martes, 31 de octubre de 2017

FASE ABSTRACTA

Por fin, y  gracias a  Dios, ya  es lunes. Bendito lunes. Maldito  fin de semana. Ya quedó  atrás. He pasado un  fin de semana francamente  malo , especialmente  ayer domingo  en que  pasé  una crisis de ansiedad  que  me  llevó  a la cama  excesivamente  temprano, concretamente a las siete de la  tarde. Después, a cambio, me he levantado a las 2.22 pero ya  repuesto  de la  crisis. He salido a la   calle  de madrugada,  he  dado un  paseo,  he desayunado y me he despejado porque  ya  se  va  notando  el fresquito del  otoño . Mañana  ya  cojo  la rebeca.
He  aprovechado también  en  esta  madrugada  fresquita  para  madurar  el   artículo  de  hoy. Se dice  habitualmente  que  las  fases  de  la  vida  de un  ser humano  son  la infancia, la juventud,  la madurez  y la vejez. Pero  a mí no me  interesan  hoy  esas  fases, sino las  fases  que  yo establecí para  la  enfermedad  mental en  un pequeño y humilde  librito de  psicología que  escribí  hace muchos  años , cuando precisamente estaba  en la fase abstracta de mi enfermedad.
Yo divido la enfermedad también en cuatro fases: fase elemental, fase abstracta, fase de adaptación y fase de culminación.
Es muy simple. La fase elemental es la fase previa a la aparición  de la enfermedad. En ella existe un desconocimiento total de la misma, no se sabe que se va a padecer, no hay síntomas. Existe una vida normal, elemental, básica. Uno vive bien disfrutando de una buena salud mental y no tiene problemas por consiguiente relacionados con ella. Tampoco existe un interés por el conocimiento de la misma porque no se padece y no hay en consecuencia afán de superación alguna.
La fase de adaptación, que es la tercera, como su nombre indica es la aceptación definitiva de la enfermedad. Se acaba la lucha contra ella en sentido negativo y se la acepta como parte de la propia existencia, como un ingrediente más del vivir cotidiano. No se extraña uno de que padezca una enfermedad nerviosa o mental. Se adapta uno a una vida que resulta dolorosa, pero se reconoce al mismo tiempo que es más doloroso aún vivir continuamente contra la enfermedad porque es como vivir contra uno mismo.
Y está la cuarta fase, que es la culminación, es decir, se llega al final de la enfermedad por dos vías: por la superación definitiva de la misma o por la propia muerte, que es la superación de todo. La fase de culminación es una fase de felicidad porque se recupera uno de la enfermedad o se pasa a mejor vida para los creyentes como yo que creemos en un paraíso donde todo será infinitamente más hermoso que en la Tierra.
Y hemos dejado para el final la fase abstracta, centro de este artículo. La abstracta es la fase más dura de todas porque supone el primer encontronazo con la enfermedad mental, el hallazgo de los primeros síntomas, el descubrimiento de que uno es un enfermo mental y el reconocimiento de que la enfermedad mental puede ser para siempre.
Comienza el proceso de ir a psicólogos y psiquiatras, a hacer psicoterapias individuales y de grupo, a aplicar terapias de lo más variadas para superar la enfermedad, es decir, estamos en un proceso de lucha contra la enfermedad.
Empieza también la toma de medicación, aunque no suele iniciarse con ella. Se suele empezar por hablar y reconducir la vida con la ayuda de profesionales que van indicando cuál es el camino correcto para ir por la vida sin padecer sufrimientos inútiles. Digo bien. Por ejemplo: el famoso en su momento psiquiatra Vallejo-Nágera definía a la depresión como un  sufrimiento inútil. Y efectivamente eso es básicamente la depresión: un sufrimiento inútil, un rumiar las cosas en exceso para no llegar a ninguna parte, salvo al decaimiento, al suicidio, a la locura, etc…
Después suele venir la toma de medicación, a la que suele haber una natural resistencia normal porque a nadie le gusta tomar medicinas de nervios en un principio. Existe un estigma en general de la enfermedad mental, pero también existe un estigma particular adaptado a la toma de medicación. Ya he hablado en algunas ocasiones en este blog de este tema. Hay que romper los prospectos y centrarse en la mayor o menor eficacia de los medicamentos. La medicación de nervios ha dado un salto de calidad enorme en pocos años. Apenas hay ya efectos secundarios graves en los medicamentos nerviosos. Y en consecuencia se reduce el miedo a tomarlos. Yo, concretamente, he pasado del absoluto escepticismo a la fe en los medicamentos después de muchos años de lucha conmigo mismo.
Estamos, pues, en la fase abstracta de la enfermedad nerviosa. Es abstracta porque es la más compleja, como el arte abstracto. Ver como nace la enfermedad, como surgen los síntomas cada vez peores, como hay que ir al psiquiatra o al psicólogo, como hay que ingresarse, como hay que tomar medicación y un largo etcétera. Se modifican muchas veces las relaciones familiares, surgen crisis de pareja, la relación con los amigos se transforma, se tiende a la fobia social, etc… Una fase compleja en la que el individuo está perdido y necesita el auxilio de personas capacitadas para hacerle ver que lo que está viviendo no es normal, pero tampoco es tan monstruoso como puede estar pensando.

La fase abstracta supone la modificación de los hábitos de vida habituales, de la forma de conducirse por la existencia. Uno ya no es el mismo con la enfermedad mental. Uno se enfrenta al mundo normalmente con miedo, con pánico, con ansiedad, con depresión, con el cuadro más habitual ansioso-depresivo, con esquizofrenia, con psicosis, con muchas cosas que limitan la existencia y coartan al individuo de forma muchas veces brutal. La metamorfosis puede alcanzar proporciones descomunales. Se podrían citar, todos podríamos a hacerlos, a personas que eran “normales” y que han cambiado tan radicalmente con la enfermedad que resultan irreconocibles. Se siente el fracaso de la propia existencia porque la autoestima baja a niveles mínimos. Vamos diciendo por ahí: “Tengo baja autoestima”. Es decir: vamos en cierta manera pidiendo comprensión, cariño, estima que no encontramos en nosotros mismos.
Nos convertimos no en replicantes, sino en suplicantes. Vamos implorando aceptación de nuestra enfermedad cuando esa aceptación tiene que nacer en nuestro propio interior. Es la tercera fase como he comentado antes.
La fase abstracta puede durar muchos años. Esa lucha permanente con la enfermedad es dura, es un combate a innumerable cantidad de asaltos. Yo concretamente tuve una fase abstracta muy larga: desde los 7 años que aparecieron los primeros síntomas hasta hace 8 o 9 años, cuando me ingresaron por primera y última vez y entonces me di cuenta de que no me quedaba más remedio que aceptar la enfermedad para poder vencerla. Tenía que hacerme amigo suyo, no considerarla permanentemente mi enemiga. Aquí se puede aplicar bien esa coletilla de si no puedes vencer a tu enemigo únete a él. Pues yo me uní a mi enfermedad y entonces empecé a vencerla, pero estaba ya cronificada y me temo que me acompañará el resto de mi vida. No es ser negativo. Es reconocer que mi fase abstracta duró demasiado, le di de comer demasiado a la enfermedad y dejé pasar, perdiéndolo, mucho tiempo. Y ahora estoy en una fase de adaptación-aceptación en la que tengo crisis fuertes que supero a duras penas y muchos días seminormales que me permiten vivir con una amplia dignidad.
Porque ésa es otra. La enfermedad mental puede hacer perder la dignidad al individuo. En la fase abstracta puede caerse muy bajo. Puede llegar uno a las alcantarillas más profundas casi sin saberlo y por supuesto sin quererlo. Por eso es tan importante en esta fase la ayuda de los profesionales, en los que hay que creer ciegamente y con verdadera FE. Sí: FE. Porque los profesionales no son seres infalibles, sino falibles, es decir, que fallan y pueden equivocarse, y dar un diagnostico equivocado, y poner tratamientos erróneos y muchas cosas más. La fase abstracta es compleja y está llena de trampas que sabe poner muy bien la propia enfermedad mental o nerviosa como yo prefiero llamarla. La enfermedad nerviosa es muy poderosa porque la mente es muy compleja y hay muy poco conocimiento de ella. Está en pañales el conocimiento de la mente humana. Y por eso es tan difícil superar las enfermedades mentales graves. Pero siempre hay que tener ESPERANZA. Sin ésta estamos perdidos en un laberinto del que nunca podremos salir, en una fase abstracta que se hará CRÓNICA y no nos dejará vivir tranquilos nunca.
La cronicidad de la enfermedad es uno de los peores riesgos de la fase abstracta. Si no se ataja como es debido la enfermedad ésta se vuelve crónica y nos puede. De ahí que exista la fase de adaptación o aceptación y la fase de culminación. Si en la fase abstracta se supera la enfermedad automáticamente las otras dos fases se desmontan y carecen de sentido, que es lo más deseable.
Hay que tener mucha fuerza de voluntad en la fase abstracta. Hay días muy malos que rompen la moral de cualquiera y pueden llevarnos al desaliento más absoluto. Pero no hay que amilanarse, sino enriquecerse y envalentonarse con las acometidas de la enfermedad para que ésta no pueda con nosotros.
Hay que hacer abstracción de la enfermedad en la fase abstracta para llegar lo mejor posible a la fase adaptativa. Y ojalá culminar todas las fases con un triunfo sobre la enfermedad. Eso es lo que yo deseo para todos los lectores que padezcan alguna enfermedad mental o de nervios. Una enfermedad nerviosa en definitiva. Salud y suerte.

José Cuadrado Morales



martes, 24 de octubre de 2017

GRACIÁN

Baltasar Gracián es uno de las referencias de la filosofía, en tanto que ésta se ocupa del comportamiento humano. Es especialmente influyente en los teóricos de la Ilustración .
De sus escritos, aparte de lo que dice, sobresale por el “como” lo dice… “expresar lo máximo con las mínimas palabras”. Así, cada frase de sus escritos son sentencias. Es el autor de la famosa frase que dice, “ lo bueno, si breve, dos veces bueno”… A continuación, referiré algunos comentarios que hace , sacados casi al azar, para dar fe de lo acertado de su pensamiento y de cómo se preocupa por la exactitud de lo que quiere expresar.


  • La realidad y el modo: No basta la sustancia, requiérense también la circunstancia. Todo lo gasta un mal modo, hasta la justicia y la razón ,
  • Es cordura provechosa ahorrar de disgustos; la prudencia evita muchos.
  • Dé luz el que la alcanza, y solicítela el que la mendiga.
  • Saber negar importa tanto como el saber conceder.
  • Menos dañosa es la mala ejecución ,que la irresolución.
  • No se gastan tanto las materias cuando corren como si se estancan.
  • El único remedio de todo lo extremado es guardar un medio en el lucimiento: La demasía ha de estar en la perfección y la templanza en la ostentación .Cuanto más luce una antorcha, se consume más y dura menos.
  • Realidad y Apariencia: las cosas no pasan por lo que son, sino por lo que parecen; (valer y saberlo mostrar es tañer dos veces. Lo que no se ve, es como si no fuese)
  • No es necio el que hace la necedad, sino el que hecha ,no la sabe encubrir. Todo los hombres yerran, pero los sagaces desmienten los hechos,y los necios proclaman las por hacer… Consiste el crédito en el recato más que en el hecho (si no es uno casto que sea cauto.
  • Antes loco con todos, que cuerdo a solas…..que si todos lo son, con ninguno perderá; y si es ´sola la cordura, serás tenida por locura; pero…”antes cuerdo con los más, que loco a solas.
  • Toda la vida ha de ser pensar para acertar el rumbo.
  • Nunca por la compasión del infeliz, se ha de incurrir en la desgracia del del afortunado.
  • Se ha de pelear no sólo para vencer en el poder, sino en el modo. Vencer a lo ruin, no es victoria, sino rendimiento.
Diego.


    

lunes, 23 de octubre de 2017

VORACIDAD

Por fin es lunes. Gracias a Dios. Se acabó el fin de semana y llega la libertad del trabajo y las ocupaciones diarias.
Me remito en este nuevo artículo al que escribí la semana pasada titulado “Harto ya de estar harto ya me cansé”. Podemos considerar a este nuevo artículo la segunda parte de aquél porque creo que le faltaba material.
En aquel artículo hablaba de las dentelladas que dan los tiburones blancos como símbolo de las dentelladas y los golpes que dan el hartazgo del pensamiento y las enfermedades mentales, particularmente la mía: el trastorno obsesivo compulsivo, más conocido como TOC.
Esas dentelladas son terribles. Pues a ellas hay que responder con voracidad, con más dentelladas todavía, con más furia, con más fuerza para no dejarnos vencer.
Yo recuerdo ahora los muchos años que la depresión me tuvo preso de sus garras, metido en la cama, perdiendo el tiempo y la vida. Era un  muñeco de peluche más tirado en la cama como si fuera un desperdicio. No quiero que vuelva ese tiempo, completamente oscuro, con mucho sufrimiento, en el que me sentí vencido y sin salida posible.
Acabé con mucha constancia venciendo la depresión. Después me cogió la ansiedad y con ella convivo. Tengo la Invalidez Permanente Total por problemas de ansiedad y trastorno de pánico, que es una variante de la ansiedad. La ansiedad me produce también mucho dolor. Pero prefiero la ansiedad a la depresión. La depresión me dejaba tirado en el suelo o en la cama. La ansiedad me permite dar un bote cada mañana de la cama y empezar a moverme y a vivir, a hacer cosas, con ansiedad pero a hacerlas.
La ansiedad me permite escribir con voracidad, con verdadera fruición, con fuerte interés por las cosas que me preocupan y me interesan. Le doy velocidad a las teclas y su ruido me ayuda a vivir. Siento que las teclas son motivos para realizarme y convertirme en un ser útil para la sociedad. Me gusta sentirme útil para los demás y creo que lo hago como escritor, como periodista, aportando al mundo que me rodea y en el que vivo mi propia visión sobre él.
Conozco a personas depresivas que están con el cuerpo plomizo, casi sin poderse mover. Deben tener voracidad para luchar contra la depresión, pensar que son tiburones blancos que pueden vencer a la enfermedad con esas dentelladas terribles y sin ningún límite posible.

Y conozco a personas con ansiedad que están dominadas por ella. Tienen que luchar para convertir a la ansiedad en una compañera positiva porque se puede hacer positiva la enfermedad. Yo siempre me digo por la mañana cuando me levanto como un lema de vida cotidiana: “Autoestima, flexibilidad, positividad, optimismo, seguridad, sin miedo, con amor propio, dignidad y voluntad”. Y este lema me funciona para tirar hacia delante. Cuando estoy mal me lo repito y tiro hacia delante, hacia las metas que suponen la vida cotidiana. Ese vivir día a día que ya comenté hace muchísimos artículos y que es como debemos planificar nuestra existencia: un vivir día a día, tiempo a tiempo, con sus pausas y sus momentos para el decaimiento y la victoria. Porque nadie está mal todo el tiempo. Todos, incluso los que están peor, tienen buenos momentos a lo largo del día y han de aprovecharlos para hacer las cosas, para ser y sentirse útiles, para dar validez a una existencia que la depresión intenta convertir en nada, en un fardo sin sustancia sometido a la tensión del dolor permanente.
Yo hago de la ansiedad algo positivo, aunque a veces ella puede conmigo, pero no dejo de luchar. Y eso es lo que hay que hacer: no dejar de luchar, si caemos nos levantamos y a tirar hacia delante otra vez, como si nada hubiera ocurrido. Con la cabeza muy alta, con esa dignidad de la que antes hablaba y que no debemos olvidar nunca.
La enfermedad mental muchas veces ataca a la propia dignidad del individuo porque lo convierte en un ser dejado, abandonado de sí mismo, que no se lava, que come mal, que tiene desordenado el sueño, etc… Todos los enfermos mentales habrán vivido alguna vez estas sensaciones y resultarán entonces reconocibles. Pues no debemos abandonarnos, sino rebelarnos contra esa sensación de dejadez que hace que nuestro espíritu se desinfle a la par que nuestro cuerpo y nos convirtamos en plastilina maleable por la depresión o la ansiedad.
Lo que más abunda es el trastorno ansioso-depresivo. Yo afortunadamente hace tiempo que no sé lo que es la depresión, pero la he vivido durante muchos años. Ahora la ansiedad es la que ocupa su sitio y me hace daño y me hace vivir muy malos momentos, pero intento siempre mirar hacia delante para que la vida sea la prioridad, que es lo que intenta cargarse la enfermedad de nervios. Ésta tiende a anular la personalidad del individuo y, con ella, la propia existencia. Y es algo que no podemos permitir. Tenemos que tener autoestima, querernos abiertamente sin tapujos de ningún tipo. Y no importa si nos tenemos que decir: “Te quiero Pepe”. Tenemos que ser nosotros mismos receptores primeros de nuestro propio amor para que sea auténtico el amor que le damos a los demás. Si no nos queremos a nosotros mismos difícilmente será auténtico el amor hacia los otros. Ama al prójimo como a ti mismo. Es una frase completamente válida que nunca debemos perder de vista.

La enfermedad de nervios también te hace sentir un inútil, alguien incapaz de realizar las más insignificantes actividades, pero  eso es una gran mentira. Los enfermos mentales somos capaces de hacer muchas cosas, tantas como los que no lo son. Tenemos fuerza de ánimo para tirar hacia delante sin miedo, que es algo muy importante, porque si te atrapa el miedo queda reducida toda la vida a nada, a una insignificante porción de Universo que no tiene ningún sentido.
Somos muy válidos. Tenemos que repetirnos eso cada mañana. Ser fuertes para descubrir todo nuestro potencial interior , que es enorme y que está esperando que salga al exterior para dar validez a nuestra condición de ser humano. Podemos decir: “padezco depresión”, pero no soy una persona nula porque no lo voy a permitir. Podemos decir también : “padezco ansiedad”, pero no soy una persona sin valor sino que soy capaz de hacer tantas cosas que no sé por dónde empezar. De eso se trata: de elevar la enfermedad a la categoría de motor para que nos dé fuerza para valorarnos y aumentar progresivamente nuestra autoestima. Parece una paradoja, pero es la realidad. La enfermedad puede ser positiva para darnos fuerza y coraje para vivir, fuerza para luchar, para gritar que no somos unos trastos a los que hay que almacenar en hospitales, sino seres perfectamente válidos capaces de realizar cualquier tarea.
Eso es lo que quiero que quede claro en este artículo complemento del anterior: que el enfermo mental tiene que tener voracidad para devorar como un tiburón blanco la enfermedad sin piedad ninguna. Porque la enfermedad no tiene piedad ninguna con los enfermos mentales. Nosotros no podemos tener piedad ninguna con ella. Somos el tiburón que sigue matando aunque ya esté alimentado. Debemos tener esa voracidad y no ser cobardes nunca. Y si tenemos crisis esperar a que pasen para seguir haciendo lo que realmente sea valioso para nosotros mismos.
Queda clara pues la intención de este artículo: no somos unos inútiles, sino personas absolutamente válidas para hacer todo tipo de cosas. No lo olvidéis amigos. Salud y suerte.


José Cuadrado Morales

LAS ROTACIONES DIABÓLICAS DE BERIZZO

El Sevilla F.C. ha pasado en diez días  del segundo  de la clasificación, a estar fuera de Europa. Gracias a 3 amargas derrotas seguidas, el equipo ha pasado de ser un equipo solvente (no brillante), que ganaba sin jugar bien, a ser un equipo totalmente desdibujado, sin alma en el campo.
Creo  en mi modesta opinión que es culpa de su entrenador y sus rotaciones irracionales. Cada partido ha hecho de sus alineaciones una autentica lotería con 8, 9 cambios sin ton ni son.
Berizzo explica estas autenticas barbaries futbolísticas, diciendo que teme un bajón físico del equipo en el tramo final como ocurrió el año pasado.
Pues señor Berizzo, ni Real Madrid, ni FC Barcelona, ni At. De Madrid ,se permiten, el lujo de hacer tantos cambios de sus alineaciones de un partido a otro, aún teniendo el mismo calendario que el Sevilla FC.
El efecto de tantos cambios en dichas alineaciones se puede ver en la actitud del equipo en el terreno de juego.
Es un equipo sin sello de identidad, con jugadores que no saben a lo que juegan, no conjuntados, fuera de forma en muchos de ellos, sin confianza tanto en defensa como cara al gol.
Lo mas preocupante no es sólo sus alineaciones, si no la sensación que da el entrenador de no saber quienes son sus mejores jugadores para cada encuentro. No tiene una alineación tipo, donde los jugadores puedan conocerse y asociarse con mecanismos rutinarios.
Por tanto como no corrija el entrenador estas decisiones críticas el equipo no sabremos hacia donde va y por tanto puede ser que caiga en barrena.
El calendario próximo fuera de casa no invita al optimismo con salidas a Barcelona, Villareal, y Real Sociedad.
Seguiremos informando sobre los próximos partidos, a ver como se desarrollan.


Manuel.

jueves, 19 de octubre de 2017

OBSTÁCULOS PARA MEJORAR

Hay obstáculos cognitivos (a nivel mental) que dificultan las terapias que utilizamos para mejorar. Se trata de creencias muy extendidas pero que son incorrectas y que hay que sustituir por correctas. Nos cuenta un libro de divulgación psicológica que estoy leyendo que existen dos obstáculos iniciales al cambio terapéutico: el  mito de la bondad de la preocupación y el mito del todo vale en el terreno de los sentimientos.
El primer mito nos dice que es bueno preocuparse. Esto es falso: lo mejor es ocuparse sin preocuparse en absoluto.
El segundo mito dice “como yo lo siento es correcto”. Esto también es falso: existen sentimientos exagerados y por tanto incorrectos.
Este fin de semana he tenido ocasión de experimentar estos mitos. Había comprado una cestita-camita para la perrita de mi hermana y mi sobrina y tenía que entregárselas cuando volvieran del pueblo. Estaba preocupado por la perrita y por la necesidad que tenía de lo que le había comprado. Quedaban dos horas para que llegaran del pueblo y yo me dispuse a que no se me pasara la hora: debían llamarme por teléfono cuando llegaran a Sevilla. 
Así que me senté el sillón dispuesto a esperar las dos horas sentado y despierto, sin dormir la siesta, para que no se me pasara. 
Ya estaba cansado al cabo de una hora y decidí hacerle caso a lo que había leído sobre ocuparse más que preocuparse. Así que decidí descansar y esperar a que sonara el teléfono. 
El resultado fue que descanse una hora que lo necesitaba porque no había dormido bien la noche anterior y que desperté con la llamada de mi hermana, me vestí, bajé y les entregué la cestita-camita que le había comprado a la perrita. 
Además hablé con ellas durante un buen rato. Si me hubiese preocupado las dos horas y permanecido sentado en el sillón puede que ni hubiera entregado la cestita-camita ni habría descansado. Podría haberme quedado dormido trastornado y lo más seguro es que no hubiese escuchado la llamada y que me hubiese dado cuenta cuando ya hubiesen pasado por delante de mi casa con lo que no habría ni entregado la cestita-camita ni habría descansado.
Los sentimientos exagerados son incorrectos igual que las preocupaciones. Es mejor ocuparse en hacer las cosas que preocuparse por ellas y también hacer las cosas tranquilo que no apoyadas en sentimientos exagerados.


Jesús.

miércoles, 18 de octubre de 2017

LO+43

Aquí tenéis el nuevo número de nuestra revista bimensual. Como siempre hecha con cariño y mucho trabajo, esperamos que os guste.

lunes, 16 de octubre de 2017

HARTO YA DE ESTAR HARTO YA ME CANSÉ

Cojo prestada una frase de una canción me parece que cantada por Joan Manuel Serrat para dar título a este artículo dedicado al exceso de pensamientos. Estoy harto de estar harto de pensar sobre todas las cosas y ya me he cansado. He llegado al hartazgo absoluto y tengo que recular y convertirme en una persona normal que realiza sus actividades con normalidad y no después de un montón de reflexiones. Tantos pensamientos me han llevado a un estado tremendo de Trastorno Obsesivo Compulsivo del que estoy profundamente cansado y que mantiene mi vida hipotecada, a veces totalmente.
Yo desde niño he pensado mucho. Yo empecé a ir a un colegio de monjas con sólo dos años. Y ellas me enseñaron a leer y escribir con sólo tres añitos. Cuando otros niños se dedicaban sólo a jugar yo ya me dedicaba a pensar y a escribir mis pensamientos en unas libretas verdes de dos rayas, algunas de las cuales todavía conservo en mi archivo de escritos. Torpemente y con la ingenuidad de un niño iba dejando en esas libretas verdes mis ideas sobre la vida y sobre el mundo que me rodeaba. Y tenía sólo tres años insisto cuando empecé.
Así estuve varios años. Llegué a escribir más de 100 libretas, de las que me quedan sólo unas cuantas porque en una mudanza se perdieron casi todas. Pero en algunas destacan ideas que he tenido toda mi vida y que he mantenido por encima de todas las circunstancias. Ideas que han conducido mi vida y que son el fruto de mi pensamiento y de esa visión obsesiva de la vida que me ha caracterizado durante numerosos años.

No siempre he sido obsesivo. El carácter obsesivo de mi personalidad empezó a desarrollarse a partir de los veintitantos años. Entonces los pensamientos empezaron a darme bocados, aunque al principio eran unos bocados muy tímidos con los que podía convivir. Ahora he llegado a una situación en la que esos bocados son dentelladas de tiburón blanco que me arrancan el alma cada vez. Estoy, pues, harto de estar harto y ya me cansé. Pero no rechazo los pensamientos, sino el carácter obsesivo de los mismos, que me llevan causados muchos dolores y que me han impedido vivir con la felicidad que creo me merezco.
Me merezco, sí, ser feliz, por mucho que Francisco Umbral dijera que la felicidad es una aspiración burguesa. La felicidad es una aspiración toda del ser humano, de su piel, de sus vísceras, algo que no se puede soslayar ni postergar y que se tiene que convertir en la prioridad de la propia existencia.
Sí. La felicidad es la prioridad y no el pensamiento. Me he cansado de pensar y de llevar hasta sus últimas consecuencias el proceso de reflexión.

Ya de mayor, y lejanas ya las libretas verdes, escribí un libro de pensamientos que nunca han visto la luz y que creo que nunca la verán porque el cansancio afecta también a la publicación de mis propias ideas. Sé que no voy a entrar en la Historia del Pensamiento, pero mis pensamientos son míos y han alimentado durante 56 años de vida todo lo que en sí mismo constituye la esencia de mi existencia.
Doy amparo en mi alma a la reflexión sobre la vida misma y el pensamiento absoluto que de ella nace. Doy cobijo en mi ser a cualquier reflexión que haya nacido de cualquier acontecimiento que por pequeño que sea he podido vivir. Y trasciendo todo hasta llevarlo a un infinito paralelo a mi esencia de ser humano. Y desde aquí llego al TOC y me convierto en esclavo de mi propio vivir y quiero escapar y no puedo, y lo intento una y otra vez y no puedo huir de mí mismo. ¿Cómo huir de uno mismo? Con mucha voluntad, con mucha capacidad para trascender la propia trascendencia y reducir ésta a una nimiedad que pueda resultar relativa y me dé la dicha que he buscado mil veces por numerosos derroteros y que otras tantas veces se me ha escapado de las manos, del alma misma.
Lo que hay que hacer es no huir de la felicidad, de la capacidad de superación para hacer frente a todos los obstáculos que se interponen entre el ser sin más y el ser trascendido por la felicidad. A veces el pensamiento es un obstáculo para esta felicidad.

Siempre me han dicho que mi poesía tenía mucho de pensamiento, de reflexión sobre el devenir del ser humano. Ese pensamiento se ha visto desbordado en mi primera novela, donde el TOC adquiere protagonismo y el pensamiento obsesivo supone una gran parte de la personalidad del protagonista principal y casi absoluto.
En la novela he querido reflejar todo mi propio universo obsesivo, aunque con muchas invenciones que no corresponden a mí, pero que las hago mías como un juego de la propia estructura narrativa.
La vida en un TOC. Ahora se va a estrenar una película que se titula TOC TOC y que va sobre el pensamiento obsesivo, sobre el Trastorno Obsesivo Compulsivo, protagonizada, entre otros, por Rossy de Palma y Alexandra Jiménez. Tengo ganas de verla, no para lamerme las propias heridas, sino para ver el tratamiento cinematográfico que se le da a un tema psiquiátricamente tan importante.
Hay un libro de autoayuda muy interesante que se llama Tratamiento psicológico del trastorno obsesivo compulsivo. Sus autores, dos psicólogos clínicos, escriben de una forma llana todas las cosas relacionadas con este tema e inciden tremendamente en el pensamiento obsesivo y en cómo un paciente puede llegarse a sentirse harto del propio pensamiento. Pues eso me ha pasado a mí, y por eso digo que estoy harto de estar harto porque no es la primera vez que tengo esta sensación de hartazgo, y por eso digo que ya me cansé.

Pero no renuncio al pensamiento mismo, sino al pensamiento obsesivo, el que duele, el que no te deja vivir y llevar la vida de una persona normal.
Yo quiero NORMALIDAD, una palabra mágica para mí que me da vida cuando puedo aplicarla. La normalidad es la realización de las cosas de una forma sencilla y sin complicaciones ni trascendencias.
Normalidad es la sencillez, lo contrario completamente a la COMPLEJIDAD, que es dar mil vueltas a todo muchas veces para volver al mismo punto de partida.
Normalidad es un pensamiento NORMALIZADO, un pensamiento que contribuya a la felicidad burguesa y aleje del deseo de muerte o de desesperación.
Harto ya de estar harto ya me cansé. Pues voy a cambiar. Una de las promesas más claras que me tengo hechas es la de cambiar mi forma de ver y AFRONTAR la existencia. Verla como amiga, no como enemiga. Verla como colega, no como antagonista. Para eso el pensamiento tiene que ejercer una función apaciguadora y dar alas para la felicidad burguesa de Umbral.
Iré informando en estas páginas de cómo va el proceso para que sigáis conmigo la evolución que espero positiva. Tiempo habrá de escribir más artículos que den sentido a mi perseverancia y a la voluntad extensa que le suelo poner a las cosas. Salud y suerte.


José Cuadrado Morales

viernes, 13 de octubre de 2017

LA INDEPENDENCIA

Hermanos del norte, ahora que tenéis abundancia, queréis la independencia, teníais que ser más solidarios con vuestros hermanos, el estado español al completo, porque no olvidéis que formáis parte de él, queráis o no queráis. Formáis parte de los muchos pueblos y culturas que forman la unidad de España, entre todos podemos ser grandes, unidos podemos ser más fuertes, me reservo la opinión de si no queréis formar parte del estado español, porque el que no quiera estar, ya sabe lo que tiene que hacer. Los hijos, cuando se independizan, ¿qué hacen, a dónde van a estudiar, y si no hay oportunidades, y si en España no hay sitio?, cada uno se busca la cagada del lagarto, o lo que es lo mismo, cada uno se busca la vida como puede, todavía podéis rectificar, porque rectificar para bien es de sabios. Todavía podéis acercaros a vuestros hermanos españoles, un saludo a mis amigos. 

ANTONIO TEQUILA


martes, 10 de octubre de 2017

NUESTRO BLOG EN HISTORIAS DE LUZ

Hace un tiempo los reporteros de “Historias de Luz”, se interesaron por conocer nuestro Blog y a las personas que lo hacen realidad día a día. Vinieron a nuestra Unidad y tras explicarnos  sus objetivos, nos propusieron hacer un reportaje.
Comentaros que ‘Historias de Luz‘ es una agencia de noticias audiovisuales que distribuye su contenido de forma gratuita a través de Internet. El objetivo de ‘Historias de Luz‘ es difundir una imagen de Andalucía alejada de los tópicos a través de las historias de personas, empresas y colectivos andaluces que desarrollan proyectos innovadores,  pioneros y originales relacionados con el compromiso, la modernidad, el emprendimiento, la sostenibilidad, el liderazgo…

Gracias a “Historias de Luz”, por haber puesto vuestra mirada en nosotros y por mostrar a todo el que lo quiera ver cual es la realidad de nuestro Blog. 
Enlace a historias de luz: /http://ideasconalma.com/historias-de-luz/
Enlace youtube: https://www.youtube.com/watch?v=fIWQ-UL0LGM

lunes, 9 de octubre de 2017

MI POSITIVIDADAD

Me gustaría contaros mis nuevos propósitos para este nuevo curso. Me siento con ganas de estudiar de seguir acudiendo a mis talleres en la URA  y poder seguir con mis amistades. Lo bueno de todos es que tengo el ánimo en buen estado para poder conseguir mis propósitos. El que tenga el ánimo bien se debe no solo a mi medicación que también es importante , pero se debe ante todo a la aptitud que tengo ante los problemas que normalmente se tienen en esta vida.  No todo se debe tomar con negatividad pues eso nos crea más inquietud y nos hace sentirnos peor todos los días. Me parece que las personas que tenemos un problema mental somos un poco mas vulnerables ante los problemas y nos lo tomamos un poco peor. Yo he logrado superar muchos obstáculos en esta vida pero después de tener la enfermedad he logrado superarlos contando con el apoyo de mis profesionales y mis amistades, creo necesario tener un apoyo importante en lo que nos podamos desahogar cuando estemos mal. Yo siempre he pensado que hay veces que un café con un amigo también evita el tener que tomar una pastilla en ese momento en el que nos sentimos mal y ese momento podemos superarlo hablándolo y con ese café se puede llegar a superar.
 Los ánimos se tienen a veces por los suelos pero eso le pasa a todas las personas no solo a las que tenemos trastornos mentales. Me parece que la sociedad esta también cada día mas concienciada de que esos problemas de tener el animo bajo se debe al estrés y a la vida que llevamos todos. Me gustaría poder cumplir mis objetivos con la misma positividad que tengo ahora y seguir llevándola, como la estoy llevando hasta ahora. Aconsejaría a todas las personas que como yo tienen un trastorno mental , que se abriesen a tener amistades y a recuperarlas antiguas, tener una buena comunicación con sus profesionales y a estar ocupados en talleres o algo muy parecido. Hoy por hoy, tenemos las personas con trastorno mental la oportunidad de contar con profesionales que nos orientan y nos ayudan a estar preparados para sentirnos realizados he integrados en una sociedad que cada día esta mas al día de cómo nosotros somos tan iguales a ellos y no nos diferenciamos en nada ya que es una enfermedad y no tiene porque ser distinta a otras tantas que hoy estamos todos predispuestos a tener. Mi mensaje es que todos tenemos que poner un poco de nuestra parte para tener esa energía y positividad que seguro que con ese pequeño esfuerzo conseguiremos.

Silvia

LA HISPANIDAD

Tanto barullo, confusión, mentira, histeria, soberbia, vienen derivadas de un Narcisismo ñoño que impide a estos catalanes ver la realidad. Así,  como no hay nada moralmente que justifique este intento de golpe de Estado (hambre, justicia, libertad, etc), urge una restauración del Estado de Derecho en aquella parte del mismo tras esto, darse tiempo y obligación para negociar el encaje catalán en el Estado. (Isabel la católica  solía denominar a España como “Reino de las Españas”….  Solución salomónica.)
Menos mal que ahora viene la festividad el 12 de Octubre de la Hispanidad. Es éste un sentimiento de pertenencia junto a muchos otros, de sentir lo mismo con las mismas cosas, de orgullo de saber que hubo quienes hicieron tantísimo con tan poco y pocos. Con un idioma, vehículo de pensamiento, que ha hecho Literatura común aquí y allí. Y esas maravillosas palabras de “Madre Patria”.
Es algo tan grandioso, tan sano, tan verdadero, que abarca incluso a su vez una religión común: La Cristiana, el conocimiento de Cristo.
Y es, además, un concepto tan etéreo y volátil, que a nadie obliga, pero estimula a muchos de distintos países, a reconocerse cercanos y prójimos aún en la diversidad, en un nexo común: el Legado que España supo fabricar a través de los siglos para el mundo.
Y para terminar, una estrofa, de un poema dedicado a España, de autor que desconozco :
    
 “Lloras porque te insultaron los que su amor te ofrecieron,
 A Ti, a quien siempre temieron, porque tu gloria admiraron;
 a Ti, soberbia matrona, que libre de extraño yugo,
 no has tenido  más verdugo, que el peso de tu corona”.


Diego.


viernes, 6 de octubre de 2017

IR AL PSIQUIATRA

El 18 de abril de 1959 tuvo lugar un acontecimiento fundamental en mi vida, aunque aún no había yo nacido: se casaron mis padres. Decidieron irse a pasar la luna de miel a Asturias y les gustó tanto que decidieron quedarse a vivir allí, concretamente en la bella localidad de Avilés. Mi padre jugaba al fútbol por entonces y empezó a jugar en este equipo, además de trabajar en el oficio al que más tiempo dedicó a lo largo de su vida: camarero.
Hasta aquí todo bien. Pero pronto llegó la desgracia en forma de enfermedad pues el clima de Asturias (frío, nublado, lluvioso) afectó a mi padre hasta el punto que cayó malo de los nervios y tuvo que ir al psiquiatra. Le recomendó un cambio de clima, que volviera al sur, a Sevilla. Que el sol le sentaría mejor para su enfermedad, que omitiré porque no viene al caso, pero hay un ingrediente depresivo evidente.
Mis padres tuvieron que irse al Sur de nuevo como en la película El Sur de Víctor Erice: los personajes viven en un clima duro y están deseando irse al Sur, un lugar mitificado. Hicieron las maletas y se fueron a vivir a Sevilla y mi padre mejoró bastante, pero no del todo. Tenía que seguir yendo al psiquiatra, tomando medicación (que le cambiaban con frecuencia en esa rutina del ajuste de las medicinas) y trabajaba como camarero, aunque con frecuencia estaba de baja por su enfermedad. Asturias quedaba en el recuerdo como un mal acontecimiento. Desde entonces no puedo ver a Asturias. Supongo que como mucha gente no puede ver ahora mismo a Cataluña, pero éste es otro tema.

El 26 de agosto de 1961 tuvo lugar otro acontecimiento fundamental en mi vida: nací, ya estando mis padres de vuelta en Sevilla. Habían tenido en Asturias a mi hermana mayor. Yo me llevaba año y medio con ella. Sin mí esta historia de ir al psiquiatra no tendría ningún sentido tal y como yo la estoy planteando.
A los 7 años ya me sentí malo de lo nervios. Era muy pequeño y no sabía verbalizar muy bien todavía mis emociones y torpemente le decía a mis padres cómo me sentía. Ellos querían llevarme al psiquiatra, pero yo había visto padecer tanto a mi padre con los psiquiatras que me negaba en redondo a ello. No quería meterme en un mundo en el que si te metes ya no sales nunca como así ha sucedido.
Entonces decidieron llevarme a un neuropsiquiatra. No diré nombres, aunque éste en concreto ya ha fallecido. Parece que con eso me convencieron. Yo estaba entonces en parvulitos en el colegio y había experimentado ya mis primeras crisis de ansiedad y mis primeros arrebatos depresivos.
Recuerdo el día que entré en la consulta por primera vez. No se me olvidará. Aquella bata blanca me dio pánico. Lo relacionaba con un hospital, con un ingreso, con la misma muerte. Me puse peor y se lo dije a mis padres. Me llevaron algunas veces más al mismo neuropsiquiatra pero desistieron cuando vieron que no servía para nada. Yo no quería tomar medicación tan pequeño y creía que con mi única fuerza de voluntad podría salir adelante. Me equivocaba, pero entonces yo era muy pequeño como para saberlo.
Entonces mis padres decidieron llevarme definitivamente a un psiquiatra, concretamente de la Cruz Roja. Yo no quería, pero no tenía ni voluntad ni edad para oponerme. Todavía recuerdo su nombre a pesar del tiempo transcurrido. Recuerdo aquel pasillo frío de la Avenida de la Cruz Roja. Los tiempos de espera. El miedo. Cuando estaba delante de él no sabía qué decirle. Seguía costándome verbalizar lo que me ocurría y él tenía como norma no hablar si el paciente no hablaba. Así que llegó un momento en el que las sesiones se convertían en teatro del silencio. Ninguno de los dos hablaba. Hasta que llegamos al punto de que era imposible la relación y él la cortó. Se lo comunicó a mis padres y acabé mi relación con este psiquiatra.
Después lo intentaron de nuevo mis padres con un psiquiatra particular, que también recuerdo y que sigue trabajando en el Centro de Salud adonde voy actualmente para ver a mi psiquiatra. Con aquel psiquiatra aguanté varias sesiones. Llegó un punto en que me harté y me puse un poco violento verbalmente y me levanté e hice ademán de marcharme. Eso supuso mi sentencia porque él tenía la consulta en su casa y me dijo que en su casa nadie le levantaba la voz y literalmente me expulsó.
Terminó otra nueva aventura psiquiátrica. Pero mis padres no se dieron por vencidos y decidieron llevarme a un psiquiatra que había tratado a mis padres y le había ido muy bien. A éste le he perdido la pista. Trabajaba en el antiguo manicomio de Miraflores. Ir allí fue nefasto porque veía a los “locos” tirados por los suelos, matados por la medicación, cada uno con su particular problema. Estaban todos mezclados. Me recordaba la película Alguien voló sobre el nido del cuco. Me asusté. Pero el psiquiatra me causó buena impresión, pero yo no quería que me viera en aquel sitio porque no estaba tan mal como para estar entre personas que no tenían ni siquiera un control mediano de su razón. Y lo dejé.

Entonces tenía novia que padecía de esquizofrenia simple. El destino tiene estas cosas. Entonces mis padres hicieron el esfuerzo de llevarme al catedrático de psiquiatría de la Universidad de Sevilla, que no sé si sigue siéndolo. Tuve una sola sesión con él porque cobraba 25.000 pesetas y no quería que mis padres pagaran tanto por mí. Pero aproveché la sesión porque aprendí bastante. Me dijo, con respecto a mi novia esquizofrénica, que alguien que está mal no puede invertir energías en ayudar a alguien que está peor. Nunca lo olvidaré porque llevaba razón. Yo necesitaba mis fuerzas para mí y una pareja que me ayudara a tirar para adelante, no para absorber mis energías imprescindibles para sobrevivir.
Acabó otra aventura psiquiátrica. Ya yo era mayor de edad por supuesto y decidí ir a la Seguridad Social. Psiquiatra gratis. El problema era la masificación. Tenía 5 minutos como mucho para cada paciente y con ese tiempo no tenía yo para nada. Pero seguí con él. No tenía más ganas de cambio. A todo esto yo seguía negándome a tomar medicación. Me asustaban los prospectos. El psiquiatra, cuyo nombre recuerdo, me recordaba que no los leyera. Pero yo los leía y mi carácter hipocondríaco me echaba para atrás.

Pasó el tiempo y me cambiaron de psiquiatra, ya en un Centro de Salud Mental independiente del resto de especialistas. Allí conocí a un psiquiatra, ahora paradójicamente dado de baja por problemas nerviosos, que estuvo conmigo muchos años. No se cansaba de repetir que tenía que tomar medicación , que era lo único que me podría quitar la angustia tan grande que sentía. Me pasaba las sesiones llorando. A veces no podía ni hablar. Pero yo seguía leyendo los prospectos y sugestionándome. Así llegó el momento en que tuve que pasar Tribunal Médico y me dieron la Invalidez Permanente Total. Perdí mi empleo en la Junta de Andalucía y vivo desde entonces de mi pensión. Cuando este psiquiatra cayó malo tuve varios y me volví a sentir decepcionado porque no tenía una continuidad.
Hasta ahora, que estoy con una psiquiatra muy a gusto. Antes he de decir que perdí el miedo a la medicación y empecé a tomarla después del único ingreso que he tenido en mi vida. Dejé de leer los prospectos. Mi trabajo me costó. Mi psiquiatra actual respetó el tratamiento puesto en la Unidad de Día donde me ingresaron y hace pequeños reajustes de vez en cuando según mi ánimo fluctúe más o menos.
Estoy contento con mi psiquiatra actual. Una mujer. Pero estoy cansado de esta larga historia de psiquiatras resumida lo máximo posible en este artículo. Estoy cansado. Muy cansado. Contento pero cansado. Lo mío no sé si tendrá cura alguna vez. Yo lucho cuanto puedo. Pero no me olvido de vivir como dice mi psicóloga. Luchar sí, por supuesto, pero también y sobre todo vivir. Eso me lo digo todas las mañanas cuando cierro la puerta de casa y me voy a la calle: Lucha, Pepe, pero no te olvides de vivir. Al principio no entendía por qué mi psicóloga me decía que dejara de luchar siempre. Ahora la entiendo. No vale pasarse la vida luchando. Hay que vivir por encima de todo.

Y en eso estoy. Ahora vengo a la Ura y estoy muy a gusto aquí. Acabo de hacer relajación. Tengo informática. También pintura y una terapia nueva llamada Repyflec, que significa Resolución de Problemas y Flexibilidad Cognitiva. Estoy contento. Me siento más útil. Mi próxima novela la pasaré a limpio en ordenador aquí en la Ura y no en mi vieja Olivetti porque todo va hacia la informática y no puedo quedarme atrás.
He padecido mucho, pero de nada sirve lamentarse. De nada sirve mirar hacia atrás y quejarse. A mirar al ahora y al mañana, pero sobre todo al ahora. Tomo medicación por supuesto y me mantiene alejado de la angustia y bastante de la ansiedad, aunque de ésta no del todo. No tengo depresión. Tengo mis bajones anímicos normales creo en cualquier persona. Mi problema principal es el Trastorno Obsesivo Compulsivo. Es mi caballo de batalla diario. En eso estoy. Y en eso seguiré hasta que salga vencedor. Soy optimista. No queda otra. La historia dejada atrás es demasiado larga y no se puede olvidar, pero tampoco me puede condicionar mi vida presente. Lucharé, pero viviré. Es mi lema. Salud y suerte.


José Cuadrado Morales

lunes, 2 de octubre de 2017

SOROLLA UN JARDIN PARA PINTAR

El martes 19 de septiembre estuvimos en una exposición de Sorolla( Valencia 1863-Cercenilla 1923) espléndida. Ibamos 11 en total contando con nuestro terapeuta. La visita fue guiada y no tuvimos que abonar nada por ser discapacitados. Sorolla como me contó mi amigo Pedro Villalba es un pintor   que empezó en el naturalismo y acabó en el impresionismo. De este periodo impresionista son la mayor parte de las pinturas de la exposición “Sorolla un jardín para pintar” que está teniendo lugar en CaixaForum. Los impresionistas inventaron un estilo nuevo para pintar que se llamaba “pintar al aire libre” que no solo consistía en pintar en exteriores sino también lo que se veía directamente en esos exteriores. Hay una fotografía de Sorolla en un sillón con un lienzo y un parasol del estilo de las zonas al aire libre de las playas. Con esta fotografía comienza la exposición. La mujer de Sorolla se llamaba Clotilde, a la que llamaba Clota, con la que había tenido varios hijos y uno de ellos era una hija que padecía tuberculosis por lo que necesitaba impregnarse de aire puro de donde surgió el interés de Sorolla por los jardines.
 Llegó a hacerse jardinero y construir (y pintar) grandes jardines en el Madrid en el que vivía para que su hija no tuviera que desplazarse a las afueras a disfrutar del aire puro. Tuvo al menos tres jardines. Era un pintor muy cotizado y disponía de capital para realizar esto. En un primer viaje a Sevilla no le gustó la ciudad pues la conocía poco ya que con motivo de un retrato que tuvo que hacerle a una personalidad de la realeza en el Alcazar quedó impresionado por sus jardines que reprodujo en pintura.
Son muy típicos los objetos como fuentes en estas pinturas sacadas de fuentes reales que vio aquí, escaleras, columnas y cerámica. La cerámica le servía para llenar sus lienzos de color cuando los jardines no tenían flores por no ser el tiempo en que estuvieran floridos, ya que la cerámica Sevillana y de otras zonas son ricas en colores. Son de destacar las zonas con vegetación de boj del Alcazar de Sevilla. También pintó otros jardines como los de la Alambra de granada que podemos ver en estas pinturas. De estos jardines sacó detalles y elementos para construir los suyos propios.
 En sus jardines de Madrid hay columnas que son de origen sevillano, por ejemplo, llevadas de aquí. Su pintura es claramente impresionista y destacan las pinceladas rápidas y llenas de color, llenas de luz. A Sorolla se le llama también el pintor de la luz. En estas pinturas destaca más el conjunto que los detalles, en la mayoría de ellos aunque hubo un periodo en que se hizo más detallista y hay varios cuadros de jarrones de flores sobre fondo cerámico donde destacan ya más los detalles. Hay también objetos incluidos en sus pinturas como esculturas inmersas en jardines, incluso una de origen romano que le regalaron para ellos. Aquí se ve la influencia italiana. También esculpió varias figuras en bronce que irían después a sus jardines, otras de amigos suyos. Luego las pintaba y las pintaba. Algunas de estas esculturas pueden verse en la exposición y no están en los jardines de Madrid sino que allí lo que hay son reproducciones en material mas resistente a las inclemencias del tiempo. Sorolla pintó muchas flores y entre ellas cabe destacar las rosas de color amarillo que le regalaba a su mujer a la que quería mucho.
 Viajó por todas partes del mundo en una época en que era difícil viajar y tenía una relación epistolar muy grande con su mujer. En estas cartas algunas de las cuales se pueden ver en exposición le mandaba flores ignotas y le reproducía fuentes y otros objetos de todas partes del mundo que le interesaban para sus jardines  para que los fuera consiguiendo mientras el estaba de viaje y los incorporara a sus jardines. Murió pintando sin darse cuenta pues el último cuadro que pintó es el de un jardín en el que podemos ver la silla en la que el pintaba en los jardines ahora vacía. Y con ese cuadro acaba la exposición. Se pueden ver tres cuadros de flores en sus floreros pintados al estilo naturalista, estilo éste en el que se inició.
Le doy las gracias a Cristina, nuestra guía, por el buen rato que nos hizo pasar y la buena disposición en todo momento para atendernos y por la gran calidad de las explicaciones que nos iba dando.
Por último algunas ideas que aparecieron en la visita y que no había escrito: no pinta Sorolla los cielos en estos cuadros de jardines sino que enmarca el paisaje en zonas más diáfanas, más cercanas al espectador. Actualmente no quedan los árboles originales que Sorolla plantó en sus jardines sino que han sido sustituidos por palmeras, aunque permanecen otros objetos.


Jesús