lunes, 14 de enero de 2019

EL HOMBRE KLEENEX

Durante mis muchos años de padecer una enfermedad mental (odio cada vez más esta expresión) he conocido a muchos psiquiatras y psicólogos que me han enseñado muchas cosas. Por ejemplo, que es muy difícil establecer una relación afectiva perdurable entre dos personas que padecen problemas psiquiátricos. Lo he podido comprobar con parejas sentimentales y con simples amigos.
Nunca se sabe a qué atenerse con un enfermo mental. Es siempre sorprendente, inesperado, súbito, no se sabe por dónde va a salir y eso genera confusión, ansiedad, angustia, todo lo contrario a lo que sería una buena relajación. Es aumentar el sufrimiento que ya se tiene como enfermo mental.
He aprendido por ejemplo lo que es tener autoestima. Siempre me decían los psicólogos y psiquiatras que yo empezaba mis relaciones de pareja y me dejaban casi siempre por mis problemas nerviosos. Decían que era como si llevara una camiseta con el logotipo puesto de “hombre kleenex”, es decir, hombre de usar y tirar.
La primera vez que me lo dijeron me afectó bastante y eso influyó en que mi autoestima bajara bastante porque me sentía utilizado, un hombre de usar y tirar, sacaban lo mejor de mí, exprimían mi persona y después me abandonaban. Lo pasé muy mal hasta que yo también aprendí a saber abandonar, a romper una relación cuando no funcionaba. Yo tenía el mismo derecho que los demás. Pero se me quedó tan grabada esa expresión que he tenido que lidiar con ella toda mi existencia y me sigue doliendo porque el divorcio me afectó bastante, porque he creído muchas veces que me querían y en realidad querían a un hombre perfecto y yo particularmente no conozco a ningún hombre perfecto.
Perfectos se creen aquellos que te juzgan continuamente y van destacando tus defectos por encima de todas tus virtudes. Porque yo tengo virtudes y muchas. Yo soy escritor como todos sabéis y ésa es una maravillosa virtud porque es muy difícil escribir un libro. Un buen libro. Y yo escribo buenos libros, no libros de usar y tirar. Me dejo la vida en cada libro, como en el tercero de la trilogía Monólogo en clave neurótica que estoy a punto de terminar para que se publique sobre junio o julio.

Podría destacar más virtudes, pero para qué. No es necesario justificarse porque siempre seré seguramente un hombre kleenex aunque ahora tengo mucha más autoestima y me valoro bastante más y valoro todas las cosas que sé hacer, además de escribir libros, que ya es muy importante y muy difícil.
Sexualmente me he sentido también muchas veces un hombre kleenex. Me he relacionado con muchas mujeres y lo que les interesaba únicamente era mi aspecto sexual. Si las cosas quedan claras desde un principio no hay problema. Pero no siempre las cosas quedan tan claras y se genera confusión y sufrimiento porque desgraciadamente soy una persona muy sensible, muy hipersensible. Y estoy cansado de esto. Quisiera ser Clint Eastwood, un tipo duro, pero no malvado. Alguien fuerte pero que no haga daño. Estoy cansado de que hasta la más pequeña cosa me haga daño. Eso cansa hasta límites insospechados y no puedo más.
Quisiera ser Charles Bronson y que las cosas no me afecten tanto en una primera instancia y tener que recurrir a ansiolíticos para superar los malos estados en los que me veo inmerso.
Quisiera ser Sylvester Stallone y tener la fuerza de voluntad suficiente para que no me arrasen los acontecimientos más irrelevantes de la vida cotidiana que en mi alma se convierten en argumentos de una profunda angustia.
Estoy cansado en definitiva de ser un enfermo mental y un hombre kleenex a quien pueden utilizar y tirar porque es débil.
Antes a los enfermos mentales se les encerraba en manicomios. Eran guetos en los que se los encerraba y ahí quedaban aislados de la sociedad. Eran hombres kleenex, mujeres kleenex. Aquí hay igualdad de sexos. Yo recuerdo que una vez fui de visita al Manicomio de Miraflores porque ahí trataban a mi padre y vi los enfermos esparcidos por el suelo como si fueran miserias humanas.
Conocí a una mujer que le pedía una pepsi-cola a todas las personas que veía. A mí también. Era una obsesión. Yo la convertí después en un personaje literario de una de mis novelas.

Afortunadamente la verja se saltó y desaparecieron los manicomios y empezó a hablarse de salud mental, de enfermedad mental, etc. Pero eso no acababa con los estigmas sociales y con la sensación que tenemos los enfermos mentales siempre de ser hombres kleenex, personas que no podemos realizar las mismas cosas que una persona llamemos normal. Todos estamos capacitados para hacer las mismas cosas. Lo único que varía es la sensibilidad, la maldita sensibilidad. La sensibilidad que oprime, dependiza, entorpece, hace daño, duele hasta físicamente.
Ser un hombre kleenex no es fácil. Es difícil conducirse por la vida así porque si se empieza una relación siempre tienes miedo a mostrarte como eres por miedo al rechazo y al lógico abandono. Estoy cansado de empezar relaciones y que terminen en rupturas. Ahora mismo no quiero relaciones ninguna. Quiero estar solo sin querer estarlo. Es la triste contradicción. Pero es que no quiero que me utilicen más como hombre kleenex porque eso supone la pérdida de un trocito más de autoestima y cada vez me queda menos y lo que sí aumenta es la ansiedad.
Y de la ansiedad estoy muy harto y estoy harto de tomar alprazolam cuando tengo una crisis de ansiedad, cuando la angustia me ahoga y no puedo vivir y tirar para adelante. O me tengo que meter en la cama para dormir porque no puedo vivir.
Es triste huir a la cama por no tener con quien relacionarse porque te van a catalogar como hombre kleenex. Ya no quiero volver a ser un hombre kleenex. Yo soy un hombre muy válido que vale para muchas cosas, además de para escribir libros como todos sabéis. Se amar, sé ser buen padre, sé ser fiel en mis relaciones de amistad, sé hacer y sentir muchas cosas y lo demuestro todos los días de mi vida.
Así que léanlo: YO NO SOY UN HOMBRE KLEENEX. No somo hombres ni mujeres kleenex. Valemos mucho y en el fondo nos tienen envidia porque tenemos una especial sensibilidad para vivir las cosas y vivirlas a tope.
Somos seres maravillosos que hacemos tantas cosas que a veces no tenemos ni tiempo para terminarlas.
Somo triunfadores porque llevamos a cabo nuestros proyectos.
Y somos fieles personas en la pareja como para no merecer tanto abandono.
Somos hombre y mujeres, los kleenex sirven para otra cosa con la que no tenemos nada que ver.
Así de rotundo y así de claro. Valemos un MONTÓN. Salud y suerte.


José Cuadrado Morales

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