jueves, 9 de mayo de 2013

PRESIÓN SOCIAL


Existen dentro de mi imágenes que nacen de mi experiencia. Vienen y se van según sus caprichos. Yo no las domino. Cuando se reproducen en mi cabeza lo hacen con una fuerza inusual lo hacen momentos antes de dormir. Son pensamientos casi tangibles. Ahora me gustaría hablar de uno  de ellos. Por su persistencia y su nitidez. Por como me aborda y por como se hace presente.
No se con certeza la edad que tenia cuando este hecho ocurrió. Tendría ocho o nueve años y era un día de verano. Recuerdo que estaba en una piscina y que me encontraba en el precipicio de un trampolín. Recuerdo ese momento con absoluta nitidez. Me veo erguido, firme y predispuesto a saltar. Y con un miedo atroz. Tenía miedo a saltar pero la presión de los adultos que valoraban nuestra actuación me condicionaba. Salté. No salte por valentía, porque como digo tenía miedo, salté por la  presión que ejercían sobre mí, por el miedo a que pensaran de mí que era un cobarde.
Muchas vece adoptamos maneras que nos son incomodas y que se presentan como miedos al ridículo y ni siquiera somos conscientes de ellas.
Por ejemplo, ante una situación cualquiera, imagínate que sientes miedo a que no te salgan las cosas como quieres, a quedar mal o a que te rechacen. ¿Quien puede afirmar que ese miedo no es una forma que evita el innovar? Muchas veces evitamos las cosas novedosas porque nos cuesta enfrentarnos a ellas, porque tenemos miedo al fracaso. Otra cuestión es el consumo de sustancias que en principio son nocivas, pero que frecuentemente las consumimos porque nos ayudan a sobrellevar, a tolerar la incertidumbre que generan esas situaciones. Tomamos una copa de alcohol para afrontar nuestro miedo a hacer el ridículo delante de una chica o de un amigo. Nos sentimos más libres. Pero lo que estamos evitando es nuestro miedo al ridículo.
Lo que hoy nos trae aquí es la idea de que nuestras decisiones deben de ser tomadas bajo la libertad y no sentirnos presionados o determinados por los que piensen los demás. Hoy, lo que hacemos desde aquí es un canto a la libertad de decisiones. Por supuesto tenemos que ser responsables de nuestras decisiones pero lo que no hay que tener es miedo.
Lo importante no es lo que piensen lo demás de nosotros sino lo que nosotros mismos pensemos de nosotros. Nadie, en su sano juicio, puede estar en paz mientras sabe que sus decisiones son tomadas por la presión de los demás. La libertad para equivocarnos tiene que ser derecho y patrimonio de cada uno. Y si fracasamos no pasa nada, se vuelve a intentar y punto.

 Pedro Sánchez Morilla

2 comentarios:

CRAP Calatayud dijo...

¡Muy chulo el post! Nos ha recordado a la canción de un rapero de Zaragoza que igual algunos conoceis. Os dejamos el enlace. Nos gusta escucharla de vez en cuando porque transmite mucha fuerza. ¡Un abrazo!

http://www.youtube.com/watch?v=f9DNdCJQ9sk

revista tisana dijo...

Tienes razon, a mi me pasa mucho eso y no se como controlarlo, muchas veces no hago cosas por el miedo a que no sean apropiadas y luego lo pienso y no consigo mis objetivos con ello y me siento frustrado.

Abraham