Para comenzar, deciros que siempre había tenido un interés especial por la Salud Mental. Ya realizando la Diplomatura de Enfermería, las asignaturas relacionadas con la psicología y psiquiatría me fascinaban y acaparaban gran parte de mi interés. Así, tras ello acabé con una plaza en la especialidad de Salud Mental.
He de reconocer, que antes de comenzar, y teniendo en cuenta que sólo había tenido una breve experiencia en la Unidad de Hospitalización de Salud Mental, tenía múltiples dudas acerca, ya no sólo de los conceptos, porque podía tener más o menos pero ir adquiriendo más (de hecho para eso estaba, para formarme), sino sobre todo, acerca el abordaje y la actuación con este tipo de pacientes que tanto respeto me imponían, ya que siempre he pensado que merecen un trato especialmente meticuloso y humano.
La formación la realizo en Valme y aún recuerdo el día en que visité su Unidad por primera vez, el ver que había incluso un amplio salón y hasta un patio (recursos de los que no disponía la Unidad del Macarena, la única que conocía), y esa impresión de ver tantos pacientes recorriendo la Unidad, con lo que empecé a plantearme cómo sería el camino hasta llegar a ser verdaderamente “especialista”, a alcanzar unas competencias profesionales lo más óptimas posibles, para el trabajo en estos dispositivos.
Y para terminar, comentaros que con lo que me quedo de mi comienzo en esta especialidad, es con que he descubierto que no es tan difícil establecer una relación terapéutica y un abordaje preciso cómo preveía al principio, al menos, si intentas simplemente dar un trato humano, personalizado y empático. Puesto que una de las primeras cosas con las que tienes que romper con ellos es el estigma. Y es que aunque alguien tenga una idea errónea de algo siempre puede llegar a ver la realidad tal cuál es si lo intenta.
Lidia EIR Salud Mental 2010/2011
He de reconocer, que antes de comenzar, y teniendo en cuenta que sólo había tenido una breve experiencia en la Unidad de Hospitalización de Salud Mental, tenía múltiples dudas acerca, ya no sólo de los conceptos, porque podía tener más o menos pero ir adquiriendo más (de hecho para eso estaba, para formarme), sino sobre todo, acerca el abordaje y la actuación con este tipo de pacientes que tanto respeto me imponían, ya que siempre he pensado que merecen un trato especialmente meticuloso y humano.
La formación la realizo en Valme y aún recuerdo el día en que visité su Unidad por primera vez, el ver que había incluso un amplio salón y hasta un patio (recursos de los que no disponía la Unidad del Macarena, la única que conocía), y esa impresión de ver tantos pacientes recorriendo la Unidad, con lo que empecé a plantearme cómo sería el camino hasta llegar a ser verdaderamente “especialista”, a alcanzar unas competencias profesionales lo más óptimas posibles, para el trabajo en estos dispositivos.
Y para terminar, comentaros que con lo que me quedo de mi comienzo en esta especialidad, es con que he descubierto que no es tan difícil establecer una relación terapéutica y un abordaje preciso cómo preveía al principio, al menos, si intentas simplemente dar un trato humano, personalizado y empático. Puesto que una de las primeras cosas con las que tienes que romper con ellos es el estigma. Y es que aunque alguien tenga una idea errónea de algo siempre puede llegar a ver la realidad tal cuál es si lo intenta.
Lidia EIR Salud Mental 2010/2011
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