lunes, 26 de febrero de 2018

CALLEJEANDO

Hemos sobrevivido con dignidad a otro fin de semana, que no ha estado del todo mal.
El sábado fue el día peor de los dos. Por la mañana lo dediqué a hacer las faenas domésticas, preferentemente el lavado de ropa, que tenía mucha acumulada. El tiempo acompañó y pude hacer todo lo que tenía previsto.
Avancé por la tarde a primera hora un poquito más en la escritura de mi novela, la segunda parte del Monólogo en clave neurótica, que aún no tiene título decidido. Estoy pensando entre dos.
Después de eso me entró un muermo terrible y me tuve que sentar en mi sillón azul y allí estuve amodorrado hasta que me acosté temprano. Fue una tarde muy tonta.
El domingo fue mejor fundamentalmente porque ganó el Sevilla y eso es algo que me levanta sobremanera el ánimo. Terminé de escribir mi novela y vi una película en la tele: En la boda de mi hermana. Me acosté también temprano y he dormido siete horas seguidas, todo un récord para mí.
He estado pensando este fin de semana mucho en otros tiempos en los que yo salía mucho de casa y callejeaba bastante. Me iba por muchos sitios, conocía gente, andaba mucho, hacía ejercicio y me lo pasaba muy bien.
Siempre decía que para conocer una ciudad a fondo había que perderse en ella y la mejor manera era callejeando.

Eso lo descubrí por primera vez cuando fui a Madrid en viaje de fin de curso de la E.G.B. en 1975. Yo solo agarré y me perdí por Madrid. Conocí un montón de sitios hasta que me perdí de verdad y me agobié. Estuve dos horas totalmente desorientado. Hasta que tuve que preguntar y me dijeron dónde estaba la Plaza de España, que era mi centro de operaciones, el punto de partida del que yo siempre arrancaba para todas mis correrías.
Y resulta que me dijeron que estaba a cinco minutos de la Plaza de España. Estaba muy cerca del Palacio Real y en consecuencia de la Plaza de España. Fue una primera consecuencia negativa del callejear: el extraviarse.
He vuelto a Madrid muchas veces como saben mis lectores habituales. Y siempre he hecho lo mismo: me sitúo en la Plaza de España y desde allí tiro para una u otra parte. De vez en cuando tiro para un sitio nuevo y me pierdo y así voy descubriendo monumentos, estatuas, placas conmemorativas y diferentes asuntos recordatorios.
A veces callejear es duro porque se anda mucho. Recuerdo que una vez en Madrid anduve seguidos el Paseo de Recoletos y el Paseo de la Castellana hasta la Plaza de Castilla. Fueron varios kilómetros. Acabé exhausto. Pocas veces en mi vida me he cansado tanto como andando esos dos Paseos. Vi el estadio del Real Madrid, impresionante. Pero más impresionante era mi cansancio.
Eso me ha pasado más veces en Madrid porque allí las distancias son muy largas y se cansa uno más.
En Sevilla es distinto. Las distancias son más cortas. Y en Sevilla he utilizado el callejear para escribir muchos de mis libros: iba con mi libreta de escritura de bolsillo y mi bolígrafo mientras caminaba y me paraba en diversos sitios para escribir las ideas que se me iban ocurriendo. Y así han ido saliendo muchos libros que se han ido publicando en años sucesivos.
Ahora me paso mucho tiempo metido en casa. Es consecuencia de mi condición neurótica, el estar encerrado en casa. Tengo que recuperar mis ganas de callejear, que en cierta manera es recuperar mis ganas de vivir.
Callejeando he conocido a algunas de mis novias porque iba a muchos bares, cines, teatros, etc. y conocía gente. Intimábamos y surgía la relación. Ahora que estoy metido en casa la mayor parte del tiempo no puedo conocer a nadie. Gracias a formar parte de la Ura puedo conocer gente si no estaría totalmente aislado y eso no es bueno, aunque hay ermitaños que viven permanentemente solos en las montañas alejados de todo signo de civilización.
Yo no quiero ser un ermitaño aunque lleve una vida de tal. Y no estoy incómodo, lo reconozco. Estoy compensando una vida de salir mucho y alternar más todavía. De todas formas yo voy a Madrid todos los años. Paso cuatro días muy bonitos que me recargan para todo el año. De vez en cuando voy a otras localidades y me distraigo. Pero siempre solo.
De vez en cuando voy con mi hijo, que va a cumplir 28 años, con quien mantengo una extraordinaria relación a pesar de mi divorcio. Estoy contento de la relación que mantengo con mi hijo. Es una de las cosas más importantes de mi divorcio.
Cuando viajo para callejear en otros lugares lo suelo hacer en tren porque el avión me da mucho miedo. Lo he intentado varios veces pero no he podido vencer el miedo a volar. El tren me encanta, ver el paisaje por la ventanilla me llena de relajación y de belleza.
Callejear es muy bueno también para hacer gimnasia. Se pone en actividad todo el cuerpo, se ejercitan todos los músculos, las piernas se ponen muy fuertes y los brazos. Yo estaba mejor físicamente cuando callejeaba. Ahora estoy más gordo y más fofo. Tengo que mejorar mi cuerpo, para lo cual necesito volver al callejeo. A ver si soy capaz de vencer mis miedos neuróticos y camino ampliamente por mi ciudad favorita, Sevilla. Mi segunda ciudad es Madrid.
Callejear es como un gimnasio gratuito. No te gastas un céntimo y haces mucho ejercicio. Me lo recomendaron varios médicos, así que no es que lo diga yo por capricho. Tengo que poner más voluntad también que es fundamental para todo. Sin voluntad no hay progresos ni conquistas.
He callejeado otras veces con amigos que han hecho más ameno el paseo. Es una forma pues de hacer amistad, de intimar, de estrechar relaciones con otras personas. Se habla, se comentan cosas, se intima. Es bueno conversar y enriquecerse. No todo el mundo debe girar en torno a uno mismo. El mundo es mucho más ancho que todo lo que cabe dentro de uno mismo. Hay que salir en el más amplio sentido de la palabra. Salir de las cuatro paredes y salir de uno mismo. Callejear en ese sentido es muy bueno psicológicamente.
Me lo han recomendado diversos psiquiatras y a veces les hago caso. Otras puede más mi inclinación neurótica a encerrarme en casa. Deseo que llegue el momento de meterme en casa y no salir. Me comunico con el mundo por whatsapps, que es una forma muy bonita de relacionarse dicho sea de paso.
Yo tengo muchos amigos por whatsapps. Es un callejeo informático como yo lo llamo. Informático o tecnológico. Son pequeñas cartas electrónicas que permiten una rápida y profunda comunicación con los demás.
Hay más formas de callejeo pero lo esencial queda dicho ya.
Invito a todos al callejeo, a recorrer las calles, a conocer las ciudades a fondo, a conocer el alma humana.
Sea por caminar y por todo el esfuerzo físico que supone y lo bueno que resulta para la salud. Salud, precisamente, y suerte.

José Cuadrado Morales

jueves, 22 de febrero de 2018

FUE UN DOMINGO DE MADRUGADA

Hola soy Ben  y junto con mi amigo Isaias voy a publicar todas las semanas historias de nuestra vida, hablando de nuestra enfermedad y nuestra recuperación.
Hace años nos juntábamos quince o veinte personas y nos íbamos todos en un camión a celebrar "LA ROMERíA DEL ROCíO". Era de madrugada, de esto hace 23 años había un padre de familia, que se metió en la conversación con unos compañeros que comentaban quién se iba a meter este año debajo de la VIRGEN DEL ROCíO,  no se aclaraban, y entonces allí estaba yo, que sin haberme metido ningún año le dije a un Almonteño que se encontraba entre ellos, que me metiera de bajo de ella el cual fue, la perdición mía y de mi familia no por él sino por los brutos que estaban alrededor mía ,y de la VIRGEN DEL Rocío. 
Yo Isaías que fue el que se metió y Antonio el que me ayudó, hasta la tercera fila, el cual me dijo que se tenía que ir a agarrar una barra de la virgen, y me dejo allí solo tras hablar con un compañero y le dijo que me metiera dentro de unos quince minutos, que me parecieron una eternidad allí solo se escuchaba;  "al cielo con ella." "VIVA LA REINA DE LAS MARISMA" y entonces fue la ultima puntilla, me toco a mi de cogerla, y yo solo escuchaba arriba con Ella. Tras empujar 15 o 20 minutos aquello cuanto mas empujaba mas pesaba y entonces fue cuando se me pusieron los ojos en blanco, y dije aquí me matan y entonces me acorde del almonteño que me dijo;  "Isaías donde te has metido ahí se dura muy poco, saca el brazo izquierdo y te sacaran  enseguida, y efectivamente en unos segundos se abrió un pasillo y estaba yo detrás de la VIRGEN DEL ROCíO" solo y ya empecé a respirar normalmente.
Miré hacia un lado y el otro y no vi a mis compañeros, tan solo veía un resplandor muy grande de luces brillantes, que me dejo aturdido detrás de la "VIRGEN DEL ROCÍO". Yo le seguía cantando y rezando, aturdido, de tanto resplandor, hasta que escuche una voz eran mis compañeros  que al cabo de una hora y cuarto aproximadamente , me preguntaban, ¿que te ha pasado que andamos buscándote y no te encontramos?”  "anda vámonos para el camión " y yo le conteste "vamos a quedarnos un poquito mas"  y ellos respondieron , "anda ya Isaías que te esperan tu mujer y tus hijos" entonces me mire en el bolsillo del pantalón vaquero y no me encontré la alianza de casado entonces me bebí una botella de agua fría y entonces empezó mi delirio  empecé a hablar de la "VIRGEN DEL ROCIO" y a   cantarle sevillanas, rumbas y plegarias....."FUE MI PERDICIÓN".

Ben y Isaias


miércoles, 21 de febrero de 2018

MI PERRITA NO MURIÓ.

Por suerte no sacrificaron a mi perrita, la vamos a dejar así como esta, por suerte la vamos a dejar viviendo con nosotros hasta se muera de vieja le han mandado unas pastillitas y ahora esta mucho mejor. Apenas si puede subir y bajar las escaleras, hay que cogerla en brazos. Llora muchas veces y para que deje de hacerlo le damos trocitos de pan. Por suerte no se murió y ya no la tenemos que llevar nunca mas al veterinario, por fin por dios bendito no la vamos a sacrificar la vamos a dejar viviendo con nosotros y dejarla morir de vieja, con dignidad, acompañada por sus seres queridos que somos nosotros.

Cecilia.



jueves, 15 de febrero de 2018

DORMIR

Hoy no me meteré con el fin de semana, aunque le dé la bienvenida al lunes como siempre.
He pasado un buen fin de semana. El sábado estuve liado con las tareas domésticas, sobre todo lavar ropa que ya tenía mucha acumulada.
Escribí parte de mi segunda novela, cuyo título ya va tomando forma. Me quedan menos de 70 páginas por corregir. Estoy contento.
Vi dos películas en la tele: Sobran las palabras y 27 vestidos. Dos películas saneadas, aceptables y entretenidas. Me acosté tarde para mi hora habitual: las 12 de la noche, pero dormí poco: sólo 5 horas.
Ayer domingo escribí también parte de mi novela.
Celebré todavía más la victoria del sábado del Sevilla sobre el Español por 0-3. Las victorias del Sevilla es de las cosas que más ilusión me hacen.
Vi otra película en televisión: Love happens, es decir, El amor sucede. Aceptable: una película sobre la aceptación y digestión del dolor.
Pero estuve todo el día amodorrado por lo poco que había dormido la noche anterior. Eso me dio por pensar en el sueño, en el DORMIR, una actividad muy importante que muchas veces no nos la tomamos debidamente en serio.

Yo tengo un lío morrocotudo montado con el sueño. Hoy lunes estoy también amodorrado. Me he quedado dormido en relajación. Han sido unos minutos. Eso me pasa muchas veces a lo largo del día, que me quedo traspuesto varios minutos, períodos de tiempo muy cortos pero que son muy incómodos. Viendo la tele, escribiendo, haciendo otras actividades. 
Se supone, según los cánones clásicos, que hay que trabajar 8 horas, dormir 8 horas y dedicar 8 horas a otras actividades. Yo no sé lo que es dormir 8 horas desde hace muchos años. Lo máximo que he conseguido dormir últimamente han sido 7 horas. Creo que una vez llegué a dormir 7 horas y media. Un milagro, una isla en medio de la realidad.

Yo me suelo acostar muy pronto: a las 10 de la noche. Y pongo el despertador del móvil a las 5.30. Me gusta, como ya sabéis, levantarme temprano. Hago mis rituales de comprobación y salgo pronto a andar y desayunar. Después, claro , me entra sueño y vienen esos períodos de amodorramiento que me resultan incómodos en líneas generales.
Yo nunca he sido de dormir demasiado. Cuando era estudiante solía quedarme estudiando de noche porque me encantaba estudiar. Aunque no tuviera exámenes. Me gustaba la noche. Ahora la noche la tengo en un segundo lugar, aunque como estamos con el horario de invierno anochece muy temprano.
Cuando era bebé lloraba mucho y les hacía pasar unas noches muy malas a mis padres porque me hartaba de llorar y berrear. Me quedaba dormido y nada más que me soltaba mi madre en la cuna volvía al llanto. Y así toda la noche. Después de día, cansado, ya me quedaba dormido. Y mis padres a trabajar. Era un bebé egoísta.
Siempre recuerdo la frase que dijo el actor José María Prada en una entrevista que le hicieron hace muchos años en televisión. El actor ya hace años que murió. Dijo: “Quiero dormir lo menos posible para vivir lo máximo posible”. Mientras menos horas dormía más vivía. Esa era su teoría. Y a mí se me quedó grabada y me influyó porque empecé a salir de noche. Iba al cine a última hora siempre o a la sesión golfa. Me paseaba después por ahí y llegaba a casa muy tarde. Me acostaba a las tantas y me levantaba muy temprano. Era más joven y el cuerpo aguantaba muy bien. Entonces sí me echaba una siesta corta de hora u hora y media. Ahora no duermo siesta. Me sienta mal. Me levanto desubicado, mareado, tengo pesadillas o sueños de malos rollos como yo digo. No me gustan las siestas. Doy cabezadas en mi sillón azul, eso sí.

He leído otras declaraciones de personas que comparten la idea de Prada. Dormir poco para vivir más. Pero según los médicos eso no es bueno para el cerebro. El cerebro necesita descanso, el cuerpo precisa de recargar energía que sólo encuentra en el sueño. Así que hago mal según los médicos durmiendo poco. Pero yo no me obsesiono con el tema. Debe de ser una de las pocas que no me obsesionan.
Me gusta acostarme a las 10 de la noche como he dicho y ver algunas aplicaciones del móvil ya acostado. Me distraigo un ratito mientras me va entrando el sueño. Muchas mañanas amanezco con el móvil entre las sábanas. Me despierto con el despertador del móvil. Está acostado conmigo. No me sobresalto. Le tengo cogida la hora perfectamente.
Hay personas a las que les encanta dormir y se llevan horas y horas en la cama. Recuerdo ahora una película de Woody Allen, creo que Annie Hall, donde el protagonista, el propio Allen, decía: “Yo si no duermo 16 horas después no sirvo para nada”. Humor propio del neoyorkino. Tengo una sobrina que aprovecha todas las horas que puede para dormir. Hay personas que afirman radicalmente que les encanta dormir. A mí me gusta dormir sólo lo necesario porque no hay más remedio. No soy mucho de cama. Creo que tengo la influencia de los años que me pasé con depresión en los que me pasaba días enteros metido en la cama, durmiendo a trozos, doliéndome todo el cuerpo y no quiero volver a vivir esa etapa. No tiene por qué ocurrir, ya lo sé. La depresión quedó atrás. Ahora lo que tengo son problemas de ansiedad y de TOC. No tengo por qué tener miedo de meterme en la cama.
Me gusta muchas veces estar despierto en la cama, sin hacer nada, pensando en las cosas del día que termina y en las cosas que haré al día siguiente y en las cosas importantes en general que me han ocurrido o que me van a ocurrir en los próximos días.
Soy muy perezoso y no me gusta hacer la cama, pero la hago siempre. No me gusta el invierno por el frío, pero también porque hacer la cama es más lento con las mantas, el edredón, etc… Soy un general un poco perezoso para las tareas domésticas, pero las hago. No hay más remedio. Vivo solo.

Mis hermanas insisten con frecuencia en que tengo que cambiar mis hábitos de dormir. Que me acueste más tarde y me levante también más tarde. Me gusta ver amanecer en la calle, en la cafetería donde desayuno. Soy un romántico y me gusta ver como el sol da los buenos días. Me inspira. Me hacer recargar las baterías.
Mi hijo dice que tengo unos horarios muy extraños. No lo discuto. Aunque él también se levanta muy temprano para preparar sus Oposiciones. Después está todo el día también con somnolencia y a veces hasta se queda dormido. No puede dormir siesta para no perder tiempo. Y se acuesta sobre las 11.30 de la noche y más o menos. 8 horitas las duerme.
Mi hermana mayor es clavada a una tía mía: se levanta muy tarde normalmente, a veces incluso a las 12 del mediodía. Y es que se acuesta a las 3, las 4 o más tarde aún. Tienes los horarios de comida cambiados. Desayuna tardísimo con esa hora de levantarse. Almuerza a las 5 de la tarde o más. Y puede cenar de madrugada, cuando yo llevo ya varias horas de sueño.
Creo que no hay dos personas iguales. Que cada una tiene sus hábitos hechos. El ser humano se dice que es un animal de costumbres y el dormir no iba a ser una excepción.
Creo que cada uno debe dormir lo que realmente necesite, aunque yo siga la frase de Prada. Aunque ahora que soy un poco más mayor cada vez puedo cumplir menos la consigna. El tiempo no pasa en balde. Y tengo necesidad de dormir más, así que al final tendré que cambiar mis costumbres.
No hay más remedio.
Dormir es una necesidad. Eso está claro. Si no no se funciona bien, el cuerpo pesa, los ojos se cierran, surge la somnolencia, dolores, etc… No hay más remedio: hay que dormir esas 8 horitas que nos dicen. A ver si lo consigo. Salud y suerte.


José Cuadrado Morales


viernes, 9 de febrero de 2018

DEJAR DE FUMAR ES POSIBLE

Dejar de fumar es posible si decidimos hacerlo nos pasara 7 cosas muy beneficiosas:

1.      Respiraremos mejor, nos cansaremos menos.
2.      Recuperaremos el olor y el sabor de las cosas.
3.      Nuestra ropa y nuestras cosas no olerán a tabaco.
4.      Nuestra respiración ira mejor.
5.      Tendremos menos riesgo de refriarnos.
6.      El aliento será mejor y los dientes estarán mas limpios.
7.      Aumentará nuestra esperanza de vida.
8.      Con el dinero que nos ahorremos nos podríamos hacer un regalito.

Cuando dejas de fumar, las arterias y el corazón comienzan a normalizarse, los niveles de nicotina bajarán en la sangre, el oxigeno aumentara poco a poco hasta alcanzar su nivel normal. También disminuye el riesgo de infarto y  aunque parezca imposible, con el tiempo, la nicotina desaparecerá de nuestro organismo, nos cansaremos menos al subir una escalera, y  la tos desaparecerá.
Para cualquier información  sobre cómo dejar de fumar, podéis llamar gratuitamente al teléfono 900850300.
Un consejo: dejar de fumar es posible, es cuestión de intentarlo y ser fuerte. Salud.


Francisco. 


A MI PERRITA

A mi perrita. La compró mi madre en el mercadillo que había antes al lado del jueves, era un cacorita muy linda y muy muy hermosa. Dormía a veces conmigo, se tumbaba a mi lado, se metía en mi camita yo la dejaba meterse en mi camita, era una cachorrita preciosa, tenia uno o dos meses levantaba la manta y ella se metía dentro de mi cama.
La van a sacrificar mañana en la veterinaria que esta en la Alameda, tiene cáncer y ya no se puede hacer nada por ella, la van a sacrificar mañana , tiene dieciséis años. Ya la operaron seiscientas veces porque tenia tumores, pero ya no la pueden operar mas veces, así que mañana la vamos a llevar al veterinario y la van sacrificar mañana le van a poner la inyección letal.


Cecilia.


martes, 6 de febrero de 2018

VOY APRENDIENDO

Pasó otro fin de semana y lo he superado con dignidad y buena nota. 
Ayer domingo vi dos películas en el televisor, es decir, no me quedé dormido en el sillón azul como suele ser habitual. Dos películas bastante aseadas: Plan de vuelo: desaparecida y Lo que la verdad esconde. Lo mejor de todo la interpretación en la primera cinta de Jodie Foster.
Me acosté a las 10 de la noche aproximadamente. No tuve mucha ansiedad, pero tuve que luchar en muchos momentos del día con el Trastorno Obseso Compulsivo del que estoy francamente harto pero contra/con el que no paro de luchar. Las cosas no van mal, pero la tarea es larga.
Dispuesto estoy a seguir combatiendo.
He corregido otro poquito más mi segunda novela. Leocadio Gómez Encías sigue haciendo de las suyas, corriendo sus aventuras neuróticas con su novia Jimena y sus amigos, y su alter ego Procopio Boñiga.
Hace casi un par de semanas sufrí un percance: me caí en la calle de bruces y me di un fuerte golpe en la rodilla derecha, además de que se me partieron las gafas.
El golpe fue bastante fuerte. He estado casi todo el tiempo andando mal y lento por el dolor, y curándome tres veces al día porque se me infectó.
Esta mañana me dolía la rodilla bastante y andaba muy lentamente por la calle. Una mujer venía tras de mí y me preguntó: “Abuelo, ¿qué hora es?” No me he vuelto loco. Me llamó abuelo. De repente con 56 años me hacían abuelo. De espaldas pensó, con mi andar despacioso, que era un anciano. Le contesté y seguimos nuestros respectivos caminos.
La anécdota me ha hecho reflexionar sobre el paso del tiempo y el aprendizaje que éste nos procura. Todos hemos dicho alguna vez: “Si yo tuviera ahora 20 años (por decir alguna edad concreta) y supiera todo lo que sé ahora”. Pero esto no es posible. Se vive con el tiempo en línea recta. No me voy a meter en teorías físicas sobre viajes en el tiempo, el tiempo circular y demás teorías. Vivimos hacia delante. Y lo vivido queda atrás.  Y vamos acumulando años. Y experiencia. Y aprendizaje. Es decir: vamos aprendiendo. No dejamos de aprender hasta el día de nuestra muerte.
Así me siento yo ahora, como una persona que va aprendiendo. Que no deja de aprender. Pero a la vez que aprendo pasan los años y estoy ya cerca de los 60. Mi hermana pequeña cumple hoy los 50. Entra en el selecto club de los cincuentones. Y yo, con el aprendizaje, también me planteo esa posibilidad de volver a tener 20 años con lo que sé ahora. Entonces todo hubiera sido bastante diferente a como ha sido mi vida. Puedo imaginármela muy distinta a como ha transcurrido.
Si tuviera 20 años con lo que sé ahora no me habría divorciado porque no habría dado lugar a ello. Me considero el principal causante del divorcio y del sufrimiento que ello me generó. Ahora controlo mucho mejor la depresión, la ansiedad y otras cuestiones similares. Ahora soy una persona más equilibrada, más serena, más feliz. Sí. Habéis leído bien: más feliz. Yo me considero ahora más feliz que con 20 años, pero vivo solo, y podría estar con la mujer de la que me enamoré y de la que me divorcié enamorado. Cosas de la vida.
Mi hijo tenía sólo 2 años, pero lo disfruté mucho a pesar del divorcio porque yo pasé, y escrito quedó en las cláusulas del divorcio, de verlo cada quince días los fines de semana y un día en semana dos horas como suele ser lo habitual. A un hijo no se le puede ver en horas fijas como las visitas a un preso. Yo he tenido una buena relación con mi hijo y ahora puedo, por ejemplo, decir que hoy he quedado a las 2 de la tarde para almorzar con él y tiene ya 27 años. No es un niño. Es un hombre que prepara Oposiciones. Podría pasar de mí ampliamente. Pero he tenido una relación lo suficientemente estrecha como para merecer su recordatorio.
Todos los días nos damos los buenos días y las buenas noches por whatsapp. Tenemos una relación más que correcta. Eso lo he hecho bien. Pero si yo me hubiera comportado distinto con la madre no hubiera llegado al divorcio y la relación con mi hijo hubiera sido mucho más estrecha. Pero no me quejo. Pero aunque parezca lo mismo, no es igual. Me quedé sin hogar y ahora soy el hombre de la casa porque en la casa no hay más hombre que yo.
Y pienso qué hubiera sido de mi vida de no haber caído en depresión a raíz del divorcio y darme de baja en la Junta de Andalucía. Llegué después de mucho tiempo a la Invalidez Permanente Total. No me avergüenzo, pero tampoco me enorgullezco. Ahora mismo, y siendo muy pragmático, cosa rara en mí, económicamente estaría mucho mejor porque cobraría un sueldazo haciendo cuentas con lo que cobraba entonces y lo que cobraría después de tantos años de baja e Invalidez. Me arrepiento de haber dejado mi trabajo en la Junta. Por enfermedad evidentemente, no por gusto. Pero podría haber puesto más de mi parte, más voluntad. Y mi vida sería hoy muy distinta, y no sólo económicamente. Tendría más autoestima. No obstante estoy contento con mi trabajo de escritor. Ya va marchando mi libro número 16, la que será mi segunda novela. Estoy orgulloso de mí, pero echo de menos mi trabajo de auxiliar administrativo. Voy aprendiendo y no puedo volver atrás. Lo siento de veras.
Echo de menos mi trabajo de periodista. Lo más parecido que hago como periodista son estos artículos que escribo para el blog de la Ura Macarena. Con ellos me siento bastante realizado. Pero en el periódico y en la radio estaba muy a gusto. Aprendía mucho, me encantaba el ambiente de la redacción, bullicioso, ruidoso, frenético en el cierre de edición. Había que trabajar a toda pastilla.
Echo de menos esa velocidad creativa. La Literatura no necesita de esa velocidad. Son perfectamente compatibles el Periodismo y la Literatura. Llegó un momento en que me sentí mal de mis problemas nerviosos y a eso añadí mis trabajos literarios y presenté mi dimisión como periodista. Ahora me arrepiento. De no haberme arrepentido no hubiera sido funcionario. Hubiera seguido como periodista. Mi vida hubiera sido muy distinta.
Era periodista deportivo, cosa que no lo parece por la mayoría de artículos que escribo, pero sí: estaba en la redacción deportiva de El Correo de Andalucía. Me sentía muy a gusto, pero los nervios y la Literatura se cruzaron una vez más. Negativamente. Aunque todo se puede transformar en positivo si pienso que soy lo que siempre por encima de todo quise ser: escritor. Pero echo de menos la redacción de un periódico, el frenesí. Voy aprendiendo y ahora siento que aquel trabajo de periodista era compatible con el de escritor. Pero por otra parte estoy orgulloso de publicar un libro cada año.
Sé que he cometido muchos errores que ahora no cometería con lo que sé. Hubiera tenido relaciones de pareja bien distintas y relaciones de amistad bien distintas también. Pero no hay vuelta atrás. La máquina del tiempo sólo estuvo en la mente privilegiada de H.G.Wells. En la realidad no se puede viajar en el tiempo y éste camina inexorable hacia delante. Pero vamos aprendiendo. Yo por lo menos puedo afirmar que voy aprendiendo continuamente, lo cual es una actitud también bastante positiva porque nunca el camino se acaba de recorrer y se está siempre en alerta ante todas las circunstancias que la vida depara.
Tengo 56 años, pero soy joven. Me siento joven. Aunque esta mañana me hayan llamado anecdóticamente abuelo.
Soy positivo. Me queda mucho por hacer y me resta mucho por aprender. Sé que aún me quedan bastantes años de vida porque me encuentro bien de salud, quitando el tema de los nervios con los que llevo bregando desde los 7 años. Me siento físicamente bien, con las goteras lógicas del paso del tiempo. Estoy con la mente abierta dispuesta a aprender cuanto me sea posible.
Voy a seguir con mis artículos y con mis libros. Voy a sacar lo mejor de mí mismo como escritor. Como padre. Como amigo. No sé si alguna vez más como pareja. De momento vivo solo y no me va mal. A trancas y barrancas voy tirando. Vivo, luego aprendo. Salud y suerte.


José Cuadrado Morales