lunes, 24 de septiembre de 2018

NO ME HABLES DEL CALOR

Recuerdo ahora una película del año 1981 dirigida por Lawrence Kasdan (que había sido antes guionista) y protagonizada por William Hurt y Kathleen Turner (en uno de sus primeros papeles protagonistas, de los dos) titulada Fuego en el cuerpo.
Cuenta la pasión que surge entre los dos protagonistas en un ambiente de un terrible calor. Todo el mundo habla del calor. El personaje que interpreta Kathleen no quiere que le hablen del calor para nada. Está cansada de la misma monotonía porque todo el mundo habla siempre de lo mismo.
El personaje que interpreta William se siente terriblemente atraído por ella y se acerca durante una noche de playa. Antes de que diga nada Kathleen le dice: “Háblame de lo que sea, pero no me hables del calor”. Ya le advierte de su hartazgo por el mismo tema de siempre.
Y así hace él. Le hace el cortejo sin hablarle del calor, pero el calor es el que hace que empiece a nacer entre ellos una profunda pasión. Profunda y brutal como dice el título de la película: Fuego en el cuerpo.
Planearán incluso el asesinato del marido de ella para quitarse rivales de encima, tal es su pasión. Y nunca hablan de calor, pero la pasión les come por completo.
Es muy habitual en estos días de verano que se hable del calor. Es un tema recurrente. Muchas conversaciones se inician con este tema. Si bien el resto del año el tiempo en general siempre es un tema socorrido de conversación cuando no se sabe de qué hablar.
Hace escasos días hablábamos de que no venía la calor. De que estaba el tiempo muy fresquito para la época del año en que estábamos. No era normal. Pero de pronto se ha venido la calor y ya estamos en los 35 grados de temperatura media. La gente se agobia un montón y busca el aire acondicionado, las bebidas frías, los helados, los ambientes fresquitos, las salidas de tarde o de noche, todo lo que ayude a combatir la calor.

La calor ya está aquí y no es precisamente una calor cinematográfica sino una calor real, pegajosa, que se adhiere a la piel con una profunda fuerza. A mí me pasa por la mañana: cuando me levanto es cuando más calor tengo y sudo mucho. Después durante el día sobrellevo mejor la calor. Pero para mí las mañanas son muy malas. No sé por qué porque hace menos temperatura. Pero sudo como un condenado. Y tardo en superar la situación hasta que encuentro un lugar donde me hallo fresquito y puedo salir adelante.
Cuando estoy sentado en el bar desayunando el camarero saca siempre el tema del tiempo. Es como un pregonero de la temperatura. Cuando él habla todo el mundo habla del calor. Todo el mundo se siente agobiado por lo mismo y nadie sabe cómo escapar de aquello que es normal en este tiempo del año.
Toca sudar. Ahora mismo estoy escribiendo el artículo semanal sin calor ninguno porque está puesto el aire acondicionado. Pero cuando he llegado esta mañana muy temprano estaba todo cerrado y hacía mucha calor. Y ése ha sido el primer comentario del día por parte de una funcionaria. La temperatura que hacía. Pero no podemos esperar otra cosa.
Si estuviéramos en una conferencia sobre el cambio climático con Donald Trump en ella seguramente haría una broma sobre la temperatura como ya hizo en la última cumbre climática. Hizo un chiste de mal gusto sobre la elevación de la temperatura del planeta y no sé a quién le pudo hacer gracia el nuevo exabrupto del curioso mandatario republicano. Está bien hacer chistes sobre el calor si con esos chistes se pasa mejor los malos momentos, pero no a costa de la salud del planeta. Todos sabemos cómo es Trump. Robert de Niro diría que este hombre no riega bien.

Hablar del calor es un buen motivo para ligar, como hacían en la película Fuego en el cuerpo. Se entabla una conversación y a raíz de eso puede surgir cualquier cosa. Además se va más ligero de ropa y eso genera más sensualidad que posibilita los acercamientos románticos y los arrebatos pasionales. Muchas personas van excesivamente ligeras de ropa. No por estar más desabrigado se tiene menos calor. Yo estoy hoy con mangas largas y no tengo calor. Cuento con el apoyo del aire acondicionado, pero tampoco tenía calor en la calle cuando venía para la Ura.
En un momento donde no hay conversación ninguna y el silencio se hace violento es bueno recurrir al tiempo para romper ese silencio incómodo. A raíz de eso empiezan a salir temas de conversación con facilidad y todo resulta más ligero. Es cuestión de empezar y el calor sirve para iniciar muchas conversaciones.
El calor puede producir nerviosismos y otras alteraciones orgánicas. No sabe uno dónde meterse muchas veces y es fácil que surja la violencia. Hay quienes justifican matanzas y otras barbaridades por el aumento desmedido del calor. No sé por qué. Científicos hay que estudian estas reacciones y encuentran los porqués de tan extraños comportamientos.
El calor genera también pesadez de cuerpo y otras actitudes que no son nada agradables. Se suele decir: “Estoy que no puedo con mi cuerpo”. Es debido a esa pesadez tremenda que deja el cuerpo flojo, como flotando, como tendido con pinzas en un cordel de la ropa.
Los médicos suelen mandar complementos vitamínicos para fortalecer el organismo y vencer la astenia que genera el calor. O mandar otros productos como el gingseng para dar fortaleza al organismo que está francamente abatido por el dichoso calor.

Sin querer o queriendo estoy hablando del calor yo también. Me está sirviendo para escribir un nuevo artículo . Pero no me hablen del calor. Prefiero otros temas. La calor llegará un momento en que pase y sea sustituida por el frío que no sabemos qué es peor. Supongo que tendemos a quejarnos siempre del tiempo que hace cuando lo más sencillo es aceptar el tiempo que hace en cada momento y tirar para adelante. No queda otra.
Ahora, por ejemplo, a irse a la playa, o a las piscinas, o a las grandes superficies que están muy fresquitas y no hay por qué comprar nada porque nadie te está siguiendo de cerca como en una tienda pequeña. Hay que combatir el calor de muchas maneras para disminuir sus efectos nocivos sin darle más importancia.
Y si surgen pasiones como la de los protagonistas de Fuego en el cuerpo pues a darles rienda suelta pero sin matar a nadie. Si se tiene fuego en el cuerpo lo mejor es apagarlo de la manera más lógica posible. No hay que ir contra corriente, contra la madre Naturaleza. Ella es más sabia que todos nosotros.
Dejémonos llevar por la calor, o por el calor, y sintamos que el tiempo pasa muy deprisa y ya mismo nos estamos quejando del frío como si el calor nunca hubiera tenido lugar.
Somos así. Y así un año tras otro. Invariables. Salud y suerte.


José Cuadrado Morales

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