viernes, 4 de marzo de 2011

EL AMOR VERDADERO TRASCIENDE A LA MUERTE

Esta historia que os voy a contar no es una historia cualquiera. Es un trozo de mi biografía, pero necesito expresarla, para que se conozca, para que se sepa, el amor que tenia mi padre a mi madre. Es una deuda moral que tengo con él, que siempre demostró entereza delante de nosotros, sus hijos, aunque por dentro estuviese reventado, aunque cada noche se acostase solo en la cama de matrimonio y sin poder evitarlo echase de menos el calor de su amada, de la madre de sus hijos, de la compañera de veintisiete años, de la mujer que con su amor le hizo un hombre, en definitiva, de su esposa. A ella, un día en el altar, le prometió estar en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza y así lo cumplió.
Cuando se quedo en paro con la indemnización monto un negocio. Este no daba para muchos lujos pero servia para ir tirando e ir sacando la familia adelante. Era una pequeña tienda de comestibles donde había desde pan y bocadillos hasta cervezas y refrescos, pasando por patatas y gusanitos, lata de atún y anchoas, quesos curado y frescos, leches del día y de brik. Mi padre luchó. Le dedicaba horas al negocio, buscaba los precios más baratos y todo lo hacía para salir adelante con su mujer y sus tres hijos. En la riqueza y en la pobreza.
También juro en el altar, hacia ya veintisiete años, en la salud y en la enfermedad. Pero a aquella pareja de enamorados no sabían lo que el destino les tenía preparado. Una larga y agonizante enfermedad con un final anunciado, la muerte.
La enfermedad de mi madre duro dos años y mi padre estuvo en todo momento a su lado. En casa nos repartimos los roles. Mi padre se dedicó por completo al cuidado de mi madre, acudiendo con ella a cada cita con el oncólogo, a cada sesión de quimioterapia. Estaba con ella en cada ingreso. Hay que decir que los dos últimos años de vida de mi madre pasó más tiempo en el hospital que en casa. Otro rol lo cogió mi hermana mayor. Ella se dedicaba a apoyar a mi padre y cooperaba más en las labores de la casa. Se hizo ama de casa. Planchaba, lavaba, hacia de comer…en definitiva era la que llevaba sobre sus hombros el peso de la familia. Mi hermana pequeña lo tenia más difícil, porque no tenia un rol concreto. Lo mismo tenía que ayudarme a mi que me toco llevar el peso de la tienda con la ayuda de mi tía, lo mismo le tocaba ayudar a mi hermana. Con eso de ser la más pequeña, su papel estaba menos definido y su ayuda era mucho más valiosa de lo que se le valoraba ya que hacía de comodín. Yo como he dicho antes, me toco el rol de llevar la tienda. Sin mi tía no hubiera podido. En ella me apoyé y gracias a ella pude medio regentar el negocio con cierta lucidez. Y mi padre no se separaba de mi madre. En la salud y en la enfermedad.
Pero el amor verdadero trasciende más allá de la muerte. Mi madre murió y fue un palo muy duro para todos. Yo, hoy por hoy, no se si lo he superado aún. Creo que mientras vivió mi padre el nunca lo superó. Los días que eran festivos y no tenía que abrir el negocio, como el veinticinco de diciembre, el uno de enero y el viernes santo se levantaba temprano y le llevaba un centro de flores a la tumba de mi madre. Iba muchas más veces, pero a mi me llamaba mucho la atención que lo hiciese esos días del año, días que eran festivos y que podía descansar más y sin embargo su amor por mi difunta madre le hacía ir temprano con su centro de flores y celebrar con ella de alguna forma la Navidad y la Semana Santa. El amor verdadero trasciende la muerte.
¿Qué lazos son los que unen a dos amantes para que estos lleguen a amarse más allá de la muerte? Conociendo la historia de mis padres he llegado a algunas conclusiones. Por ejemplo, descubrir la vida al mismo tiempo. Estoy seguro que el primer hombre que beso mi madre fue mi padre y viceversa, la primera mujer que beso mi padre fue a mi madre. El primer cuerpo de hombre que toco mi madre fue el de mi padre y, estoy seguro que a la inversa sucedió lo mismo, ella primer cuerpo de mujer que toco mi padre fue el de mi difunta madre. Mi padre nos contaba que, mi madre, que trabajaba de cajera en un supermercado, era inalcanzable para él, porque pensaba que era de la clase alta, de lo guapa que iba. Ella era de una familia muy humilde. Él todavía no sabe como se atrevió a pedirle tomar un café. Él era un simple dependiente de zapatos y venia de una familia muy humilde también. Las vivencias compartidas o experiencias en común también ayudaron a estrechar los lazos entre estos dos amantes. Tener el primer hijo, por ejemplo, vivir el embarazo, la noticia de que estaba encinta, el saber que iba a ser un varón. Dicen que me pusieron el nombre de mi padre porque este dijo que quería asegurase el nombre y acertó porque lo que tengo son dos hermanas. Entre ellos y con el paso del tiempo se iba fraguando una relación más que de amantes, más que de pareja más que de amistad, era una relación de afinidad. Tenían una comunicación tan afín que se entendían tan solo con la mirada. No les hacía falta hablar y sabían perfectamente cual era el momento para discutir este o aquel tema. Por supuesto que luchaban por los mismos objetivos, por sacar una familia adelante. Ellos en su infancia habían pasado muchas calamidades. Ahora no querían que sus hijos las pasasen. Ellos no tuvieron oportunidades en la vida y querían que nosotros si las tuviésemos. En la salud y en la enfermedad
Luchar por objetivos comunes les unió más, de eso no hay duda. Yo empecé a echarles una mano desde muy joven. Recuerdo los sábados como el día de castigo. Mientras mis compañeros lo tenían libre yo tenía que echar una mano en la tienda. Mi madre se quedaba sola mientras mi padre iba para comprar para todo el fin de semana. Entonces todavía no teníamos la “C-15”. Nos apañábamos con el “R-18”. Recuerdo que cuando íbamos por cervezas, llenábamos el maletero, los asientos de detrás y algunas que poníamos en mis pies. El “R-18” lo reventamos y costaba más arreglar un coche viejo que daría problemas que comprar un vehiculo mejor adaptado para el tipo de negocio que teníamos y es ahí donde entra en juego la “C-15”. Recuerdo que fuimos todos a recogerla cuando se la entregaron a mi padre, fue un espectáculo para la familia. En la riqueza y en la pobreza
Mi padre murió a los tres años de morir mi madre. Le dio un ataque al corazón. Estábamos los dos solos en casa. Pero no quiero entrar en detalles. Donde quiero llegar es a una suposición, ¿hubiera soportado mi madre la muerte de padre? Creo que no. Mi madre era más sensible para este tipo de cosas. Como se dice aquí en el sur, más sentía. Ella no hubiera podido dormir en la cama de matrimonio sola. No hubiera podido ver la ropa de mi padre sin echarse a llorar. Pero ni la muerte de mi padre ni la de ninguno de nosotros. Tanto la de mis hermanas como la mía la hubieran destrozado de por vida. Por eso creo que Dios se la llevo primero a ella, para que no sufriera la perdida de ninguno de los demás. En la salud y en la enfermedad
Mis tías nos cuentan que, mientras mi madre sufría grandes dolores causados por el cáncer, cuando nosotros, los tres hermanos íbamos a verla, disimulaba el dolor. Esto lo hacía para mostrarnos que no le dolía tanto y que no estaba tan mala, que aquello era una mala racha pero que lo superaría, cuando era anunciada su muerte desde un principio. Recuerdo cuando mi tía Ana me lo dijo a mi. Yo venia de comprar un pollo frito para cenar:-Pedro, tu madre esta muy mala, tiene cáncer y esto que te voy a decir es muy duro pero puede que no lo supere, puede que se muera. En la Salud y en la enfermedad

La pluma negra.

1 comentario:

  1. Hola, estimado escritor. Realmente me he quedado tan impresionada por lo que has escrito de tu vida. No lo se ha calado hondo en mi alma; lamento lo que le pasó a tu madre, y después q tb tu padre muriera. Ojalá podría hacer algo para aliviar tu dolor, solo te envío todo mi sentir, de todo corazón. Dios siempre nos da mas motivos para seguir, cuando hay una puerta cerrada, hay mas ventanas que se abren y nuevos modos de vivir, e ilusiones a monton. Por favor sigue escribiendo que eres maravilloso. Afectuosamente, Lucero.
    Me gustaria tener mas escritos tuyos, mi correo es: lucero2836@hotmail.es

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