lunes, 8 de noviembre de 2010

LUCHA POR EL CONTROL DE LOS MARES

En el siglo XVI y XVII había una gran disputa entre las grandes potencias europeas por el dominio de los mares, requisito imprescindible para poseer colonias; en este contexto el mar del caribe era un auténtico avispero, pues había colonias españolas (La mayoría), inglesas, francesas, etc.
Viene esto a colación para narrar lo que se dio en llamar “La guerra de la oreja de Jenskin”, lo que ocurrió fue una escaramuza en la que un navío español apresó a un navío pirata inglés. El comandante español le cortó la oreja al inglés, advirtiéndole de lo siguiente: “VE Y DILE A TU REY QUE LO MISMO LE HARÉ SI A LO MISMO SE ARTEVE”. (Por cierto este suceso, no aparece en los libros de texto ingleses).
Este acontecimiento, que ocurrió es 1739, enervó el orgullo inglés, lo que les llevó a preparar una gran flota, con el fin de tomar la plaza de Cartagena de Indias, bastión de los españoles y clave para el dominio del Caribe.
La flota inglesa compuesta por 186 buques, 27000 hombres, y 2000 cañones, con una frecuencia de tiro de 62 cañonazos por hora durante 16 días, tenía enfrente a 11.000 españoles y 6 buques. Era tal la superioridad inglesa, que el almirante inglés (VERNON), mandó un correo al rey ingles, declarando que la toma de Cartagena de Indias era ya un hecho.
Este desembarco fue el mayor de la historia hasta el de Normandía en 1944.
Pero para su desgracia, lo que consiguió en realidad fue la mayor y más humillante derrota de toda la historia de la Royal Navy, pues perdió 50 naves y 11.000 hombres a manos de la guarnición española dirigida por el Almirante español Blas de Lezo.
Tras otros dos ataques fallidos en Santiago de Cuba y Panamá, Vernon se vio obligado a volver a Inglaterra y comunicar que la victoria de Cartagena nunca existió. Esto causó tal vergüenza a Jorge II que el propio Rey prohibió escribir sobre ello a sus historiadores.
El desarrollo de la batalla fue así: Ante la enorme superioridad en hombres de los ingleses, el Conde Blas de Lezo pensó en concentrar todo su potencial en un punto determinado de las líneas inglesas, percutiendo con todo lo que le quedaba (soldados, civiles, mujeres, niños, ancinos y heridos) por el centro de aquellas, a golpe de balloneta y a la maxima velocidad posible. Así, penetró hasta la retaguardia, y desde allí, la mitad avanzó por la dercha, y la otra , por la izquierda, pruduciendo una maniobra envolvente que logró que los ingleses fueran aniquilados o hehos prisioneros.
Esta táctica militar fue usada por Napoleón Bonaparte en sus batallas.
Diego de la Algaba

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