ser por ellos no se que hubiera sido de mi y de Antonio y de mi.
Cada vez que paso por este sitio me entra un ataque de pánico. Mi psicóloga me tiene dicho que no venga por la zona pero es que no sabia que el despacho del profesor Roz estaba por aquí.
Sandra se quedo muda. Se disculpó por haberme traído hasta aquí. Me dijo que podíamos haber tirado por la avenida que da al hospital , que en realidad ella eligió este camino porque cruzaba por el parque y le pareció más bonito y como se sentía cómoda conmigo prefirió ir dando un paseo, además era temprano y ninguna de las dos habíamos dicho que tuviéramos prisa por volver a la facultad. Le dije que la culpa no era suya, que ella no sabia nada, la culpa había sido mía que al haberme distraído con la conversación había olvidado el sitio y como entramos por la parte de detrás.
Ella me prometió que tampoco olvidaría el lugar y que estuviera tranquila que por ella el secreto estaba guardado.
Lo cierto es que tengo que superar el miedo y la mejor forma de hacerlo es afrontándolo y frecuentando más ese lugar. Debería ir con gente con la que me sienta segura y pasear por los alrededores sin temor. No es cierto que cada vez que vaya me va a suceder algo pero lo que si es cierto es que cada vez que voy me quedo sin respiración. Se que algún día estaré preparada para pasar por allí sin que me suceda nada, pero el día que pase con Sandra no lo estaba.

La pluma negra.


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