El jueves 24 de noviembre nos juntamos los dos de los grupos de ocio y tiempo libres de la URA y nos encaminamos juntos a la aventura de conocer la cercana y espléndida localidad de Santiponce (Sevilla). En ella pudimos disfrutar del patrimonio cultural de la provincia, en concreto del Monasterio de San Isidoro del Campo y de las archiconocidas Ruinas de Itálica.
El monasterio fue fundado en 1301 por Guzmán el Bueno. En un principio fue cedido a los monjes cistercienses, pero en el siglo XVI fueron expulsados y se establecieron allí los monjes Jerónimos.
El Claustro de los Muertos se llama así por que allí se enteraban a los monjes Jerónimos. La decoración es de estilo mudéjar siendo en primer lugar utilizados los fresco y luego los azulejos.
El Claustro de los Evangelistas era de acceso al pueblo. Se conservan frescos de valor incalculable como uno que trata sobre el Árbol de la Vida. Allí acudía el pueblo a pagar sus tributos a los monjes (sería como una especie de diezmo)
Vimos también la sala de oración, donde los monjes pasaban ocho horas rezando. La habitación tenía 74 asientos y en el medio un atril donde los monjes ponían los libro de oraciones que eran tan grandes que podían leerlos desde sus asientos.
Por último nos enseñaron el retablo de Martínez Montañés, donde la figura central es San Jerónimo (está documentado que los monjes obligaron a que la figura de San Jerónimo solo la trabajase el Maestro y que no la tocase ninguno de sus discípulo, por eso se sabe que es obra absoluta de Martínez Montañés) y vimos dos de las tres figuras no religiosas que hizo el escultor en toda su vida, la de D.Alonso y Dª Maria Alonso.
Había sido una visita interesantísima. Habíamos vivido la historia con Guzmán el Bueno y los monjes Jerónimos y todo el poder que ostentaban y el capital que poseen sus actuales dueños, porque aunque parezca mentira, dentro no se pueden hacer fotos porque los propietarios no lo permiten. El monasterio sigue perteneciendo a los descendiente de Guzmán el Bueno y el último enterramiento que se hizo en el fue en el 2010.
De allí nos fuimos caminando hasta las ruinas de Itálica. Apenas a un kilómetro y medio. Estábamos ávidos de más conocimientos y teníamos la bilirrubina de la Cultura por las nubes.
De itálica podría contaros muchas cosas que nuestro guía nos mostró pero lo idóneo es que las veáis con vuestros propios ojos. Sin embargo no quiero dejaros con la miel en los labios y aquí van algunos datos y algunas alusiones a los impresionantes restos arqueológicos que vimos. Por ejemplo, el anfiteatro, lugar donde el se celebraban las luchas de gladiadores (si has visto la película Gladiador te sonara de algo) tenia un aforo de 25000 personas cuando la población de la ciudad tan sólo era de10.000. La red de alcantarillados tenia canales de 1.60 m de altura para que los esclavos andasen por dentro cuando se atascasen. Había villas de 6.000 m2.
Lo que más nos llamó la atención a todos fue que del anfiteatro se conservó hasta el siglo XVIII los tres anillos de gradas originales pero a alguna “autoridad competente” se le ocurrió dinamitar la segunda y tercera grada para utilizarlo como cantera en la construcción de la N-630. Así es el Pueblo Ibérico, es capaz de construir el tercer anfiteatro mayor en aforo del mundo y capaz de destruirlo.
En conclusión, si queréis pasar un día agradable y realizar una visita cultural amena y entretenida os recomendamos Santiponce y su patrimonio cultural.
Pedro Sánchez Morilla
El monasterio fue fundado en 1301 por Guzmán el Bueno. En un principio fue cedido a los monjes cistercienses, pero en el siglo XVI fueron expulsados y se establecieron allí los monjes Jerónimos.
El Claustro de los Muertos se llama así por que allí se enteraban a los monjes Jerónimos. La decoración es de estilo mudéjar siendo en primer lugar utilizados los fresco y luego los azulejos.
El Claustro de los Evangelistas era de acceso al pueblo. Se conservan frescos de valor incalculable como uno que trata sobre el Árbol de la Vida. Allí acudía el pueblo a pagar sus tributos a los monjes (sería como una especie de diezmo)
Vimos también la sala de oración, donde los monjes pasaban ocho horas rezando. La habitación tenía 74 asientos y en el medio un atril donde los monjes ponían los libro de oraciones que eran tan grandes que podían leerlos desde sus asientos.
Por último nos enseñaron el retablo de Martínez Montañés, donde la figura central es San Jerónimo (está documentado que los monjes obligaron a que la figura de San Jerónimo solo la trabajase el Maestro y que no la tocase ninguno de sus discípulo, por eso se sabe que es obra absoluta de Martínez Montañés) y vimos dos de las tres figuras no religiosas que hizo el escultor en toda su vida, la de D.Alonso y Dª Maria Alonso.
Había sido una visita interesantísima. Habíamos vivido la historia con Guzmán el Bueno y los monjes Jerónimos y todo el poder que ostentaban y el capital que poseen sus actuales dueños, porque aunque parezca mentira, dentro no se pueden hacer fotos porque los propietarios no lo permiten. El monasterio sigue perteneciendo a los descendiente de Guzmán el Bueno y el último enterramiento que se hizo en el fue en el 2010.
De allí nos fuimos caminando hasta las ruinas de Itálica. Apenas a un kilómetro y medio. Estábamos ávidos de más conocimientos y teníamos la bilirrubina de la Cultura por las nubes.
De itálica podría contaros muchas cosas que nuestro guía nos mostró pero lo idóneo es que las veáis con vuestros propios ojos. Sin embargo no quiero dejaros con la miel en los labios y aquí van algunos datos y algunas alusiones a los impresionantes restos arqueológicos que vimos. Por ejemplo, el anfiteatro, lugar donde el se celebraban las luchas de gladiadores (si has visto la película Gladiador te sonara de algo) tenia un aforo de 25000 personas cuando la población de la ciudad tan sólo era de10.000. La red de alcantarillados tenia canales de 1.60 m de altura para que los esclavos andasen por dentro cuando se atascasen. Había villas de 6.000 m2.
Lo que más nos llamó la atención a todos fue que del anfiteatro se conservó hasta el siglo XVIII los tres anillos de gradas originales pero a alguna “autoridad competente” se le ocurrió dinamitar la segunda y tercera grada para utilizarlo como cantera en la construcción de la N-630. Así es el Pueblo Ibérico, es capaz de construir el tercer anfiteatro mayor en aforo del mundo y capaz de destruirlo.
En conclusión, si queréis pasar un día agradable y realizar una visita cultural amena y entretenida os recomendamos Santiponce y su patrimonio cultural.
Pedro Sánchez Morilla
Precioso escrito sobre el pueblo de Santiponce, pueblo con mucho valor histórico claro ejemplo de que no hay que viajar muy lejos para encontrar lugares declarados como bienes de la humanidad.Juanma Cuesta
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