Había un pequeño mar
y una pequeña barquilla,
parecía niña, joven, madura y vieja,
era mágica.
En el mar donde navegaba
existían islas maravillosas,
llenas de encanto
y exuberantes de naturaleza,
había bonitos tesoros en ellas.
El marinero y la barquilla,
unidos y en armonía
se dedicaban a visitarlas;
según estuviera la marea,
a veces a vela suelta
nacía donde el aire los llevara,
otras veces a base de timón y palas.
Así el marinero surcaba
en su pequeña barquilla,
este pequeñito mar de fantasía y sabiduría,
y así se pasaba la vida:
en una barquilla mágica
y visitando islas maravillosas.
José.
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