martes, 7 de junio de 2011

RUMOROLOGÍA

Todo el mundo ha seguido la crisis de los pepinos españoles basada fundamentalmente en un rumor infundado que ha perjudicado económicamente a España sin ninguna necesidad. Muchas veces pasa eso: que algo sin fundamento se convierte en una verdad absoluta sin resquicios, en un dogma de fe, en un axioma que no se puede discutir cuando en realidad es una mentira que muchas veces se vende como algo malicioso para ocasionar un daño irreparable o duradero a una persona o a todo un país como es el caso de los pepinos, que al final ha quedado en nada.

En cuestión de salud mental el asunto adopta tintes dolorosos pues se trata de algo muy personal y que afecta directamente a la sensibilidad de las personas que la padecen. Todos los que la padecemos hemos sufrido alguna vez, en mayor o menos medida, la rumorología. Fulanito padece de nervios y eso es muy peligroso porque parece que los problemas como la depresión, las diversas neurosis, no digamos ya la esquizofrenia o algo peor, son contagiosos y las personas en contacto con las víctimas, por llamarlo de alguna manera, van a contraer también la misma enfermedad.

Yo he padecido esa situación. Por ejemplo cuando pretendía a una chica hace muchos años. Ya padecía de los nervios y su madre le advirtió que yo estaba malo de los nervios y que esa situación podría causarle numerosos problemas como si yo fuera una carga o algo peor. Supongo que la chica se asustó porque acabó rechazándome y yo me tuve que quedar solo y sintiéndome casi culpable. Es decir: tenía la enfermedad y además la sensación de que además era como una carga que me impedía hacer una vida normal `porque los demás me rechazaban.Como si yo fuera una peligro para los demás. Eso me llevaba a encerrarme cada vez más en mí mismo, convirtiéndome en un ermitaño dentro de la sociedad, en un aparente sociópata porque si pensaba entablar una relación siempre iba a ser rechazado porque la enfermedad de nervios no se ve como el resto de enfermedades.

Volvemos al problema del estigma que ya traté en otro artículo titulado precisamente así: El estigma. La sensación de sentirme marcado por la sociedad que me obliga a retorcerme sobre mí mismo, a meterme en mi mundo y ser cada vez más reacio a las relaciones de pareja y a las relaciones en general. Las personas estigmatizadas sufren doblemente: por la enfermedad y por el rechazo que sienten de los demás cuando en realidad somos todos iguales y nadie está libre de sufrir una enfermedad de nervios o de otro tipo que a lo que debería invitar es a la comprensión y al apoyo, en vez de al rumor insistente o al rechazo directamente.

Algo así pasó también con el sida en sus primeras manifestaciones en los años ochenta del siglo pasado. Era la época en la que murió Rock Hudson. Entonces se decía que un simple beso contagiaba la enfermedad y enseguida se generaba el rechazo de las personas seropositivas. Era la lepra del siglo XX. Y todo por ignorancia. El grupo de los gays fue el más perjudicado y acabaron por sufrir una doble marginación: como homosexuales y como enfermos de sida. Sufrimiento físico y psíquico a la vez.

Dejemos entonces la rumorología porque no siempre el rumor es la antesala de la noticia, especialmente si ésta es mala. Nada ni nadie debe ser víctima del rumor porque el daño que se hace puede llegar a ser irreparable. Después de varios días los pepinos han sido declarados inocentes. Para ello ciertas autoridades han tenido que comerlos para demostrar la citada inocencia. Pero el daño ya está hecho y la sombra de la duda corre por encima del alimento. Porque el rumor siempre deja secuelas que pueden llegar a ser definitivas. Muchas veces el rumor se lanza deliberadamente, sin ningún fundamento, y acaba convirtiéndose en noticia porque el morbo vende mucho. Numerosos programas de televisión se basan en los rumores básicamente, sobre todo los de cotilleo. Surgen estos programas como hongos. Sálvame, Sálvame de luxe, La noria, Diario de (con toda su apariencia de seriedad) y otros muchos. El rumor vende, proporciona muchísimo dinero. Y muchas veces las víctimas del rumor acaban vendiendo sus noticias a cambio de una sustanciosa cantidad de dinero. Entonces el rumor es la pescadilla que se muerde la cola: lo que empieza como un rumor se convierte en noticia para al final acabar siendo desmentido a cambio de una suculenta cantidad de dinero y unas horas de televisión que deja importantes ingresos en publicidad.

De pepinos y de nervios podría haberse titulado también este artículo. Los pepinos son inocentes, pero los nervios siguen siendo culpables. Uno no puede abrir el corazón con toda sinceridad y tiene miedo de relacionarse con los demás porque el rechazo puede ser la respuesta más esperada. Los nervios (vulgarmente expresado) son una enfermedad más que debe tender a normalizarse. Se tiene que llegar al momento en que decir “Yo estoy deprimido” sea tan natural como decir estoy resfriado. Por esa normalidad hay que luchar y dejar los rumores sólo para la telebasura que vive de ellos. Esperemos ser positivos y pensar que el futuro será distinto para que los enfermos de nervios podamos decir con Roberto Benigni que la vida es bella. Ojalá sea así. Vale.

José Cuadrado Morales

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