Mi marido había estudiado parte de la carrera de medicina en Camerún en francés y luego se vino a España a la Universidad Complutense de Madrid. Se especializó en naturopatía. Él quería a toda costa hablar con el Presidente para abrir allí una clínica natupata ya que con este tipo de medicina no habría necesidad de curar con fármacos tradicionales, muy caros e inaccesibles para la mayor parte de la población de Guinea en aquella época. Tan variada es la flora de su país que de ella se podían sacar muchos principios activos necesarios para la curación de muchas enfermedades que él ya conocía por las enseñanzas de su padre que era hechicero del pueblo donde nació.
Su padre curaba a toda la gente utilizando mezclas de distintas plantas.
Yo salía a pasear por las tarde con mi hija y tenía que taparla con un tul porque los mosquitos allí no picaban, daban bocaos. Además era peligrosa su picadura porque podían transmitir el paludismo y la malaria. No podía salir sola, siempre lo hacía con mi marido, porque era muy peligros, ya que por el mero hecho de ser blanca me podían atacar. Tal era el odio que muchos de los Guineamos nos tenían a los españoles por haberlos colonizado durante muchos años. Una vez un soldado de uniforme, creo que bebido, me ataco dándome porrazos con la culata de su fusil, por suerte mi marido me defendió y consiguió que no pasara nada, yo personalmente temí por mi vida, las pasé canutas.
Un día del mes de diciembre de 1979, los Príncipes de España, ahora Reyes Juan Carlos y Sofía, hicieron una visita oficial a Obiang. Ya que estaban allí la embajada ofreció una recepción con ellos a todos los españoles que vivíamos en Malabo. En la recepción nos dieron un tapeito, que por cierto cogimos con muchas ganas y luego nos saludaron uno a uno a los asistentes, preguntando por cual era nuestra situación allí y los motivos que nos llevaron allí. Yo estuve a punto de decirle a la reina que si me podía volver con ella a España, pero por respeto me quede con las ganas.
Yo quería regresar porque no me encontraba bien ni física ni psicológicamente.
El mismo carpintero que talló una estatua que representaba a un hombre y a una mujer para regalársela a los reyes nos hizo a nosotros, del mismo material, palo de rosas, una joya vegetal, unas que cabezas muy bonitas que todavía conservo.
Yo, para pasar el tiempo me dediqué a dar clases de guitarra a un chaval de 15 años que tenía muchas ganas de aprender pero esta historia os la contaré mas adelante….
Su padre curaba a toda la gente utilizando mezclas de distintas plantas.
Yo salía a pasear por las tarde con mi hija y tenía que taparla con un tul porque los mosquitos allí no picaban, daban bocaos. Además era peligrosa su picadura porque podían transmitir el paludismo y la malaria. No podía salir sola, siempre lo hacía con mi marido, porque era muy peligros, ya que por el mero hecho de ser blanca me podían atacar. Tal era el odio que muchos de los Guineamos nos tenían a los españoles por haberlos colonizado durante muchos años. Una vez un soldado de uniforme, creo que bebido, me ataco dándome porrazos con la culata de su fusil, por suerte mi marido me defendió y consiguió que no pasara nada, yo personalmente temí por mi vida, las pasé canutas.
Un día del mes de diciembre de 1979, los Príncipes de España, ahora Reyes Juan Carlos y Sofía, hicieron una visita oficial a Obiang. Ya que estaban allí la embajada ofreció una recepción con ellos a todos los españoles que vivíamos en Malabo. En la recepción nos dieron un tapeito, que por cierto cogimos con muchas ganas y luego nos saludaron uno a uno a los asistentes, preguntando por cual era nuestra situación allí y los motivos que nos llevaron allí. Yo estuve a punto de decirle a la reina que si me podía volver con ella a España, pero por respeto me quede con las ganas.
Yo quería regresar porque no me encontraba bien ni física ni psicológicamente.
El mismo carpintero que talló una estatua que representaba a un hombre y a una mujer para regalársela a los reyes nos hizo a nosotros, del mismo material, palo de rosas, una joya vegetal, unas que cabezas muy bonitas que todavía conservo.
Yo, para pasar el tiempo me dediqué a dar clases de guitarra a un chaval de 15 años que tenía muchas ganas de aprender pero esta historia os la contaré mas adelante….
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