miércoles, 9 de mayo de 2012

GEMELOS SIAMESES

Los gemelos siameses Chang y Eng nacen en mayo de 1811, estaban unidos por el abdomen y compartían el mismo sistema circulatorio. No pudieron ser separados. Estas dos personas compartieron su vida, su intimidad y su propio cuerpo. Uno era débil, tímido y alcohólico y el otro agradable, señorial y divertido. Tuvieron una vida que está entre la épica y la epopeya de la superación, y tienen el honor de dar nombre al término “gemelos siameses”. Nacieron en el sudeste asiático, en el reino de Siam, la actual Tailandia. Este es un fenómeno que en la actualidad, en mayor o menor grado ocurre en 1 de cada 200.000 partos y en 1 de cada 200 gemelos. Nuestros gemelos supieron sobreponerse a todas las eventualidades que les deparó la vida con gran grado de éxito y felicidad. Con tan solo 13 años fueron descubiertos por un comerciante escocés y un capitán norteamericano, que decidieron comprar los derechos de los hermanos con el propósito de ser exhibidos como “monstruos de la naturaleza” en espectáculos circenses. Esto puede no parecernos muy ético en un principio, pero la verdad es que gracias a ellos ambos salvaron sus vidas pues estas estaban destinadas a ser sacrificadas por su peculiar malformación, pues el rey Rama II de Siam estaba convencido de que dicho nacimiento era una señal de mal augurio y la única solución era matarlos. Fueron llevados a los Estados Unidos y exhibidos en el circo Barnum, su espectáculo no solo era una exhibición, también incluían ejercicios acrobáticos, trucos de magia y sesiones de humor.
Se hicieron ricos y famosos, y decidieron dejar el circo, comprando sus derechos y estableciéndose en Carolina del Norte. Allí conocieron a las hermanas Salli y Adelaida Yates con las comienzan una relación y se casan. Eng y Salli tienen 11 hijos y Chang y Adelaida 10. Las continuas peleas entre las hermanas Yates condujo a la separación de las familias, cada hermana vivía con su prole en su casa, teniendo los hermanos que desplazarse de una casa a otra.
Continuaron unidos hasta su muerte: los excesos con el alcohol de Chang le llevaron a una hemorragia cerebral, que acabó con su vida. Su hermano Eng le sobrevivió 3 horas más, según la autopsia murió de miedo.
La vida de estas dos personas estuvo llena de barreras pero también de superación de las mismas. Para mi son esto, un ejemplo de superación. Dependía uno del otro incluso en lo físico. Tener que ponerse de acuerdo para ir a todas partes juntos es algo complicadísimo, incluso para hermanos o esposos, sobre todo si siempre debe ser así.
Leyendo bien lo recopilado en párrafos anteriores nos podemos dar cuenta de lo complejo de sus vidas. Establecer una relación con dos hermanas estando unidos ambos gemelos debió ser difícil para toda la familia. Pero lo superaron. Llegaron a tener sus hijos y bastantes. Luego, cuando se enfadaron ambas esposas, tener que sobrellevar esto estando unidos es otro handicap que cuesta concebir. Una vida creo que bastante complicada, pero que los hermanos llevaron a buen puerto. Y todo ello si se tiene en cuenta que ambos hermanos tenían caracteres muy diferentes. El ejemplo de estos dos gemelos siameses lo que me lleva a pensar es que no hay nada imposible y que todo en la vida puede superarse.

 Jesús Ocaña.

3 comentarios:

urarocio dijo...

La verdad que es encomiable ver a personas con ese afan de superación. De todas formas si miramos a nuestro alrededor tambien podemos ver a muchos de esos "heroes" que tratan de superar los obstaculos con toda la dignidad del mundo.

Anónimo dijo...

Las barreras que nos pone la vida se rompen y se consigen luchando mucho y con esfuerzo,por muy dificil qe sea,ahi que echarle coraje y mirar adelante, y decir yo puedo

Blog Unidad Rehabilitación Salud Mental Hospital Macarena dijo...

Me alegra que estéis de acuerdo conmigo. Todos somos heroes de la vida, todos nos esforzamos por superar barreras . Hay que intentar superar las que te pone la vida por delante y no dejarse vencer, eso si, con mucha tranquilidad y mucho sosiego, dando tiempo al tiempo y sabiendo esperar también, sin precipitarse.