Comencé a escribir casi por obligación. De pequeña mi madre
me encargaba responder las cartas de tíos y primos con la excusa “yo no tengo
tiempo” o como un ruego: “Rosita no sé qué ponerles, escribe tú mejor”. Así,
como en un juego , me fui aficionando al papel y el lápiz. También comencé a
leer las novelas rosas de Corín Tellado, cómics, policiales, revistas, etc. Que
sin duda éstas lecturas ayudaron a mi gusto por la escritura.
Siempre hay algo digno de plasmar en el ordenador: el
comentario de una película o programa de "tevé" que nos impactó, la salida con
amigas a tomar un café, las pasajeras rabietas con nuestros hermanos, la
búsqueda de empleo que se hace cuesta arriba en época de crisis, la re-lectura
de nuestro libro favorito, etc. Las vivencias cotidianas también son fuente de
inspiración como me sucede a mí con los recuerdos, mascotas o vivir en el
campo. Nada mejor que cierto conocimiento del tema a tratar , sea triste o
alegre, para que los pensamientos afloren
en forma espontánea. ¿Quién no recuerda las rimas de Bécquer “volverán
las oscuras golondrinas”… o las letras de Serrat como “no hago otra cosa que
pensar en ti”? . Lo que parece más sencillo puede convertirse en auténtica
poesía si dejamos jugar libremente nuestra imaginación.

Escribir es una aficción pero también una necesidad. Es un
hobby que nos mueve a ocupar el tiempo muerto, a la vez que la necesidad de
ponernos en contacto con otras personas. Una vez escrita una idea deja de
pertenecernos porque la compartimos con ocasionales lectores y resulta muy
placentero escuchar los comentarios de ésos amigos, aunque no concuerden al
100% con nosotros.
Rosa
Y un privilegio es leerte, Rosa. Gracias, alguno de nosotros después de leerte se va a animar a escribir algo.
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