“Que toda la vida es sueño y los sueños sueños son”. Así rezaba Calderón de la Barca en el monólogo de Segismundo de la vida es sueño, que podríamos considerar un antecedente del psicoanálisis de Sigmund Freud quien podemos ver actualmente en el cine en la película de David Cronenberg Un método peligroso.
Antecedente del psicoanálisis porque en el monólogo se habla claramente de los sueños conscientes y los sueños inconscientes. Los primeros se tienen en la vigilia. Los otros no los controlamos y transcurren durante el tiempo de sueño dormido. En la vigilia podemos soñar lo que queramos o podamos según nuestra capacidad intelectual y nuestra ambición personal. Podríamos poner de ejemplo el programa de televisión Pasapalabra en el que el presentador Christian Gálvez pregunta a cada concursante qué haría con el bote del concurso. Se escuchan toda clase de cosas: viajar, quitar la hipoteca, ayudar a las personas más cercanas, etc…
En el sueño consciente aspiramos a todo, pero la realidad se encarga de convertir en algo tangible nuestros sueños. Depende mucho de la voluntad personal de cada uno, del esfuerzo que se ponga en el intento. Yo, por ejemplo, tenía el sueño de ser escritor. Tuve que perder muchas cosas, renunciar a otras tantas para ser escritor. A día de hoy ya llevo nueve libros publicados, el último Dicha y resurrección. El siguiente lo publicaré en junio de 2012 y se titulará Poemas que quise escribir. He tenido que aplicar numerosas ideas conscientes para ser escritor, poner tanto esfuerzo que en mis sueños inconscientes aparecían imágenes de mi condición de escritor de tanto deseo que tenía de serlo.
Los sueños inconscientes no están regidos por nuestra voluntad, aunque puede influir claramente lo que estemos pensando justamente antes de dormir o las obsesiones que tengamos a lo largo del día o los acontecimientos que vivamos durante el mismo.
El subconsciente es un almacén de motivos para soñar. Podemos soñar que estamos volando y con eso reflejamos nuestro miedo a volar, nuestro pánico a volar y comprobamos que podemos hacerlo. El subconsciente ayuda al consciente a vivir, a superar viejos problemas. Somos pájaros que se mueven grácilmente por el aire y sin temor ninguno a caerse.
El subconsciente es un volcán siempre a punto de la erupción. Soñamos que estamos en un cementerio contemplando la tumba de nuestros padres y nos sentimos culpables porque en vida no les dimos el amor que debimos darles. El subconsciente nos lleva al cementerio, a la muerte ficticia dentro del universo onírico para que nos arrepintamos de las cosas malas que hemos hecho en vida. Y aunque tengamos sentimientos de culpabilidad finalmente sentimos alivio porque podemos rectificar tardíamente los conflictos personales que teníamos con nuestros padres. El subconsciente nos ayuda. Está por encima de nosotros porque está fuera de nuestro control, pero los beneficios son muy claros.
Sigmund Freud ayudaba a sus pacientes a través de la interpretación del mundo onírico. Venían a su consulta llenos de dolor y salían aliviados porque alguien le había dado interpretación a sus sueños. Estos muchas veces escapan a nuestra interpretación y nos sentimos desolados, abandonados por el propio destino, dejados de la mano de Dios. A éste se recurre frecuentemente como pseudointérprete de los sueños a través del camino de la fe o simplemente a través de la senda de la impotencia. Dios no puede interpretar nuestros sueños. Podemos creer, soñar con Dios, pensar y hasta sentir que Dios nos alivia, pero él no puede interpretar nuestros sueños.
El subconsciente puede ser diseccionado por un buen psicólogo, bien con el tratamiento directo con los pacientes o bien a través de la escritura de libros que hablen sobre el tema de los sueños. Hay mucha literatura escrita sobre los sueños y su interpretación. Y con la práctica podemos convertirnos en los mejores intérpretes de nuestros propios sueños. Para ello tenemos que conocer bien nuestro consciente y tener un gran equilibrio emocional para no dejarnos arrastrar por el universo onírico y todo el peso específico que ocupa en nuestras vidas.
Como ejemplo de sueño consciente podemos poner la famosa frase que inicia el no menos famoso discurso de Martin Luther King : “I have a dream”. Yo tengo un sueño, el sueño de la integración perfecta entre negros y blancos. Él no tuvo ningún sueño inconsciente sobre ello. Él sentía la necesidad de esa integración y para ello se inventó lo del sueño inconsciente para hacer la imagen de sus propósitos más clara. Desgraciadamente fue asesinado y su sueño se esfumó. No dependía de su voluntad, aunque él luchó con todas sus fuerzas hasta dar la vida por ese sueño.
Freud hablaba de las diferencias y concomitancias entre el subconsciente, el inconsciente y el consciente. El subconsciente es la parte donde se ocultan los sueños de manera más clara. El inconsciente adormece a los sueños, como si estuvieran traumatizados. Es la parte más dolorosa de los sueños, donde afloran los sueños más duros como si fuera un puente entre la realidad y la subconsciencia. Y el consciente, que es el estado de vigilia, donde vivimos de una manera que condiciona el inconsciente y el subconsciente. Pero esta realidad no es unidireccional, sino bidireccional como toda verdadera comunicación.
Vivir es duro y los sueños nos pueden ayudar a vivir o a sentirnos más desgraciados. Soñar despierto es una de las expresiones más utilizadas en la vida real. Todos lo hacemos. Todos aspiramos a algo que no tenemos. Muchas veces los sueños inconscientes nos hacen mucho daños y nos despertamos sofocados, angustiados, con ansiedad y angustia. Ellos están fuera de nuestro control. Pero paradójicamente también los sueños conscientes están fuera del alcance de nuestra voluntad porque surge el eterno conflicto entre la realidad y el deseo, entre la realidad y el sueño. Soñar es fácil. Vivir el sueño realizado es mucho más difícil. Pero todos tenemos derecho a soñar. El sueño es libre. Y los sueños irreales son libres en sí mismos. Viven para ellos aunque nos den muchos toques de atención y nos indiquen las alarmas sobre nuestra vida real.
No sé si toda la vida es sueño como le pasaba al protagonista de la serie Los Serrano, que al final parecía que se suicidaba, pero en realidad nos quería decir que todos los capítulos de la serie habían sido sueños y ya está. Es un caso extremo de sueño entre lo consciente y lo inconsciente. Quizás toda la vida es sueño, pero seguro que los sueños sueños son como decía Calderón. Pero yo no estoy de acuerdo con que todo es sueño. Creo que el libre albedrío influye sobremanera en nuestras vidas. Vivamos y soñemos, ése podría ser nuestro lema, aunque aquí caben todas las interpretaciones y conclusiones posibles, más si consideramos que cada persona es un sueño en sí mismo.
Yo no he escrito este artículo. Lo he soñado y sólo se ha ido al papel o al ordenador. Ha sido un sueño hecho realidad que ha pasado por mis manos hasta las hojas blancas. Toda mi vida es un sueño, pero me he despertado para leerlo. Y me gusta. Espero que a vosotros también.
José Cuadrado Morales
Antecedente del psicoanálisis porque en el monólogo se habla claramente de los sueños conscientes y los sueños inconscientes. Los primeros se tienen en la vigilia. Los otros no los controlamos y transcurren durante el tiempo de sueño dormido. En la vigilia podemos soñar lo que queramos o podamos según nuestra capacidad intelectual y nuestra ambición personal. Podríamos poner de ejemplo el programa de televisión Pasapalabra en el que el presentador Christian Gálvez pregunta a cada concursante qué haría con el bote del concurso. Se escuchan toda clase de cosas: viajar, quitar la hipoteca, ayudar a las personas más cercanas, etc…
En el sueño consciente aspiramos a todo, pero la realidad se encarga de convertir en algo tangible nuestros sueños. Depende mucho de la voluntad personal de cada uno, del esfuerzo que se ponga en el intento. Yo, por ejemplo, tenía el sueño de ser escritor. Tuve que perder muchas cosas, renunciar a otras tantas para ser escritor. A día de hoy ya llevo nueve libros publicados, el último Dicha y resurrección. El siguiente lo publicaré en junio de 2012 y se titulará Poemas que quise escribir. He tenido que aplicar numerosas ideas conscientes para ser escritor, poner tanto esfuerzo que en mis sueños inconscientes aparecían imágenes de mi condición de escritor de tanto deseo que tenía de serlo.
Los sueños inconscientes no están regidos por nuestra voluntad, aunque puede influir claramente lo que estemos pensando justamente antes de dormir o las obsesiones que tengamos a lo largo del día o los acontecimientos que vivamos durante el mismo.
El subconsciente es un almacén de motivos para soñar. Podemos soñar que estamos volando y con eso reflejamos nuestro miedo a volar, nuestro pánico a volar y comprobamos que podemos hacerlo. El subconsciente ayuda al consciente a vivir, a superar viejos problemas. Somos pájaros que se mueven grácilmente por el aire y sin temor ninguno a caerse.
El subconsciente es un volcán siempre a punto de la erupción. Soñamos que estamos en un cementerio contemplando la tumba de nuestros padres y nos sentimos culpables porque en vida no les dimos el amor que debimos darles. El subconsciente nos lleva al cementerio, a la muerte ficticia dentro del universo onírico para que nos arrepintamos de las cosas malas que hemos hecho en vida. Y aunque tengamos sentimientos de culpabilidad finalmente sentimos alivio porque podemos rectificar tardíamente los conflictos personales que teníamos con nuestros padres. El subconsciente nos ayuda. Está por encima de nosotros porque está fuera de nuestro control, pero los beneficios son muy claros.
Sigmund Freud ayudaba a sus pacientes a través de la interpretación del mundo onírico. Venían a su consulta llenos de dolor y salían aliviados porque alguien le había dado interpretación a sus sueños. Estos muchas veces escapan a nuestra interpretación y nos sentimos desolados, abandonados por el propio destino, dejados de la mano de Dios. A éste se recurre frecuentemente como pseudointérprete de los sueños a través del camino de la fe o simplemente a través de la senda de la impotencia. Dios no puede interpretar nuestros sueños. Podemos creer, soñar con Dios, pensar y hasta sentir que Dios nos alivia, pero él no puede interpretar nuestros sueños.
El subconsciente puede ser diseccionado por un buen psicólogo, bien con el tratamiento directo con los pacientes o bien a través de la escritura de libros que hablen sobre el tema de los sueños. Hay mucha literatura escrita sobre los sueños y su interpretación. Y con la práctica podemos convertirnos en los mejores intérpretes de nuestros propios sueños. Para ello tenemos que conocer bien nuestro consciente y tener un gran equilibrio emocional para no dejarnos arrastrar por el universo onírico y todo el peso específico que ocupa en nuestras vidas.
Como ejemplo de sueño consciente podemos poner la famosa frase que inicia el no menos famoso discurso de Martin Luther King : “I have a dream”. Yo tengo un sueño, el sueño de la integración perfecta entre negros y blancos. Él no tuvo ningún sueño inconsciente sobre ello. Él sentía la necesidad de esa integración y para ello se inventó lo del sueño inconsciente para hacer la imagen de sus propósitos más clara. Desgraciadamente fue asesinado y su sueño se esfumó. No dependía de su voluntad, aunque él luchó con todas sus fuerzas hasta dar la vida por ese sueño.
Freud hablaba de las diferencias y concomitancias entre el subconsciente, el inconsciente y el consciente. El subconsciente es la parte donde se ocultan los sueños de manera más clara. El inconsciente adormece a los sueños, como si estuvieran traumatizados. Es la parte más dolorosa de los sueños, donde afloran los sueños más duros como si fuera un puente entre la realidad y la subconsciencia. Y el consciente, que es el estado de vigilia, donde vivimos de una manera que condiciona el inconsciente y el subconsciente. Pero esta realidad no es unidireccional, sino bidireccional como toda verdadera comunicación.
Vivir es duro y los sueños nos pueden ayudar a vivir o a sentirnos más desgraciados. Soñar despierto es una de las expresiones más utilizadas en la vida real. Todos lo hacemos. Todos aspiramos a algo que no tenemos. Muchas veces los sueños inconscientes nos hacen mucho daños y nos despertamos sofocados, angustiados, con ansiedad y angustia. Ellos están fuera de nuestro control. Pero paradójicamente también los sueños conscientes están fuera del alcance de nuestra voluntad porque surge el eterno conflicto entre la realidad y el deseo, entre la realidad y el sueño. Soñar es fácil. Vivir el sueño realizado es mucho más difícil. Pero todos tenemos derecho a soñar. El sueño es libre. Y los sueños irreales son libres en sí mismos. Viven para ellos aunque nos den muchos toques de atención y nos indiquen las alarmas sobre nuestra vida real.
No sé si toda la vida es sueño como le pasaba al protagonista de la serie Los Serrano, que al final parecía que se suicidaba, pero en realidad nos quería decir que todos los capítulos de la serie habían sido sueños y ya está. Es un caso extremo de sueño entre lo consciente y lo inconsciente. Quizás toda la vida es sueño, pero seguro que los sueños sueños son como decía Calderón. Pero yo no estoy de acuerdo con que todo es sueño. Creo que el libre albedrío influye sobremanera en nuestras vidas. Vivamos y soñemos, ése podría ser nuestro lema, aunque aquí caben todas las interpretaciones y conclusiones posibles, más si consideramos que cada persona es un sueño en sí mismo.
Yo no he escrito este artículo. Lo he soñado y sólo se ha ido al papel o al ordenador. Ha sido un sueño hecho realidad que ha pasado por mis manos hasta las hojas blancas. Toda mi vida es un sueño, pero me he despertado para leerlo. Y me gusta. Espero que a vosotros también.
José Cuadrado Morales
Personalmente, cuando duermo y sueño me suceden historias, encuentros y aventuras mil veces más interesantes que lo que me ofrece la realidad. Quizás mi cerebro me da ese regalo todas las noche para compensar mi aburrida vida cotidiana. La naturaleza es sabia y así vamos tirando.
ResponderEliminarBuen artículo, la mente humana es impresionante y maravillosa
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